Entre tensiones se lleva a cabo la movilización en la Secretaría de Gobernación, pues las barreras metálicas colocadas sobre Bucareli, en los cruces de las calles de Morelos y Lucerna fueron derribadas.
Ello luego de que un uniformado resultó herido al recibir una pedrada, según reportes de dirigentes campesinos. La policía reforzó su barrera humana.
En el jaloneo se suscitaron gritos, la gente más alejada de las barreras metálicas y humanas policiales corrió. Por altavoz se tuvo que llamar a la calma para impedir incidentes, sobre todo porque en la marcha hay niños.
El contingente del Frente Auténtico Campesino llegó esta tarde a las inmediaciones de la Secretaría de Gobernación, la cual está prácticamente rodeada por sus cuatro accesos.
Integrantes de la UNTA se colocaron en las cercanías de la SG, en tanto los de la Coduc, CNPA, SME y de la FIOAC MLN se quedaron en el cruce de avenida Reforma y Juárez.
Los dirigentes campesinos rechazaron reunirse con el subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, y exigen ser atendidos por el titular de la SG, Miguel Ángel Osorio Chong.
Por los altavoces, los campesinos que están en el cruce de Reforma y Juárez, advierten que llegaron al DF para "tomar" sus calles principales con el fin de que la población sepa que "estamos aquí para exigir solución a diversos problemas agrarios, de vivienda, de comercialización de sus cosechas, entre otros.
Procedentes de una veintena de estados, los labriegos llegaron con cazuelas de comida, mochilas, sarapes, al parecer dispuestos a pernoctar en la ciudad de México.
"No venimos a perder el tiempo sino a luchar por nuestro campo y por nuestras familias; es una lucha por la justicia", arengan algunos dirigentes locales a sus respectivos grupos.
Son cerca de 5 mil campesinos con sus banderines y mantas de sus respectivas agrupaciones. A las filas de la marcha se sumaron integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas.
Los campesinos exigen que no se privatice la propiedad social, un reparto equitativo del presupuesto y se detenga los proyectos mineros y eólicos que están dañando sus parcelas.
Fuente: La Jornada| Matilde Pérez
