martes, 24 de enero de 2012

Persiguen en Carichí a tarahumaras por enseñar español a niños indígenas

Cesáreo y Marisela no reciben pago por alfabetizar

Rarámuris denuncian la falta de un programa educativo oficial

Baquiachi, Chihuahua. Enseñar a leer y escribir no es un delito, pero Cesáreo Reyes Nevárez, indígena rarámuri de Bacusiachi, ranchería de la sierra Tarahumara, está amenazado con cárcel por dar clases sin ser maestro.

Cesáreo no tuvo oportunidad de ir a la escuela. Ya era grande (11, 12 años) cuando aprendió a hablar, leer y escribir en español, de manera autodidacta. Tiempo después, consciente de los beneficios que le trajo dominar ambas lenguas y ante la falta de maestros, aceptó alfabetizar a los niños de su comunidad. “Yo aprendí batallando –recuerda–; había personas que hablaban el español y me iban diciendo cómo. Luego, en la comunidad me dijeron: ‘Oye, Cesáreo, tú sabes leer y escribir, enséñales a los niños’, y yo acepté.”

La charla con Cesáreo Reyes se lleva a cabo en la comunidad de Baquiachi, momentos antes de una asamblea en la que los habitantes tomarán decisiones acerca de unas tierras invadidas por ganaderos mestizos.

Cesáreo expresa su indignación y asombro ante una situación de la cual responsabiliza directamente al presidente municipal de Carichí, Ignacio Varela. En días pasados la policía municipal se presentó en su comunidad para advertirle que no puede ser maestro y le dejaron dicho que lo van a detener porque está fuera de la ley. No lo detuvieron porque no se encontraba, había ido a Chihuahua.

Marisela, esposa de Cesáreo, estudió hasta segundo grado de primaria y también enseña a los niños a leer y escribir. También ella fue nombrada por la comunidad para hacerlo.

Siguiendo usos y costumbres, los pobladores dieron esa tarea a Cesáreo Reyes y su mujer, por la cual no reciben ningún pago: “la comunidad nos puso; si el presidente municipal quiere que dejemos de dar clases –dice el entrevistado–, que venga aquí y hable con ellos”.

Aprender español es indispensable ante la situación de acoso y explotación que viven los rarámuris: Luego vienen fuereños que se aprovechan de la gente porque no sabe y les dicen esto o lo otro y los engañan.

Las habitantes de Bacusiachi llevaban varios meses solicitando al municipio un aula y un maestro. Ante la falta de respuesta, acudieron a Bowerasa, fundación de apoyo a las comunidades indígenas, que dirige Ignacio Becerra, activista pro derechos humanos y sacerdote de Carichí.

Bowerasa financió la construcción de un aula, en la que trabajan Cesáreo y Marisela.

Sostiene Becerra: No se trata sólo de leer y escribir, sino que tener un maestro indígena ayuda para que los niños no pierdan sus costumbres y tradiciones en el proceso de aprender español.

También es cuestión de equidad en la educación: Si el niño va a una escuela donde no se habla en rarámuri, va a tener mayor grado de dificultad para aprender, entonces ahí ya no hay equidad.




Fuente: La Jornada