viernes, 21 de diciembre de 2012

Perspectivas 2013. Optimismo tricolor. Apuesta para la apatía. La esperanza: el 132

Por lo que se ve en el arranque del sexenio, el PRI apuesta a una gran operación mediática y política de enajenación social en varias pistas: desde la electorera cruzada de presunta Hambre Cero de la rosariosalinista secretaria de desarrollo social hasta el pleito magnificado con el SNTE gordillista para abrir paso a mayores formas de privatización educativa; desde la absorción mercantil de la izquierda chuchistaperredista hasta el amedrentamiento y la satanización de las protestas juveniles; desde la alianza al estilo jefedieguista del PAN hasta las exageraciones de optimismo en busca de primermundismo por decreto del licenciado EPN.

El partido de tres colores y el neoenriquismo creen posible dar continuidad a la línea colectiva de desmemoria y apatía. De pronto la oposición institucional ha sido borrada del escenario mediante tretas de pactismo corporativo que condena a la marginalidad y la exclusión a quienes no se han subido oportunamente al nuevo tren mexiquense. Morena y López Obrador se pierden en los jaloneos menores y a veces infames de la construcción de un nuevo partido a como dé lugar, con la vista puesta en las próximas elecciones mientras el país se hunde en el marasmo y la canalla política se instala cómodamente en las alturas, con pretensiones de mantenerse por décadas en ese poder, hoy sin verdadero contrapeso organizado.

En todo caso, el nuevo modelo político nacional trata de trasladar las batallas importantes al interior de su seno nada revolucionario y facciosamente institucional. La obra guerrera de temporada tendrá como actriz principal a Elba Esther Gordillo, la propietaria de la franquicia sindical educativa que repela de las formas y ciertos detalles de la acometida enriquista en su contra, pero que, sabidamente, puede ser reconvenida y ajustada a las necesidades de la empresa tricolor cuando estén por ser leídas las últimas líneas de la representación teatral. Drama en las alturas, lucha épica entre el cortinaje palaciego, pleito entre Los Pinos y la casa de Salinas contra la jefa Elba, que finalmente sabrá aceptar los términos del nuevo contrato de convivencia que el sistema necesita.

EPN logró instalarse en el poder, entre otras cosas, porque pudo mantener la unidad en su partido, es decir, porque pudo más la ambición generalizada de la élite priísta por el retorno al poder que sus graves divergencias internas. Pero repartido el poder (y, sobre todo, concentrado en sus tajadas más importantes sólo en unas cuantas familias, dejando a otras las porciones menores o menos significativas) y comenzando a jalar cada facción hacia su lado, habrá de verse si esa unidad priísta fue un espejismo circunstancial o puede ser mantenida a largo plazo. El control del gran negocio trasnacional, el del narcotráfico, pondrá en tensión a diversos grupos de poder, deseosos unos de que sus inversiones electorales se traduzcan en impunidad para sus representados y mano dura para los adversarios. Otro punto de disenso previsible se dará cuando llegue la distribución de comisiones, dividendos y participaciones en temas como el petróleo. Famosa es la frase de que cuando no se reparte bien el botín, suele haber motín.

Las varias elecciones estatales que se realizarán en 2013 tendrán como consecuencia inmediata la consolidación o la evaporación del presunto efecto victorioso del retorno del PRI al poder federal. Si los candidatos del partido de tres colores ganan la gran mayoría de los comicios venideros, el fatalismo tradicional del mexicano encontrará razones para presuponer que la noche priísta habrá de ser de larga duración y que toda insistencia en oponerse a ese ciclo nefasto será infructuosa y peligrosa. PRD y PAN buscarán alianzas como ya lo hicieron en 2011, retomando escisiones priístas y presentando fórmulas sin mayor expectativa positiva que el enfrentar en mejores condiciones al PRI.

Y, sin embargo, hay una franja que permite mantener esperanzas. El punto más brillante de 2012 fue la aparición del movimiento luego conocido como 132. En medio de un sopor cívico extremo, entre un electorado mayoritariamente decidido a aceptar la imposición comercial del PRI y desde las entrañas de centros de estudio particulares emergió una oposición creativa, alegre, inteligente y participativa que cimbró al aparato político-electoral-televisivo, colocó el libreto triunfalista del Revolucionario Institucional en aprietos y avivó las posibilidades de un triunfo presidencial izquierdista.

La oleada juvenil se desató a partir de la reivindicación de la violencia institucional que hizo Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana un viernes de mayo, a propósito de la represión ordenada contra habitantes de San Salvador Atenco por el gobierno estatal que él encabezaba. Un video histórico desencadenó un hasta entonces impensable levantamiento pacífico. Luego vinieron las marchas, manifestaciones y pronunciamientos que a pesar del bache electoral, y de la virtual inmovilización a la que el liderazgo opositor izquierdista condenó a sus bases, siguieron adelante hasta llegar al día primero del presente mes.

Mermado de manera explicable por la redefinición ideológica que el curso de la lucha ha producido, cada vez con mayor presencia y predominancia de jóvenes provenientes de escuelas públicas que privadas, enlazado involuntariamente con grupos radicales y anarquistas, con infiltrados y provocadores, el 132 sigue adelante, a pesar del talante represivo anunciado por el nuevo régimen y de linchamientos mediáticos inducidos desde el poder. Tan golpeado y amenazado es el 132 porque en él reside buena parte de la expectativa de lucha en un sexenio que los nuevos propietarios creían y hubieran querido monolítico, pactado.

Y con estas líneas termina el trabajo astillado correspondiente a 2012. Esta columna descansará un par de semanas y volverá a publicarse el 7 de enero próximo. A quienes acompañaron este navegar, ¡felicidades, y aquí nos volveremos a encontrar!




Fuente: La Jornada