lunes, 7 de mayo de 2012

Políticos cuestionan la rigidez del acartonado encuentro

Hasta los inflexibles priístas señalaron que pudo ser mejor


Hacia la mitad del debate presidencial, el senador Pablo Gómez no aguantó más. Se levantó de su lugar y fue a reclamar al consejero presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), Leonardo Valdés, la producción de la discusión, las tomas fuera de cuadro. Es el formato pactado por los partidos, respondió éste.

Semanas de negociación en que los representantes de los candidatos no dieron margen de maniobra: una cámara por candidato, sin posibilidad de ampliar las tomas ni de extender las participaciones de los abanderados.

No apareció en pantalla la foto con que Andrés Manuel López Obrador pretendía mostrar las complicidades de Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas, las imágenes comprometedoras de René Bejarano que el mexiquense buscaba evidenciar ni la portada de The Economist con que la panista pretendía ilustrar la corrupción priísta.

En el búnker del PRD, Porfirio Muñoz Ledo cuestionó el formato: Es muy acartonado y no permite el intercambio de argumentos ni la polémica. Es el formato que protege a Peña.

La justificación en el IFE: ninguno de los candidatos que incurrieron en errores acudieron el sábado a los ensayos. Sólo Quadri lo hizo, y él nunca tuvo una toma fuera de cuadro.

No había margen posible de maniobra. La rigidez del formato se acordó casi como pacto de sangre. El PRI fue inflexible en la negociación: bajo ninguna circunstancia habría tomas móviles, comentó el negociador de las izquierdas, Jaime Cárdenas.

Ni los tiempos. Contados segundo a segundo, sólo con un apoyo al candidato en turno: el teleprompter para advertir cuando faltaban 10 segundos. Inevitable la interrupción a que se vieron sometidos todos, aunque el punto más crítico fue cuando López Obrador mostró la foto de la complicidad Peña-Salinas, que no salió en la televisión. Esta vez tampoco, porque se le agotó el tiempo.

Al paso que corría el debate, el consenso fueron las críticas a la rigidez del formato. Incluso en el PRI, aunque con matices, dejaron entrever que la producción pudo ser mejor por las ostensibles tomas fuera de cuadro.

En el salón de las izquierdas, el momento culminante llegó cuando López Obrador reviró al priísta la foto de Bejarano:

Bejarano y Ponce están en la cárcel y usted, que fue secretario de Administración de (Arturo) Montiel, está aquí, expresó. El salón estalló por el golpe asestado. Pero también risas en todos los salones cuando el tabasqueño erró al mostrar de cabeza la imagen de Salinas y Peña.

En el salón del tricolor, los priístas celebraron varias veces el desempeño de su candidato, en particular cuando cuestionó los mil millones de pesos que el gobierno del perredista destinó a comunicaciones o cuando reviró el golpe a la panista sobre la tarea incumplida. Si no va a calificar la tarea, no la juzgue.

En el salón azul, la crítica de Vázquez Mota al caso Paulette fue lo más celebrado.

La elite partidista

Hacia las 18 horas, el WTC concentró a la cúpula del poder en todas sus vertientes ideológicas. Todos cruzaron los filtros de seguridad que desplegó el Estado Mayor, pero con el cuidado de no encontrarse.

Entre los priístas, los elegidos para estar en el Pepsi Center fueron Pedro Joaquín Coldwell y Francisco Rojas. Antes, el priísta Jorge Carlos Ramírez Marín esperó que Valdés cumpliera con el protocolo de seguridad y luego lo recibió con un gran abrazo.

Entre los últimos en entrar fueron Beatriz Paredes, el diputado Pablo Escudero y el senador del Verde Ecologista Arturo Escobar. Minutos antes, algunas hijas del matrimonio Enrique Peña-Angélica Rivera.

La cúpula panista prefirió llegar en el autobús de Vázquez Mota. Gustavo Madero, Cecilia Romero, Santiago Creel y Marco Antonio Adame, entre gritos de Josefina, Josefina. Previamente, la familia Vázquez Mota hizo lo propio: Sergio Ocampo y sus dos hijas. Entre los invitados especiales del PAN estuvo la esposa del presidente Felipe Calderón, Margarita Zavala.

Por la izquierda llegaron quienes conformarían el gabinete. Ocuparon los primeros lugares Juan Ramón de la Fuente, José Agustín Ortiz Pincheti, Raquel Sosa y Genaro Góngora Pimentel, entre otros. También Marcelo Ebrard, quien arribó con su esposa Rosalinda Bueso; el empresario Alfonso Romo y la escritora Elena Poniatowska. Aunque fue convocado, no llegó Cuauhtémoc Cárdenas.

El candidato del PRD a la jefatura de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, no perdió la oportunidad para hacer campaña y lució en la espalda un gran pegote proselitista. Su contricante del PAN, Isabel Miranda de Wallace, atravesó la calle entre las huestes del PRI, las cuales gritaban a su paso: Peña, Peña. Luego se reunió con Xóchitl Gálvez para ingresar al edificio, entre exclamaciones de Josefina, Josefina.

Horas después del nuevo desencuentro entre el IFE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial Federación por la cancelación de los conteos rápidos, sólo llegó la ex presidenta del organismo, María del Carmen Alanís, pues el presidente actual, Alejandro Luna, optó por viajar a Nueva York. Los otros cinco magistrados no acudieron.

En los alrededores hubo guerra de porras entre los contingentes de los tres partidos. Jóvenes priístas se ubicaron frente al cuartel panista, en un restaurante contiguo al WTC. A unos metros, seguidores del Movimiento de Regeneración Nacional sostenían pancartas y trataban de imponer sus voces a las del bando tricolor.




Fuente: La Jornada