Las bajas pensiones que reciben o la inexistencia de ellas obliga a las personas de la tercera edad a buscar trabajo, aunque las alternativas que existen en México para este sector son pocas.
Primitivo Orta Flores trabajó durante 45 años como obrero en una fábrica. Es jubilado y cuenta con una pensión de 2 mil 200 pesos, que no le alcanza para cubrir sus necesidades y las de su familia. Está enfermo, tiene diabetes y desde hace más de un año buscó empleo en una tienda de autoservicio como empacador voluntario para “vivir al día” y apoyarse con los gastos.
Don Primo —como le dicen sus compañeros—, labora en el tercer turno del centro comercial. Desde las cinco de la tarde a las 10 de la noche. Vive con su esposa y su hija de 28 años. La mayor parte de su pensión la gasta en la renta de su vivienda.
Ante la necesidad de contar con un ingreso adicional lo único que encontró, por su edad, fue el puesto de empacador, “en una empresa ya no, por los años no te dan trabajo”.
En un “día bueno” gana hasta 200 pesos de propinas laborando cinco horas, los seis días de la semana. Con ese ingreso apenas le alcanza para comer. No tiene un contrato en la empresa, no percibe un sueldo fijo ni tiene prestaciones.
Como él, en 2012 vivían en México 10.9 millones de personas adultas mayores, 72% estaban en situación de vulnerabilidad, con alguna carencia social, ya sea rezago educativo, sin acceso a los servicios de salud ni seguridad social, con deficiencias en su vivienda o con inseguridad alimentaria.
Para el segundo trimestre de 2014, la tasa de participación económica de la población de 60 años y más fue de 33.7%, mientras que una de cada dos personas de la tercera edad buscaba trabajo, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE).
La estadística indica que una de cada tres personas de 60 años o más —35.5%— labora y es remunerada, sin embargo, sus condiciones en las empresas no son del todo favorables. Casi la mitad de los adultos mayores no reciben prestaciones. Un total de 21 mil adultos mayores encontraron trabajo a través del Sistema de Empacado Voluntario de Mercancías. Sin embargo, en esta estrategia de vinculación laboral del Instituto Nacional de Personas Adultas Mayores (INAPAM), no perciben un sueldo, únicamente propinas.
Está dirigido a quienes han tenido alguna dificultad para competir en el mercado laboral, por sus competencias educativas o por el régimen de jubilación al que pertenecen, explicó Mayra Membrillo, jefa del departamento de Gestión y Seguimiento de INAPAM.
El problema es que el régimen de jubilación de 1997 señala que a los adultos mayores, que trabajen de manera formal, se les suspenderá su pensión durante el tiempo que laboren. En cambio por la ley de jubilaciones de 1973 las personas de la tercera edad pueden seguir cobrando su pensión, siempre y cuando el empleo que obtengan sea diferente en sueldo y puesto al que desempeñó durante su vida laboral, de acuerdo con la funcionaria.
Los adultos mayores que se desempeñan como empacadores voluntarios trabajan en tiendas de autoservicio con las que se tiene convenio, un promedio de cinco o seis horas a la semana, no son empleados de la empresa por lo que no perciben un sueldo ni cuentan con prestaciones, únicamente ganan las propinas de los clientes; además, se les pide como requisito tener algún tipo de seguridad social o bien afiliarse al Seguro Popular.
Uno de los que reciben el apoyo, del que se benefician las compañías sin ningún costo para ellas, es Primo, quien es afiliado al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), uno de los requisitos que se exigen para poder participar en este programa laboral.
Él sabe que la tienda en la que trabaja no lo respaldaría ni a ninguno de sus compañeros, en caso de sufrir un accidente o necesitar asistencia.
“El convenio es un préstamo de espacio, antes de los niños que trabajan como empacadores. Lo que nosotros buscamos es que nos dieran el puesto, porque la demanda de trabajo de la población es mayor a la que nosotros podemos solventar”, reconoció Bárbara Bernés subdirectora de concertación y promoción de INAPAM.
Deficiente política laboral
Don Primo, originario del estado de Hidalgo, lleva poco más de un año trabajando en una tienda de autoservicio al norte de la ciudad de México. La necesidad lo llevó a emplearse como empacador voluntario, son pocas las opciones para él. Así que agradece esta oportunidad. “Aún me siento bien para seguir trabajando, lo seguiré haciendo hasta que el cuerpo aguante y hasta que ‘el de arriba’ nos dé permiso”.
Tres de cada cuatro adultos mayores que se insertan al mercado laboral lo hacen bajo condiciones de informalidad, quienes lo logran ganan el salario mínimo y uno de cada seis no recibe ingreso por su trabajo.
Para Rosaura Ávalos Pérez, especialista en adultos mayores de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el programa de Empacadores Voluntarios responde a una política laboral que “tiene muchos huecos”, ya que les ofrece a los adultos mayores la posibilidad de tener un ingreso pero en “una situación de completa informalidad”, por ello, señaló, se debe pensar en mecanismos para dar empleo a este grupo etario en mejores condiciones.
El servicio de vinculación laboral ha generado otro tipo de estrategias para incluir a los adultos mayores en el trabajo, se ha tratado de colocar a este grupo de población en empleos de acuerdo con su oficio, habilidades o profesión.
En todo el país sólo 450 empresas se han adherido a la estrategia que da trabajo a los adultos mayores. “Lo que nosotros buscamos es el empleo formal”, comentó Bernés.
“Cabe aclarar que nosotros no les damos el empleo, somos un área vinculante, estamos haciendo un nexo entre el sector privado, las empresas que están sensibles al tema, y la población. Hemos hecho gestión para la adaptación de los perfiles para que se bajen los estándares de contratación. Nosotros apelamos a la experiencia del adulto mayor”, comentó.
Son las empresas de servicio y atención a clientes las que han abierto sus puertas a las personas de la tercera edad, con el propósito de no exponerlos a un “riesgo laboral”.
Quienes han conseguido empleo en alguna de estas empresas cuentan con prestaciones de ley y con un salario fijo, los sueldos oscilan entre los tres mil y ocho mil pesos mensuales, dependiendo del empleo y de las competencias del adulto mayor.
Las ocupaciones
Algunos de los puestos que pueden desempeñar son baristas en cafeterías, vendedores en tiendas de electrónicos, modelos para infomerciales, como armadores de cajas de galletas, en el área de limpieza de restaurantes, o como anfitriones en centros de venta de automóviles.
Una tercera parte de las personas que obtuvieron un empleo a través del INAPAM cuentan únicamente con estudios de primaria; casi una cuarta parte no saben leer ni escribir; dos de cada 10 concluyó estudios de secundaria; mientras que uno de cada 10 alcanzó el bachillerato y 9.3% tiene un título universitario.
El rango de edad que predomina entre los buscadores de trabajo es de 60 y 69 años, 38.95% son mujeres; mientras que 52% cuenta con una pensión y 48% no la tiene.
“En este caso lo de nosotros son modelos, es un tema que nosotros estamos piloteando, adecuando todo el tiempo, es un tema social y conforme van modificándose las condiciones se van haciendo adecuaciones al programa, pero en sí la responsabilidad por ley de dar empleo como tal no es tanta de nosotros, es de la Secretaría del Trabajo”, enfatizó Bernés.
Fuente: Astrid Rivera | El Universal