Renuncia Ebrard al PRD; reprocha cercanía del partido con Peña
Marcelo Ebrard renunció este viernes al Partido de la Revolución Democrática (PRD). Se ha mencionado que el ex jefe de gobierno capitalino será candidato plurinominal de Movimiento Ciudadano a la Cámara de Diputados.
En su carta dirigida al presidente nacional del PRD, Carlos Navarrete, señala que "como a muchos otros, Andrés Manuel López Obrador, Cuauhtémoc Cárdenas y Alejandro Encinas, he llegado a la conclusión de que el progresivo acercamiento de la dirigencia del partido al presidente Enrique Peña Nieto y al PRI es incompatible con los objetivos y deberes políticos de la izquierda mexicana”.
Recordó que desde el inicio de 2013 expresó su desacuerdo con el denominado Pacto por México “veo con tristeza que esa línea se mantiene e incluso se acentúa”.
El ex jefe de Gobierno capitalino plantea que hoy a todas luces es imposible continuar dando una batalla interna en el PRD, “cuando la dirigencia acepta el veto por el jefe de gobierno (Miguel Ángel Mancera) en contra de mi participación política”.
Sostiene que militó diez años con dedicación y lealtad a las causas enarboladas por el PRD. “He dado la lucha interna por mis convicciones en el congreso del partido, en la contienda interna, en las visitas que realicé a 26 estado de la república para encontrarme con numerosos compañeros del partido”.
Marcelo asegura que no se va del PRD por un arrebato ni para buscar fuero porque “no lo necesito y ya no existe... esta decisión es fruto de una serena decisión, y mantengo la misma posición que defendí estos años: debemos derrotar todos juntos al PRI en las elecciones de este año y en las de 2018 para que el país tenga, por fin, un gobierno progresista que abra nuevas realidades y esperanzada para México”.
Ebrard agradeció a los perredistas en toda la república su apoyo y muestra de simpatía “en estos días difíciles de calumnia y exclusión”.
La renuncia con carácter de irrevocable fue entregada en la presidencia nacional del partido a las 12:43 horas.
Fuente: La Jornada| Por Alma Muñoz
