martes, 22 de mayo de 2012

Los jóvenes realizarán la hazaña de transformar al país: AMLO

Educación, ciencia, tecnología y cultura, ejes para el desarrollo, exponen estudiantes

Miles de alumnos de instituciones de educación superior acudieron al encuentro en Tlatelolco


La hazaña de transformar al país por la vía pacífica se concretará gracias a la participación de la juventud, sostuvo el candidato presidencial del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador. Se congratuló de que haya surgido, al fin, la generación de la transformación y los convocó a trabajar para lograr el verdadero cambio que México requiere.

Miles de alumnos de diversas instituciones de educación superior y bachilleratos de 17 estados se congregaron en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, para ser partícipes en el Encuentro Nacional de Estudiantes con AMLO, donde dieron a conocer una agenda juvenil que pone como punto de partida considerar a la educación, la ciencia, la tecnología y la cultura como ejes fundamentales para el desarrollo de la nación.

Se decía que los jóvenes eran apáticos, que no les importaba la política. ¿Cómo no les va a importar si esta generación es la generación de la crisis? (Pero) se va a convertir en la generación de la transformación de México, señaló López Obrador frente a un ambiente festivo y crítico.

Nunca más les cerraremos las puertas

En caso de triunfar en los comicios de julio, una de las primeras acciones de su gobierno, dijo, será visitar casa por casa en busca de los chicos para incorporarlos al trabajo y al estudio, a garantizar las becas y alcanzar un 100 por ciento de inscripción en todas las universidades públicas. Nunca más vamos a cerrar las puertas a los jóvenes, vamos a construir el futuro con ustedes.

Sorprendido con la respuesta juvenil, el candidato de las izquierdas subrayó la capacidad crítica de los jóvenes para no ser engañados por la propaganda electoral... Ya se entendió cómo los que se creen los amos y señores de México quieren mantener este régimen de corrupción, injusticias y privilegios. Pensaban que iba a ser muy fácil con la mercadotecnia y la publicidad engañar a la gente. Pero no tomaron en cuenta que los jóvenes son mucha pieza. Mis respetos.

Lanzó tres solicitudes que de inmediato los jóvenes se comprometiron a cumplir: seguir informando y orientando sobre el proyecto alternativo de nación en las redes sociales; generar conciencia entre la ciudadanía de la necesaria transformación, y cuidar, durante la jornada electoral, las casillas en todo el país para evitar que se repita la historia del año 2006.

Al encuentro acudieron estudiantes de las universidades Nacional Autónoma de México, Autónoma Metropolitana, Autónoma de la Ciudad de México, de Ciudad Juárez, de San Luis Potosí, Benito Juárez de Oaxaca, del estado de México, Chapingo, de Guadalajara, Iberoamericana, Instituto Politécnico Nacional, Tec de Monterrey y muchas más, quienes le dieron su apoyo.

Sé que muchos universitarios están por salir de vacaciones. (Y) les hago la propuesta que las dediquen a trabajar por la democracia. ¿Hacemos ese compromiso?, preguntó. La respuesta se extendió en un largo y agudo Siiiiii.

Desde esta plaza, espacio donde se dio una de las muestras más crudas del autoritarismo priísta el 2 de octubre de 1968, López Obrador se comprometió a no defraudar a los jóvenes ni a la ciudadanía, pues para emprender las reformas que la nación requiere necesitará su apoyo.

Entre un sector de los asistentes se escuchó la consigna ¡fuera Elba!, a lo que López Obrador garantizó que Elba Esther Gordillo, dirigente del SNTE, ya no va a manejar la educación en este país.

Antes que el candidato hablaron seis jóvenes representantes de todas las instituciones que figuraron en el encuentro. Giovanni Aguirre, de la UNAM, invitó al candidato a asistir a Ciudad Universitaria. ¡CU, CU, CU!, fue el llamado de toda la masa reunida en la plaza, que aún guarda esperanza que esa visita se concrete.


Defender el voto, les pide el candidato; no nos falles, le responden



Tarde luminosa de generaciones idas y presentes en la plaza tlatelolca

Roto el mito de que los jóvenes son apáticos frente a la vida política del país, estudiantes de cerca de 200 universidades de toda la nación, públicas y privadas, acudieron ayer, tarde esplendorosa de mayo en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, a sellar un pacto con el candidato del Movimiento Progresista, Andrés Manuel López Obrador.

Ellos aseguran a gritos que harán la tarea que les asigna el candidato: en los 40 días que restan para las elecciones deben orientar el pueblo, vigilar las casillas y defender el voto de quien, sin dudarlo, ya ven como su presidente.

A cambio, AMLO promete, sin necesidad de escenificar firma alguna, cumplir las demandas y aspiraciones que el movimiento estudiantil le pone enfrente: derecho a la educación de calidad; no más rechazados; cupo para todos; un sistema de becas extenso y eficaz.

Y también, pensando más allá de la graduación, mirando a su futuro hoy incierto, exigen proyectos de desarrollo y empleo que incorporen a los egresados de la educación superior. No más subempleo o desempleo para los futuros ingenieros y diseñadores; literatos e historiadores; abogados y politólogos; biólogos y astrofísicos; filósofos y contadores. No más fuga de cerebros, no más chambas chatarra para los médicos y licenciados, antropólogos, normalistas y veterinarios del mañana.

La Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca propone una demanda más: inclusión de los discapacitados en el sistema universitario.

Tarde de pensar en generaciones idas y presentes; de dejarse calentar el alma por los fantasmas de aquellos que en este mismo sitio fueron masacrados hace 44 años, invocados por Paco Ignacio Taibo II, jóvenes de entonces que asistían a una concentración estudiantil parecida, pero diferente a ésta.

Flanqueando a AMLO no hay políticos, sólo estudiantes en nombre de distintas casas de estudios: los 165 tecnológicos del país, representados por el de Mérida; la UNAM, universidades de los estados, la Ibero, desde luego, heroína de la coyuntura; Chapingo y la UACM –creada por el mismo López Obrador como jefe de Gobierno del DF–, la UAM y el Poli. Sus discursos tienen una sonoridad tan fresca como no se había escuchado hasta ahora en las campañas.

Toca abrir a Armando Iturbe, joven bien vestido de la Uia (donde para estudiar se deben pagar, cuando menos, 150 mil pesos al año). La injusticia social no le es ajena. Muy serio voltea a ver al candidato: No nos falles. Y prende al respetable que estalla en gritos: ¡No nos falles! Muy conmovido, López Obrador les contesta: No voy a fallarles; es en serio.

Giovanni Aguirre, de la FES Acatlán, repite para solaz de todos el resultado del ensayo de elecciones que se hizo la semana pasada en la UNAM, donde López Obrador barrió con 85 por ciento de los votos. Y si alguien pide revisión, nosotros sí estamos dispuestos a un recuento voto por voto, casilla por casilla.

El futuro politólogo de la UAM Julián Castruita emite la frase más cruda del acto: El lugar de los jóvenes debe ser el aula, no la calle ni los ataúdes. Pone el dedo en una llaga dolorosísima de su generación: centenares de universitarios desaparecidos o asesinados en la capital y los estados.

Christian Ramírez, del IPN, se queja de la falta de democracia y reducción de presupuesto en el Poli; Rodrigo Flores, de la UACM, en cambio, no menciona el conflicto interno en su universidad, y por último Adrián Gorozica, del Tecnológico de Mérida, recuerda que cuatro de cada diez ingenieros del país son egresados de los 162 planteles hermanos del Instituto Politécnico, afectados hoy por el abandono y la gradual privatización.

¿Qué cuántos serían? Desde el templete se ve que todos los confines de la plaza están cubiertos... Desde las ventanas del edificio Chihuahua penden mantas gigantes del Poli, de AMLO, del sindicato de electricistas en resistencia, el SME; pendones con las palabras Universidad y Revolución. La muchedumbre busca sombra en los centenarios muros de tezontle de la iglesia de Santiago. Desde la azotea del edificio 15 de Septiembre debe verse curioso el latido de la multitud, que salta al unísono: ¡El que no brinque es Peña!

¿Cifras? Quién sabe. Pero el sesentayochero Jesús Martín del Campo hace memoria y calcula que pocos momentos colmaron así la emblemática explanada. Aquella tarde del 2 de octubre de 1968, antes de que el espacio se cubriera de sangre; después, algunos mítines conmemorativos de la noche de Tlatelolco: el quinto, el 25, el 40 aniversario. Y tal vez aquel 15 de septiembre de 2006, cuando en respuesta Andrés Manuel López Obrador fue ungido presidente legítimo por sus seguidores.

Finalmente, AMLO frente al micrófono: habla de su inspiración en la secundaria, un maestro del 68, Rodolfo Lara, que hizo huelga de hambre y fue preso político; de sus años en la FCPS de la UNAM, adonde entró en 1973, bajo la fuerza del chileno Salvador Allende. Y abordó un tema no muy frecuente en sus discursos: No despreciamos a quienes piensan que la vía armada es una posibilidad para la transformación. Pero con todo respeto, nosotros vamos a luchar siempre por la vía pacífica y electoral. Él, que se define como de la generación de la transición democrática, frustrada con el fraude a Cuauhtémoc Cárdenas en 1988; que padeció el engaño de la generación de la alternancia panista, gatopardista, finalmente llega a este día para constatar: Estoy feliz, ya hay relevo generacional. ¡Viva la generación de la transformación!

Y con esa frase desata la apoteósica despedida con la que concluyen tres días en un solo impulso juvenil, tres días de sinergia –analiza Taibo II– que desafían a la fuerza de gravedad que ejercen, a seis semanas de las elecciones, las encuestas y la televisión. ¡Presidente!, ¡presidente!, retumba la Plaza de las Tres Culturas.

Y los muchachos se dispersan tarareando el arreglo que, con permiso de Violeta Parra en el más allá, hizo Pedro Miguel de sus versos:

“Aquí están tus estudiantes /Plaza de las Tres Culturas/recuerdo de los caídos/para la gente futura/aquí seguimos haciendo/la historia sin amargura/¡Caramba y zamba la cosa/con enojo y con ternura!”




Fuente: La Jornada