domingo, 5 de mayo de 2013

Asume Pemex fracaso con la española Repsol

Acumula pérdida por 10 mil 200 millones de pesos, casi la mitad de lo que invirtió en 2011

Pone en venta Pemex su fallida inversión en Repsol

La mayoría de los recursos para esta transacción provinieron de deuda, según informes oficiales
Después de 20 meses y una inversión superior a los 20 mil 783 millones de pesos, Petróleos Mexicanos (Pemex) clasificó su participación accionaria de casi 10 por ciento en la propiedad de la petrolera española Repsol como activos disponibles para su venta.

El gobierno de Felipe Calderón calificó esta operación como una inversión estratégica y consideró que ese era el primer paso para la internacionalización de la petrolera nacional.

Informes oficiales precisan que Pemex acumula ya una pérdida de 10 mil 200 millones de pesos (equivalente a casi 50 por ciento del valor inicial de la operación), por la adquisición, en agosto de 2011, de 57 millones 204 mil 240 acciones, con lo que Pemex incrementó el derecho económico y de voto en Repsol a 9.49 por ciento.

Esta operación realizada durante la administración del presidente Felipe Calderón y reiteradamente defendida por el entonces director general de Pemex, Juan José Suárez Coppel, fue financiada en su mayoría con deuda.

De acuerdo con los informes emitidos en su momento por Suárez Coppel, el 30 por ciento de esa compra se hizo con recursos propios que mantenía la paraestatal en caja y el monto restante con la contratación de deuda.

No es dinero tirado a la basura

En una entrevista con La Jornada (11/10/11), el entonces director general de Pemex justificó la compra de acciones de Repsol: La operación en Repsol sirve para dar valor a Pemex. No es dinero tirado a la basura, no es inversión para ver qué nos da. Estamos invirtiendo en un activo líquido, que nos paga un dividendo que alcanza más que a cubrir el costo de la deuda.

Además de la ganancia financiera, Suárez Coppel aseguró en aquella ocasión que existe un beneficio adicional que no puede medirse en metálico. Hay un gran potencial de colaboración, mencionó. Se trata, dijo, de ganar en ideas, tecnología, capacidad de ejecución y de gestión.

Tantas veces se han quejado de que deberíamos cambiar la Constitución para que pudieran venir otras empresas a invertir con nosotros para hacernos de tecnología. Bueno, cambiemos el lado de la moneda. Si lo que queremos es coinvertir con otras empresas para hacernos de tecnología, capacidad de ejecución, etcétera, pues hagámoslo donde sí podemos, que es fuera de México.

Esta adquisición sumó en total alrededor de mil 200 millones de euros, equivalentes a unos mil 700 millones de dólares, al tipo de cambio vigente en el momento de la transacción.

A finales de agosto de 2011 se adquirieron 57 millones 204 mil 240 acciones en Repsol YPF con un costo 20 mil 783 millones 820 mil pesos. Estas acciones fueron adquiridas a través de PMI HBV, a través de las cuales Pemex obtuvo participación directa jurídica y económica de estas acciones por aproximadamente 4.69 por ciento del patrimonio de Repsol.


Además, desde 2008, Pemex ha suscrito y renovado su participación en Repsol a través de swaps con instituciones financieras sobre 58 millones 679 mil 799 acciones por las que Pemex ha obtenido los derechos económicos y de voto adicionales (aproximadamente 4.80 por ciento del patrimonio de Repsol).

Así, al 31 de marzo de 2013 la tenencia accionaria de Pemex sobre las acciones de Repsol, junto con los derechos económicos y de voto adquiridas a través de los swaps, incrementaron el derecho económico y de voto en Repsol a 9.49 por ciento.

La compra de las acciones de Repsol por parte de Pemex en 2011 se realizó a través de operaciones con diversas entidades entre las que se encuentran HSBC, Credit Agricole CIB, Natixis y Grupo Financiero Inbursa. El asesor financiero de esta transacción fue Credit Agricole CIB.

Posteriormente, en la segunda quincena de abril de 2012, las acciones de Repsol, las cuales están pulverizadas en los mercados financieros internacionales, sufrieron un gran descalabro en sus precios después de que la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, determinó nacionalizar el 51 por ciento de las acciones pertenecientes a Repsol YPF, una de las filiales de más valor de la petrolera española.

