lunes, 5 de noviembre de 2012

Morena en su laberinto. Procesalmente, bien. Quejas y denuncias. RL, en breve

En términos numéricos y procesales le ha ido bien a Andrés Manuel López Obrador en la fase de realización de asambleas y nombramientos de directivos para constituir un nuevo partido. Dada la base social del tabasqueño, el número de votos que recibió en la pasada elección presidencial, el tiempo que lleva en constante movilización y el desgaste de su principal contrapunto, el Partido de la Revolución Democrática, lo extraordinario hubiera sido que el Movimiento Regeneración Nacional hubiera tenido problemas formales para acreditar el número de ciudadanos interesados en su conversión partidista o para lograr la aprobación de sus propuestas básicas.

Sin embargo, este proceso ha sido particularmente ríspido, y no solamente porque de manera natural los adversarios de ese líder y ese movimiento se obstinen en colocar trampas y obstáculos. Planteado originalmente como mecanismo de consulta para saber si las bases de Morena deseaban seguir como movimiento o preferían convertirse en partido político, rápidamente fue dominado por la decisión, claramente tomada desde la cúpula, de impulsar la segunda opción. Luego se ha vivido un constante desajuste entre las buenas intenciones que AMLO ha difundido en sus discursos, buscando la creación no sólo de un partido diferente, sino de una cultura política distinta, sin los vicios que han formado tradición en la realidad nacional, y la práctica concreta de los grupos que han tratado de controlar la selección de los delegados y la designación de directivas estatales y que para ello, según diversos reportes, han desplazado a sus contrincantes internos con métodos que parecieran repetir la experiencia de tribus y tretas del PRD y que no permiten vislumbrar el destierro de los vicios partidistas tradicionales.

Esas quejas y señalamientos han recibido una constante descalificación de quien se encamina a ser el dirigente nacional de esa nueva organización, el mencionado López Obrador, quien atribuye las inconformidades a maniobras de adversarios mayores o de despechados menores. Sin embargo, entre quienes denuncian errores y desviaciones, y muestran desesperanza fundada ante lo que podría ser el futuro del Partido de la Regeneración Nacional (Pegenal), hay seguidores apasionados de las luchas libradas con AMLO al frente, deseosos de un nuevo camino pero temerosos de que la construcción de un nuevo partido termine en una recurrencia masoquista a los mismos procesos electorales que le han tumbado al tabasqueño dos veces la Presidencia de la República y que solamente han servido para consolidar una práctica política de cúpulas partidistas eternizadas en la falsa representación popular.

Aún peor: ya constituido como partido político, Morena podría terminar convergiendo en tristes espectáculos de unidad izquierdista a toda costa con los partidos a los que tanto repelió y que lo llevaron por ello a construir el propio. Es decir, y a pesar de que muchos de quienes están participando de buena voluntad en el proceso de movimiento (Morena) a partido (PRN) creen que se están desembarazando de un modelo perredista firmemente repudiado, a la hora de la verdad podrían ver a la nueva criatura repitiendo historias de negociaciones, reparto de candidaturas, frentes y otros mecanismos tan conocidos en el pasado oscuro de la izquierda electoral, sólo que ahora con Morena ya no como un movimiento tolerado, sino como un cuarto partícipe de subsiguientes alianzas con el sol azteca, el PT y el Movimiento Ciudadano. Dar vueltas y vueltas para acabar casi en lo mismo.


Andrés Manuel López Obrador es hasta hoy el único dirigente político capaz de organizar una resistencia popular ante los esperados embates del priísmo dinosáurico llegado al poder con ánimos de revanchismo concentrado. Por el bien de lo que queda de la izquierda mexicana y por la necesidad de sostener un movimiento social que vaya más allá de lo electoral, bien haría el tabasqueño si revisara con ánimo frío el proceso llevado hasta ahora en Morena, si se asumiera más como el líder social en lucha que México necesita que como el próximo dirigente de un partido más del sistema hasta ahora conocido y si evitara repetir procesos de candidaturas, campañas y desenlaces electorales que, a nivel nacional, en varias gubernaturas y en muchos municipios y congresos locales demuestran que continuar con las mismas fórmulas llevará a los mismos resultados.

Astillas

Asegura el augur legislativo Manlio Fabio Beltrones que en breve será aprobada la polémica propuesta de reformas en materia laboral que antes había dicho que pasaría por un largo proceso, entre otras razones porque había perdido el caracter de iniciativa preferente con el que Felipe Calderón la había enviado. Luego del cambio de giro que ordenó Enrique Peña Nieto, el diputado sonorense, quien había asegurado que Felipe Calderón vería la luz verde a esa reforma desde una silla que no sería la presidencial, dice que el voto de la bancada de tres colores en San Lázaro será consistente. A la luz de los zigzagueos, retrocesos y enredos que se han vivido en este asunto, tal vez lo único consistente sea esperar a ver qué nuevas inconsistencias aparecen.

Aun cuando las consecuencias prácticas poca diferencia muestran entre un gobierno republicano y uno demócrata, las elecciones presidenciales estadunidenses hacen a algunos observadores albergar esperanzas de que Barack Obama pudiera en un segundo periodo dar cumplimiento a sus promesas de cuatro años atrás respecto a reformas migratorias benéficas para parte de los mexicanos que viven en el país del norte. Sabido es que el peso migratorio de los paisanos aún no tiene traducción concreta en las estructuras de poder de Estados Unidos, pero aun así es ya un objetivo natural a mediano plazo de los políticos pragmáticos de uno u otro de los partidos que juegan a la democracia desde Washington.

Y, mientras se han cumplido cuatro años de la muerte de Juan Camilo Mouriño, ¡hasta mañana!




Fuente: La Jornada