miércoles, 18 de septiembre de 2013

Gobierno sólo se toma la foto, pero abandona a los damnificados

TIXTLA. Gro.- La laguna de Tixtla de Guerrero, conocida como “El espejo de los Dioses”, inundó una tercera parte de este municipio donde pobladores, normalistas de Ayotzinapa y guardias comunitarios, sin ayuda gubernamental, hacen todo lo posible por sobrevivir a la tragedia provocada por la tormenta Manuel.

En lanchas, improvisadas balsas y nadando en medio de aguas negras, decenas de tixtlecos se apoyan para rescatar sus bienes, conseguir víveres y resguardar viviendas ante la rapiña. Es preciso recordar que en este municipio se conformó un grupo de autodefensa ante la falta de seguridad que azota gran parte de la entidad.

Proceso realizó un recorrido a bordo de una lancha en este poblado, ubicado a 20 minutos de la capital guerrerense. El único acceso de Chilpancingo a Tixtla es por un libramiento donde se paga 20 pesos de cuota, debido a que la carretera federal que conecta la región Centro con la Montaña se encuentra obstruida por varios derrumbes.

En Tixtla, las calles de al menos cinco barrios prácticamente están convertidas en ríos y los servicios de telecomunicaciones de la empresa Telmex se encuentran colapsados, así como el suministro de energía eléctrica.

El severo escurrimiento pluvial de cuatro barrancas, principalmente la de Xaltipan, provocó el desbordamiento de la emblemática laguna tixtleca, que inundó los barrios El Santuario, Cantarranas, El Campo Santo, San Isidro y San Antonio, todos ubicados en la zona oriente y que juntos representan una tercera parte del territorio de Tixtla, habitado por al menos 30 mil personas.

La tragedia -como en otras ciudades de la entidad- exhibió la ausencia de prevención de las autoridades frente a los asentamientos en márgenes de ríos, barrancas y lagunas.

Mientras el presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador Ángel Aguirre Rivero realizaron un recorrido mediático -aéreo y terrestre- en la ciudad de Chilpancingo, donde visitaron un albergue y una parte de la zona devastada por la tormenta Manuel, en Tixtla la ayuda gubernamental se enfocó en instalar tres albergues en el centro de la población, dejando a su suerte la zona anegada donde el agua alcanza un nivel de dos metros en los puntos más cercanos al Espejo de los dioses.

Arturo Ponce, Francisco Castañedo y Juan José Vargas, habitantes del barrio de Santiago y quienes a bordo de una pequeña embarcación de aluminio están realizando una significativa labor social -ayudando a transportar personas, llevar víveres y rescatar artículos electrodomésticos- refieren que la tragedia simplemente ha rebasado a las autoridades gubernamentales.

El panorama en las inmediaciones de la laguna de Tixtla,  que desde hace 20 años no había crecido en esa magnitud, es desolador: decenas de casas, iglesias, planteles escolares, unidades deportivas y cultivos se encuentran inundados desde hace tres días.

Durante este lapso, algunas viviendas han sucumbido, otras permanecen bajo el agua y los pobladores, apoyados por guardias comunitarios y normalistas de Ayotzinapa, no han dejado de luchar para conseguir víveres, rescatar algunos bienes y dar una muestra de solidaridad que está caracterizando al resto de los guerrerenses.

Las personas están nadando en las aguas negras, tapizadas de ranas y algas, donde flotan cadáveres de animales de granja. Algunos arrastran balsas improvisadas y los pocos tienen acceso a embarcaciones de madera o fibra de vidrio. La manera no importa, lo que vale es salvar lo que se pueda.

A pesar de que Guerrero fue declarado zona de emergencia, los damnificados de Tixtla reprochan la ausencia de brigadistas de Protección Civil, el Ejército y la Marina en las labores de rescate en la  parte inundada de Tixtla.

A los soldados sólo se les observa al interior de los albergues y a los brigadistas y policías municipales recorriendo las calles a bordo de patrullas.

Por su parte, el presidente de la localidad de San Antonio, considerada como un barrio más de Tixtla, Margarito Pintor García, sólo hace una petición: “Queremos un medio de transporte, una lancha, para poder trasladarnos y traer vivieres a los hogares”.

Los habitantes del barrio de San Antonio, lugar ubicado sobre un cerro frente a la laguna, permanecen incomunicados desde el domingo, cuando la inusual creciente inundó los dos accesos al asentamiento.

Actualmente los víveres escasean en este lugar, donde habitan un promedio de 200 personas, en su mayoría niños y mujeres, quienes rechazaron evacuar la zona por temor a sufrir actos de rapiña.

Durante el recorrido en lancha sobre la calle Alberto González Valle, que conecta la regidora Erica Alcaraz Sosa junto a su esposo, estaban sentados sobre el techo de su casa con un semblante desencajado.

La imagen sintetiza la actitud que han asumido las autoridades locales frente a esta tragedia.





Fuente: Proceso| EZEQUIEL FLORES CONTRERAS