Ante la falta de un director estable en esta institución, espero que algún funcionario responsable tenga a bien responder una pregunta.
El 10 de octubre de 2009 miles de trabajadores fuimos despojados de nuestra fuente laboral, debido al autoritarismo de Estado. Luz y Fuerza del Centro fue una empresa responsable y, como en todo, también había de lo otro.
A dos años y tres meses de la extinción, ciertos asuntos aún no quedan claros. Entre otros, se encuentra el de las pertenencias personales.
Al convertir nuestro espacio de trabajo en especie de segunda casa, era preciso ocupar armarios, gabinetes o escritorios para guardar objetos de nuestra propiedad.
Hay quienes con justa razón los reclaman; soy uno de ellos.
Me desempeñé orgullosamente en el archivo histórico, donde integré colecciones de libros, revistas y otros materiales didácticos (que son de mi propiedad) para, con ellos, dar luz y fuerza al conocimiento de tan histórica como emblemática empresa, a partir del valioso instrumento que es la cultura y del cual el gobierno, en penosa y lamentable actitud, se ha desentendido.
Eso sí, el fomento a la cultura de la violencia, del desempleo y de la pobreza parecen ser entre otras joyas sus mejores cartas. Como muchos, insisto, formalicé la solicitud de devolución de pertenencias y hasta ahora, no hemos encontrado una respuesta clara.
¿Podría ser usted tan amable en darnos alguna razón de este asunto o damos como perdido ese pequeño patrimonio? Sobre todo a partir de la Minuta de acuerdos para la enajenación de bienes propiedad de Luz y Fuerza del Centro en liquidación (...) del 29 de junio de 2010.
Como menciono en un párrafo, me permito adjuntar los oficios, tanto de solicitud como de respuesta, única posibilidad que tengo por ahora para ese justo reclamo, que no sólo es mío, sino también de muchos.
En espera de su amable respuesta,
José Francisco Coello Ugalde, maestro en historia
Fuente: La Jornada