Será la novatada, la inconsciencia o el exceso de cinismo que algunos políticos utilizan recurrentemente como herramienta de trabajo, pero el hecho es que el flamante jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, se dice sorprendido por el gran revuelo que ha generado la propuesta (cuya paternidad sería etérea, pues ha sido negada por el propio funcionario y los asambleístas) de cobrar a los capitalinos un impuesto por uso de alumbrado público (10 por ciento adicional sobre recibo por consumo de energía eléctrica).
Así, el sorprendido ex procurador capitalino considera que no hay por qué enojarse, pues la citada propuesta carente de paternidad no es una idea nueva; si ustedes revisan en el país, una gran cantidad de poblaciones cobra este impuesto, de tal suerte que habría que esperar el debate que se dé en la Asamblea Legislativa, ya que es un tema que debe analizarse de manera exhaustiva (La Jornada, Gabriela Romero).
Mancera fingió demencia y no respondió si el impuesto por alumbrado público es un planteamiento del gobierno del Distrito Federal, pero sí dijo que la propuesta de la Comisión Federal de Electricidad de los diferentes municipios, de los estados (¿los padres biológicos de la iniciativa?), es algo que se ha trabajado durante mucho tiempo. Básicamente, no quiero incurrir en una imprecisión, pero no sé si sólo el Distrito Federal está fuera de este esquema. Es un trabajo de las legislaturas locales y depende de cómo se redacte.
El jefe de gobierno dice que no fue él quien propuso el nuevo impuesto y mucho menos que giró instrucciones para que los asambleístas perredianos lo aprueben. A su vez, los asambleístas aseguran que a ellos que los esculquen, pues la iniciativa corresponde a Mancera y sus genios financieros. Éstos, por su parte, juran que todo es un mal entendido, porque el tema surgió en una plática informal. Como si se tratara de un chiste o de una anécdota. Pero lo cierto es que todos ellos (legisladores capitalinos, jefe de gobierno y genios) dan por hecho que en 2013 los habitantes del Distrito Federal cargarán con el nuevo gravamen.
Sería maravilloso que la tercia de padres irresponsables se diera una vuelta por las no pocas zonas de la ciudad de México que permanecen en penumbras por la deficiente o inexistente infraestructura de alumbrado público, y el autor de estas letras propone un primera zona a supervisar (se recomienda llevar linternas): avenida Toluca, en la delegación Álvaro Obregón, una ruta muy romántica, porque siempre está e media luz, en la que también podrá constatar (cuantificar sería imposible por la abundancia) la voluminosa existencia de baches (cuando menos cinco años sin repavimentación), fugas de agua (un día sí y el siguiente también), postes de luz a media calle, paraderos ilegales de peseros y autobuses, inseguridad creciente, policía ausente, un brutal congestionamiento vial, y tantas otras gracias, todas ellas pagadas con nuestros impuestos.
El olfato político de Mancera, sus genios y los asambleístas es envidiable, porque olvidaron que gracias a la extinción de Luz y Fuerza del Centro, decretada por Felipe Calderón en octubre de 2009, los habitantes del Distrito Federal (a quienes oficialmente no se les aumentarán las tarifas, según dijo Alfredo Elías Ayub, en ese momento director general de la CFE) vieron duplicado, en el mejor de los casos (porque en otros el incremento fue de 700-800 por ciento), el monto a pagar en sus recibos de energía eléctrica, por mucho que no incrementaran el consumo. Y ahora pretenden un cargo adicional (10 por ciento sobre el monto del citado recibo).
Es tal el peloteo que se traen con el origen del hijo por ellos desconocido, que algunos asambleístas brincaron a la palestra para denunciar que “hubo un presunto intento de albazo en el órgano legislativo para dar luz verde a ese cobro, pues no existe ninguna iniciativa para imponer un cobro a la ciudadanía por el alumbrado público”, pero de cualquier suerte no se justifica el cobro que quiere agregar el gobierno del Distrito Federal. En la tienda de enfrente, los voceros del GDF dicen el jefe no fue, pero sí los legisladores, y éstos a su vez defienden la tesis de que la responsabilidad es del secretario de Finanzas, Edgar Amador Zamora, y del tesorero, Emilio Barriga Delgado (paradójico apellido), quienes expusieron la propuesta de que con ese cobro se recaudarían cerca de mil millones de pesos.
Y para rematar, siempre en aras de la claridad, el propio Mancera jura que se trata de un planteamiento de la Asamblea Legislativa, y nosotros vamos a esperar a que se dé este debate. Lo que estoy seguro que se buscaría es la aplicación de ese recurso obviamente para el tema del alumbrado público, que es una demanda sentida. Eso sí, aclaró, el gravamen no entrará en vigor por el momento, sino hasta que los diputados locales lo decidan. El hecho, sin embargo, es que el puñal fiscal está a punto de ser clavado en la espalda de los capitalinos, y no sólo por el asunto del alumbrado público.
Lo anterior, porque el gobierno del Distrito Federal recularía en lo que a tenencia vehicular se refiere, mientras revisa incrementar el predial, el cual, se supone, entre otras cosas sirve para cubrir los costos de alumbrado público. Pero también de esto se deslinda Mancera: los diputados y las diputadas son los que tendrán que debatir esto; nosotros observamos las propuestas, el tema de la tenencia no es algo que yo propuse.
Entonces, en el peloteo entre el GDF y los asambleístas prepárense para cargar con el nuevo impuesto, aunque sus calles permanezcan a oscuras.
Las rebanadas del pastel
El 26 de diciembre Toño Helguera ?(@ahelguera) publicó en Twitter: “oiga @ManceraMiguelMX: ésta es mi calle, está así desde hace más de un año, ¿nos va cobrar impuesto a la oscuridad?” (http://pic.twitter.com/OHVrnQbz). Preguntaba al jefe de gobierno, a los asambleístas y a los genios financieros del GDF si el monero, su familia y sus vecinos tendrían que pagar por algo que no tienen. Excelente propuesta: documentemos gráficamente a los novatos, inconscientes o cínicos qué es lo que los capitalinos estaremos obligados a pagar en calles con postes de alumbrado público, pero sin luz. Enviémosles fotografías de nuestras calles para que comprueben lo acertado de una propuesta de cuya paternidad nadie se responsabiliza.
Fuente: La Jornada