miércoles, 24 de abril de 2013

Dos Enriques. No te preocupes. Operación Madrugada. sario HorcABCitas


En la madrugada del martes Enrique Peña Nieto se dio cabal cuenta de que ciertamente no debería ser Rosario Robles quien se preocupara por el escándalo veracruzano de corte asistencial-electoral, sino el propio mexiquense que a esa hora (a las 3 am) ordenó difundir un comunicado de prensa para cancelar la pomposa ceremonia programada para siete horas después (a las 10 am), en la que esperaba dar a conocer una más de sus propuestas de reforma arropadas por el tripartidismo colaboracionista, la relacionada con el delicado tema de lo financiero (media hora antes de que surgiera la información oficial de Los Pinos sobre la cancelación, el vicepresidente ejecutivo, Luis Videgaray, la había anunciado en su cuenta tuitera, en una demostración más de adelantado protagonismo poderoso).

No era Peña Nieto el mismo del pasado viernes en Chiapas, retador y salvavidas, a la hora en que tuvo ya en horario hábil de este martes la posibilidad de abordar el tema del Chayogate jarocho. Allá, en una comunidad de Zinacantán, envalentonaba a su secretaria de desarrollo electoral (Sedelec): Y yo le decía (...) Rosario, no te preocupes, hay que aguantar. Porque han empezado las críticas, las descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y preocupa la política y las elecciones (reporte de Rosa Elvira Vargas en La Jornada: http://bit.ly/14NoUbs).

Pero el mismo declarante optimista y solidario se convirtió este martes en todo lo contrario, como si él fuera quien ya no hubiera aguantado la presión escenográfica e hipócrita del panismo encabezado por Gustavo Madero, quien se retiró del foro público (por ello no habría estado en la ceremonia de temas financieros que EPN tuvo que cancelar de madrugada), a pesar de que sigue apoyando tanto el Pacto por México como la propuesta de reforma financiera en sí, ni la del perredismo que a regañadientes (Jesús Ortega defiende el caracter transformador profundo de ese pacto y considera que obstruirlo o dañarlo favorece a los segmentos de poder afectados por esa suerte de revolución de terciopelo) ha tenido que seguir el ejemplo del panista Madero, para no quedar en un evidente fuera de lugar, y sumarse al esquema de chantaje político opositor a Los Pinos en realidad muy bien dispuesto a enfrentar y desahogar esos encarecimientos en la compra de voluntades pactantes.

El otro Enrique ya no consideró meras grillas electorales lo sucedido en Veracruz (donde el gobernador formal, Javier Duarte, sigue aferrándose a esa coartada que en realidad es autoacusación, adjudicando el Chayogate a afanes relacionados con comicios y desatando campañas de difamación contra el indefendible clan Yunes y la docena federal panista, lo que no excluye de responsabilidad ni exorciza el batidillo veracruzano). Por el contrario, aseguró que es su propósito vigilar que nadie, nadie lucre con las carencias y necesidades de las personas. Por eso, este gobierno no tolerará el uso electoral de los programas sociales.

Súbitamente dialoguista, buscador del arreglo y proponente de encontrar soluciones (un perfil diferente al mostrado, por ejemplo, con los profesores en protesta), Peña Nieto llegó al extremo de descalificar lo hecho hasta ahora, pues a cambio de que regresen a sus asientos colaboracionistas, el mexiquense ofreció trabajar hasta darle a los programas sociales un blindaje auténtico y real, con lo que es de deducirse que considera los actuales como falsos e irreales.


Los esforzados trabajos de salvamento se toparon, sin embargo, con la incapacidad defensiva de la propia Rosario Robles ante comisiones del Senado, donde la zarandearon sin que atinara a elaborar algo medianamente aceptable para diluir la tormenta en su contra. Chayo Cuchara no pudo convencer a nadie de que está utilizando a Pepe Mapachón para hacerse de una parte del pastel electoral en julio venidero.

Lo peor de todo se lo echó encima Robles por sí misma (la trucha ahumada por su boca muere), a la hora en que invocó el caso de la guardería ABC y de uno de los funcionarios que continúan cínicamente impunes. En una extraña vinculación de nombres y hechos, se colocó por su propia voz en el peor de los nichos, el de Juan Molinar HorcABCitas, quien fue director del IMSS (y ahora ha sido uno de los involucrados en el Pacto por México), y el del panismo que protegió a familiares de Margarita Zavala Gómez del Campo para que no fueran encarcelados por la tragedia infantil acontecida en Hermosillo: Pedir mi renuncia es como si panistas se la hubieran pedido a Molinar Horcasitas por guardería ABC, dijo.

Con esa equiparación con parte de la grave podredumbre del pasado calderonista, Robles ha ofendido la memoria de esas víctimas y la lucha sin respuesta justiciera que han sostenido los padres involucrados en esa tragedia. Pero, además, coloca en el mismo nivel al panista del sexenio pasado y al priísta del presente: Calderón no castigó a Molinar Horcasitas, lo sostuvo y le dio continuidad política, así que la titular de Sedesol (tal es su denominación oficial: Sedesol, no Sedeso) espera que Peña Nieto dé continuidad al espaldarazo de Zinacantán y tampoco la castiguen. Rudo dilema le enjareta la secretaria Robles a su jefe atareado hasta de madrugada en busca de salir del atorón que le regalaron tanto la ahumada secretaria como el desgastado gobernador de Veracruz.

Rosario aferrada a su cargo y amante del suspenso: ya suspendió la presentación de la propuesta financiera y tiene en suspenso la Cruzada en el DF. No renunciará, dice, porque no ha hecho nada indebido, ni está en los audios y videos jarochos ni tiene culpa por lo que hagan sus subordinados. ¿No te preocupes, Rosario, y aguanta? No se pierda los próximos capítulos.

Y, para cerrar, un ramillete de imágenes: aparece SúperPeña en Puebla, http://bit.ly/ZMSvsz según reporta agencia de fotoperiodismo Es Imagen; policías ocupan doble espacio de discapacitados en Naucalpan, http://bit.ly/ZMSLYA enviada por @gonzadanna; y vigilantes del IPN se estacionan en Zacatenco, http://bit.ly/XUbrJj remitida por @Serxiuxo ¡Hasta mañana!






Fuente: La Jornada | Julio Hernández López