Más adelante, ante la imposibilidad de pagar utilidades en efectivo, el 19 de junio de 2012 Repsol emitio un programa de pago de dividendos en acciones, por lo que el 5 de julio de 2012 Pemex recibió 2 millones 600 mil 191 acciones como pago de dividendos en especie.

Al cierre del primer trimestre de 2013 y según el valor de mercado de las 59 millones 804 mil 431 acciones Pemex arrastra una perdida de 10 mil 125 millones 912 mil pesos.

Ahora, Pemex se apresta a cerrar un nuevo negocio con la adquisición de un astillero en quiebra en Vigo, España. Apenas el miércoles pasado Pemex anunció que suscribió con el astillero español Hijos de J. Barreras (HJB) una carta de intenciones donde plasmaron los términos y condiciones básicas que permitirían la adquisición, mediante un aporte de capital, de 51 por ciento de las acciones de esta compañía.

Según Pemex el objetivo que persigue es transferir a mediano plazo el conocimiento tecnológico de HJB para crear capacidad constructora de buques especializados en México, a fin de poder atender la demanda de la paraestatal.


Pemex y Repsol: los costos de la opacidad
La aventura corporativa de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la empresa española Repsol –el incremento en 5 por ciento de la participación accionaria de la paraestatal en la compañía ibérica, concretado a mediados de 2011 por la administración calderonista, valuado en más de 20 mil millones de pesos– ha resultado, según la información disponible, un fracaso rotundo: a más de 20 meses de dicha operación, el valor de los activos adquiridos se ha desplomado en más de 10 mil millones de pesos –la mitad del costo total de la compra accionaria–; adicionalmente, la perspectiva de que Pemex tuviera un mayor peso e influencia en el gobierno corporativo de Repsol quedó sepultada a consecuencia de choques internos entre capitanes de esta última empresa, y los activos accionarios de la trasnacional en manos de Pemex –presentados por su anterior director general, Juan José Suárez Coppel, y por medios y opinadores afines como un vehículo para la internacionalización de la paraestatal– han sido colocados por el actual gobierno como disponibles para su venta.

La afectación financiera y patrimonial derivada de esta operación para Pemex es particularmente inadmisible en un entorno en que se ha insistido en señalar que la compañía acusa gravísimos problemas financieros y que carece de recursos suficientes para invertir en rubros estratégicos, como la exploración, la explotación y la refinación. Cabe preguntarse por qué, entonces, se decidió invertir un monto semejante en la referida compra accionaria, en vez de invertirlos en la petrolera mexicana.

Pero acaso lo más grave del episodio es que permitió exhibir la opacidad, discrecionalidad y arbitrariedad con que se condujo a la paraestatal durante el sexenio anterior. Cabe recordar que el mencionado Suárez Coppel omitió en su momento dar cuenta al consejo de administración de Pemex sobre la adquisición accionaria en Repsol, con el argumento de que ese tipo de acciones no deben anunciarse antes de realizarse, y decidió llevar a cabo la operación al margen de la supervisión de las autoridades mexicanas, toda vez que se realizó mediante una empresa filial –PMI Holdings– establecida en Holanda y regulada por las leyes de ese país. En los meses posteriores, y más allá del alegato sobre una incierta internacionalización de la paraestatal, las autoridades nacionales fueron incapaces de dar una explicación coherente sobre las motivaciones para fortalecer, a través de la compra accionaria, a una de las competidoras de Pemex en el mercado internacional de los hidrocarburos.

Tal actitud, por lo demás, se replicaría meses después con la firma de un contrato con astilleros gallegos en quiebra para la construcción de buques hotel, suscrito prácticamente en secreto y sin licitaciones públicas de por medio.

Ante el cúmulo de irregularidades que permearon la expansión accionaria de Pemex en Repsol y en vista de las pérdidas económicas que derivaron de dicha operación, lo procedente es que la actual administración ponga un alto a la opacidad con que se han conducido los recursos de la paraestatal en asuntos como los comentados, e investigue, transparente y sancione plenamente ésos y otros casos de presumibles manejos inadecuados de la compañía petrolera. La discrecionalidad en estos asuntos puede resultar muy costosa, como quedó de manifiesto con la aventura corporativa de Pemex en Repsol, y no sólo en términos de pérdidas económicas, sino también en desgaste de la credibilidad de la administración pública en su conjunto.




Fuente: La Jornada | Israel Rodríguez J.