jueves, 29 de marzo de 2012

Primer ¿adiós? a Felipe. PAN: adjuntocracia. Santo Oficio Ético. Sandoval, contra copetes

El simulacro de informe que presentó ayer Felipe Calderón en el Auditorio Nacional cierra el ciclo político unipersonal (no el de calendario, que terminará con el último día de noviembre próximo) iniciado en San Lázaro en diciembre de 2006 con una puerta trasera como determinante vía de apropiación del poder.

El trágico panista michoacano dio ayer su primer adiós mediante un acto público que sintetizó las malas prácticas adquiridas con rapidez y maestría del priísmo de las siete décadas: acarreo de la burocracia en estos tiempos del PAN-gobierno y exageración indecorosa de los presuntos logros, todo con una inocultable intención electoral y con el ánimo transgresor de reglas que ha caracterizado al calderonismo: así como empezó el ciclo, con un poder presidencial, el de Vicente Fox, volcado en apoyo delictivo del candidato de la continuidad, se ha cerrado con un acto de propaganda y loas en que buscó aprovechar hasta el último resquicio previo al arranque de las campañas electorales para favorecer a la facción propia y a sí mismo, el jefe presuntamente muy exitoso.

A partir de ahora, y luego de su desesperado maratón de inauguraciones y discursos (antes de que su carroza se convirtiera en calabaza, dijo en alguno de esos actos de nostalgia adelantada), Calderón pasará a ser uno más de los personajes políticos en pugna pacífica por el poder presidencial (por hoy no hablemos de los riesgos de que el narco altere o haga suspender los comicios), a sabiendas de que los reflectores y las expectativas se posarán sobre tres de cuatro aspirantes al relevo (el panalista ecologista Quadri no pinta de verdad en esa contienda) y que a partir de julio habrá un nuevo poder constituido, sea Peña, Vázquez o López (primeros apellidos citados conforme a las tendencias electorales reportadas por todas las casas encuestadoras, incluso la de Covarrubias, usualmente contratada y validada por el lopezobradorismo).

Por lo pronto, el pinolero en vías de dilución concentra sus ansias de torero en hacerle faena tras faena a la novillera Josefina. Ayer le instaló una adjuntocracia para demostrar que los hilos de colores blanco y azul son tejidos desde Los Pinos y que a la candidata precaria no le queda sino aguantar vara. Nombrar adjuntos significa que no se tiene confianza plena en los titulares o que no se confía ni se acepta la valía de quienes acaban como adjuntos para estar sujetos a la supervisión o mando de los titulares. Adjuntocracia dañina para la aspirante siempre sometida a fuego amigo, con un dominante jefe formal que así responde, con nombramientos al estilo de Salinas con Colosio (entre ellos el de Ernesto Zedillo como coordinador de campaña no deseado por Luis Donaldo), al intento de respingo de Vázquez Mota contra piezas veneradas por el felipismo, como son el intocable Genaro y la Sota ayudante de cocina real. #PinchesAdjuntos.

Así llegan el todavía gobernador yunquista de Guanajuato, oliendo a bendiciones papales, Juan Manuel Oliva, el ex gobernador de Jalisco Francisco Ramírez Acuña y el primer compadre de Los Pinos, el senador Guillermo Anaya, en medio de otros nombramientos que hicieron al dirigente formal del PAN, Gustavo Madero, siempre tan involuntariamente claridoso, expresar en Twitter que esas designaciones son para asegurar la máxima coordinación y alineamiento entre el Partido y la Campaña #Josefinanosune. A confesión de Madero, relevo de Chep…, es decir, de pruebas.

En la Cámara de Senadores se envolvía para regalo prometido al Vaticano la reforma de los artículos 24 y 40 de la Constitución. En el primero se confirmaba la peligrosa libertad de convicciones éticas, abriendo el camino a una futura Suprema Corte de Ética de la Nación o un Santo Oficio de la Ética que defina cuáles convicciones pueden ser dignas de libertad, y en el segundo se instalaba el terso y aparentemente inobjetable concepto de laica a la definición de la República Mexicana, allanando así el camino a la posterior exigencia de que esa laicidad se complete con el otorgamiento de libertad para que contenidos religiosos puedan ser oficialmente incorporados a la educación pública. B16 y su Iglesia en proceso de expansión ya han ganado mucho con esas modificaciones aparentemente menores o incluso benignas y ya han sembrado la semilla de la discusión de los derechos naturales, la educación confesional y la mayor presencia pública de los curas y sus sermones (como el del sabidamente filopanista Juan Sandoval, arzobispo emérito a quien la grilla vaticana quitó cualquier relevancia en los actos papales, y que en la fiesta organizada ayer para celebrar sus 79 años de vida dijo: invito a la gente que reflexione su voto en el proceso electoral que viene, y no elijan sólo por la cara bonita o el copete más levantado). Podéis ir en paz: la grilla neocristera ha comenzado.

Astillas

Una lectora, cuyo nombre no será publicado, reporta: “Hoy por la manaña fui a la lechería de Liconsa ubicada en la sección Ríos de la colonia Jardines de Morelos, en el municipio de Ecatepec de Morelos, estado de México. Estando en la fila, la persona responsable, de la cual desconozco su nombre, nos informó que antes de recibir la leche debíamos pasar obligatoriamente a recoger una carta a mi nombre, o de lo contrario no tendríamos derecho al servicio. Siguiendo sus instrucciones, nos formamos en otra fila para recibir el documento referido. Al abrir la carta, nos encontramos con que se trataba de un mensaje del presidente Felipe Calderón aludiendo a los ‘logros’ alcanzados por su gobierno a través de Liconsa. Por lo que puedo entender, ¿qué no se supone que nos encontramos en un periodo de veda electoral? Eso es proselitismo encubierto. Considero que el presidente debería ser un ejemplo en el cumplimiento de las disposiciones en materia electoral”. La lectora acompañó al texto enviado a esta columna una copia del que ella a su vez había recibido… Y, mientras AMLO advierte que por un espot de él salen tres de Peña Nieto y dos de Vázquez Mota, ¡hasta mañana!




Fuente: La Jornada