domingo, 8 de enero de 2012

Caos, derroche e irregularidades en monumento por el bicentenario

“Obra arquitectónica sin sentido histórico ni identidad”, dicen expertos

La Estela de Luz, cuyo costo alcanzó los mil 35 millones de pesos, a pesar que orginalmente se planeó invertir 400 millones, y cuya conclusión se retrasó 15 meses, quedará más que como símbolo de 200 años de vida independiente, como prueba del “caos, derroche y corrupción de una época que muchos mexicanos querrán olvidar”, aseguraron historiadores y críticos de arte.

Las irregularidades en la construcción del monumento para conmemorar el bicentenario de la Independencia incluyeron al proyecto, la licitación, los cimientos y hasta el tipo de materiales.

En agosto de 2010, a casi 30 días del inicio oficial de los festejos, el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, reconoció que era necesario suspender la obra, pues el proyecto original no consideraba los efectos de las rachas de viento en la estructura, lo que obligó a modificar su tonelaje.

Las modificaciones a la obra, diseñada, entre otros, por el arquitecto César Pérez Becerril, incluyó cambios en la profundidad de los cimientos de 30 a 50 metros, mientras que el peso subió de 800 toneladas a mil 700, lo que implicó aumentar el diámetro de las columnas de 81 a 91 centímetros, así como el espesor de las paredes, el cual se duplicó de 1.5 a 3 pulgadas.

Promocionada por el gobierno federal como una obra arquitectónica de “inigualable belleza”, la estructura de 104 metros de alto por nueve de ancho, recubierta por mil 704 placas de cuarzo traído de Brasil, pulido en Italia y armado con acero finlandés, cuenta con un sistema de péndulos diseñado y fabricado en Alemania, por lo que 65 por ciento de sus materiales son extranjeros. Está ubicada entre las calles de Lieja y Paseo de la Reforma, a menos de 25 metros de un paradero de autobuses.

La estela, que se iluminará por las noches, se construyó en un predio frente a la emblemática Puerta de los Leones, principal acceso al bosque de Chapultepec.

Fue diseñada también como un espacio museístico y cultural. Sin embargo, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a quien le fue entregada el pasado 21 de diciembre para su administración, no ha dado a conocer cuáles serán las propuestas culturales con las que abrirá al público.

Especialistas en historia del arte consideraron que el monumento, construido para conmemorar el bicentenario de la Independencia, se redujo a un “chisguete de luz sin mucha gracia, y a una obra arquitectónica que no tiene sentido histórico ni de identidad”.

Mirna Anguiano, especialista en arte público y patrimonio cultural de la Universidad Iberoamericana (Uia), afirmó que la edificación de la Estela de Luz contrasta con el proyecto para la celebración del centenario de la Independencia, diseñado una década antes de los festejos y que tenía como objetivo convertir Paseo de la Reforma en un símbolo de orden y progreso, pero también de una nación que había logrado ingresar a la modernidad.

Experto en crítica y patrimonio cultural, Alberto Hernández, recalcó que a diferencia de la Estela de Luz, la conmemoración de los 100 años de la Independencia dejó a los mexicanos el Palacio de Bellas Artes, el ahora conocido como Monumento a la Revolución, que en ese momento fue pensado como sede del Poder Legislativo; así como edificios que le han dado identidad a la ciudad.

Sin embargo, advirtió el catedrático, la apropiación simbólica de un monumento no es resultado de un discurso ideológico o político de un gobierno, “lo que hace significativa una obra y la convierte en un patrimonio cultural no lo determina el Estado, sino la población que interactúa con ella y se siente identificada. Se trata de un veredicto que puede llevar muchos años”.

Cadena de irregularidades

La Estela de Luz arrastra una larga historia de irregularidades. En junio de 2010, pocas semanas antes de que se anunciara la suspensión de la obra por inconsistencias en el proyecto maestro, Pérez Becerril, uno de los autores de la obra, y su despacho de arquitectos fueron denunciados por incumplimiento de contrato por Martín Laureano Gutiérrez, coautor del proyecto, quien demandó el reconocimiento de sus derechos de autor.

Luego de seis meses de retraso en su construcción y de aplicarse 419 modificaciones al proyecto orginal, en julio de 2011, Pérez Becerril acudió a la Comisión de la Función Pública de la Cámara de Diputados, presidida por el diputado Pablo Escudero Morales, para denunciar presuntas irregularidades y corrupción en la asignación de la obra a las constructoras Proyectos y Desarrollos de Infraestructura y Gutsa, ésta última inhabilitada por malos manejos en la Autopista del Sol.

Ese mismo mes, el legislador también dio a conocer que el arquitecto Juan Alberto Bravo Hernández, coordinador general de la construcción del monumento, incurrió en conflicto de interés, pues hasta agosto de 2009 se desempeñó como funcionario de Gutsa y fue el responsable de invitar a dicha empresa para concursar en la licitación.

Ante el cúmulo de denuncias, la Secretaría de la Función Pública inició una investigación que en diciembre pasado dio como resultado la inhabilitación por 12 años del ex director general de la paraestatal III Servicios, Agustín Castro Benítez, empresa que participó en la adjudicación de la obra, así como de Ricardo Morales Jaramillo y Rubén Enrique Arenal Alonso, ex gerentes de administración y finanzas, y jurídico, respectivamente, quienes no podrán ocupar ningún cargo público por un año.

Sin embargo, en febrero próximo, cuando se den a conocer los resultados de la Auditoría Superior de la Federación, se prevé que se conocerán nuevas irregularidades.

Además, su localización, en el corazón del Paseo de la Reforma, aseguró Anguiano, tendrá un impacto “no muy positivo sobre otros monumentos. Es demasiado alta y busca, más que ofrecer un significado de identidad histórica y cultural, dar un efecto de espectacularidad a una estructura sin ningún valor simbólico”.




Fuente: La Jornada