martes, 3 de enero de 2012

Alzas por doquier. Bienvenidos a 2012. Gastón, una vez más

Oficialmente no concluye aún el tradicional Lupe-Reyes, pero los efectos de la empinadísima cuesta de enero (de 90 grados para la mayoría de los mexicanos) se patentizan desde ya: se incrementan los precios de alimentos, transporte, gas LP, tarifas eléctricas, peajes, verificación vehicular, colegiaturas, entre otros, y nada raro sería que en el primer fin de semana del Año Nuevo se concrete el primer gasolinazo de 2012. Todo ello, y lo que se acumule, en un entorno de deterioro económico y enrarecimiento del ambiente político-electoral. Así, el presunto “aumento” a los minisalarios prácticamente quedó nulificado pocas horas después de su aprobación por el “consejo de representantes” (gobierno, patrones y “líderes obreros”).

Como es costumbre, a lo largo de 2011 el incremento a los precios repercutió más sobre la población que percibe menos ingresos en México. La inflación anual de bienes y servicios que adquirieron las familias con ingreso hasta de un salario mínimo fue de 3.54 por ciento (hasta noviembre pasado) por arriba de la inflación oficial general, para los hogares con ingresos de entre uno y tres salarios mínimos el aumento a los precios fue de 3.71, para los hogares que perciben ingresos de entre tres y seis salarios mínimos la inflación fue de 3.64 y para los hogares que tienen ingresos superiores a seis salarios mínimos tuvieron una inflación anual de 3.43. Así, se observa que las familias más desfavorecidas tuvieron una pérdida mayor en su poder de compra.

Como bien apunta el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, en noviembre pasado la variación mensual del índice de precios al consumidor de los alimentos (agropecuarios y procesados) fue de 0.93 por ciento, por lo que tuvo una inflación anual de 4.30 por ciento, ubicándose por arriba de la general y mayor en 0.23 puntos porcentuales a la observada en el mismo periodo de 2010 (4.07 por ciento). El índice de la canasta básica reportó un incremento mensual de 2.47 por ciento, por lo que su variación anual se ubicó en 5.17 por ciento, superior a la general y a la observada en el mismo mes del año pasado (4.13 por ciento).

Por lo que toca al ingreso, el citado centro de estudios agrega que para 2012 la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos, por medio del “consejo de representantes”, autorizó un “aumento” de 4.2 por ciento al miniingreso, de tal suerte que para el área geográfica A será de 62.33 pesos diarios, para la B de 60.57 y para la C de 59.08, con un promedio de 60.66 pesos. “Si se descuenta el salario mínimo de cada región con el índice nacional de precios al consumidor –INPC– (la inflación oficial) se tiene que de enero de 2000 a noviembre de 2011 el salario mínimo general ha acumulado una pérdida de 3.7 por ciento, o bien, 66 pesos al mes. Si el mismo ejercicio se hace para las distintas regiones, los resultados son similares: la región A ha perdido 8.1 por ciento (154 pesos al mes), la B 3.6 (63 pesos al mes) y la C ha crecido uno por ciento (16 pesos al mes).”

Sin embargo, si se considera que la inflación de la canasta básica ha sido mayor a la del INPC, los resultados empeoran notablemente. Descontando los salarios con la inflación de la canasta básica, éstos han acumulado en 11 años una pérdida de 9.1 por ciento (167 pesos al mes). La región con peor desempeño es la A, que ha acumulado una reducción de 13.2 por ciento en su poder de compra (261 pesos al mes). Por su parte, la B ha caído 8.9 (164 pesos al mes) y la C 4.7 (79 pesos al mes). “De lo anterior se desprende que si bien el crecimiento del salario mínimo de 4.2 por ciento anunciado para 2012 va en línea con las expectativas de la inflación, no lo es si se toma en cuenta la pérdida del poder de compra vivido en los últimos años. La consecuencia inevitable del empeoramiento de los ingresos salariales es el bajo crecimiento en el mercado interno.”
El CEFP subraya que cada vez se aprecia un detrimento en el ánimo de los consumidores, tanto en el largo como en el corto plazo, “lo que se podría explicar, en parte, por el deterioro de su situación económica actual comparada con la de hace un año en ambos periodos. La renuencia de los consumidores a comprar bienes de consumo duradero en el corto plazo podría incidir en la dinámica de la demanda interna a través de un menor consumo y ahondar más el lento crecimiento de la economía nacional, la cual se espera que, en el presente año, crezca menos que en 2010 y mucho menos en 2012”.

En este contexto, retoma las cifras del más reciente reporte del Inegi (noviembre de 2011) en lo que a confianza del consumidor se refiere: si bien aumentó 1.18 por ciento anual, con el cual sumó 23 meses de alzas consecutivas, dicha proporción resulta menor en 12.06 puntos porcentuales al incremento observado en el mismo mes de 2010 (13.24 por ciento). “Los consumidores mantienen una expectativa pesimista, debido a que aprecian que su situación económica es menos favorable actualmente comparada con la de hace un año. La confianza de los consumidores sigue mostrando alzas anuales moderadas, la de noviembre es la segunda más baja en 2011 y el nivel del índice aún se ubica por debajo de su máximo antes del periodo de crisis.”

Cerca de concluir el año, apunta el centro de estudios mencionado, “la información acerca del rumbo que está tomando la economía nacional no es halagüeña. Los indicadores adelantados ubican al país en fase de desaceleración por séptimo mes consecutivo. En suma, la economía sigue generando pocas oportunidades laborales, lo cual se agrava por la desaceleración económica en Estados Unidos y por la débil situación del mercado interno mexicano. Por ello, las reducciones en las proyecciones de empleo del Banco de México no hacen sino confirmar la difícil situación que atraviesa el país, y que podría empeorar aún más si la crisis europea contagia al resto de las economías”. En síntesis, bienvenidos a 2012.

Las rebanadas del pastel

Propiedad de Gastón Azcárraga, el grupo hotelero Posadas “se encuentra en debilidad financiera que pondría en riesgo el cumplimiento de sus vencimientos de deuda este año; sus actuales márgenes de utilidad son inferiores a los reportados cuando se inició el proceso de quiebra de Nuevo Grupo Aeronáutico (Mexicana de Aviación)”, de acuerdo con un reporte de la calificadora Standard & Poor’s (La Jornada, Julio Reyna Quiroz). ¡Qué lástima!, porque ahora el voraz empresario no puede culpar a los trabajadores de la aerolínea de su fracaso en el negocio hotelero.




Fuente: La Jornada