sábado, 30 de abril de 2011

López Obrador no toma prisioneros

El PRD está lejos de ser hoy una fuerza política que, como en 2006, esté con posibilidades serias de ganar la Presidencia de la República. Pero quizás por eso en ningún partido vemos en estos días una lucha tan abierta por el poder, por el control del partido y por la candidatura presidencial, como en esa fuerza política.

Según decíamos esta misma semana, López Obrador ha decidido quedarse con todo, con el partido y con la candidatura y en buena medida lo ha logrado. El siguiente paso ha sido tratar de acorralar a Marcelo Ebrard: por eso la violencia de las manifestaciones del SME. Como si los sectores más radicales del lopezobradorismo no hubieran avanzado lo suficiente sobre las posiciones de Ebrard en las últimas semanas, ahora, una vez superado el tema de las alianzas en el Estado de México, han decidido presionar al jefe de Gobierno, en la ciudad. Lo que se busca es “obligar” a Ebrard a actuar contra el SME, con lo que lo enfrentan a uno de las principales grupos de presión del perredismo duro o, de no hacerlo, lo enfrentan con la sociedad capitalina.

La forma en que actúe Ebrard será clave para su futuro: si cae en la trampa de tratar de contemporizar con el SME terminará perdiendo sus respaldos sociales en el DF y, si es así, se quedará sin nada, porque resulta obvio que la principal fuerza del jefe de Gobierno no está en las bases duras del perredismo sino en la gente, sobre todo en la clase media baja de la ciudad.

Pero la tentación allí está: hasta Jesús Zambrano terminó “justificando” los actos vandálicos de la gente de Martín Esparza. Hasta ahora Miguel Ángel Mancera parece estar decidido a seguir adelante con los procesos contra los responsables de los actos violentos del lunes, y habrá que ver hasta dónde se llega.

El otro tema es la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Allí las jugadas parecen cruzarse: ese elefante blanco que sirve para muchas cosas menos para educar a los jóvenes y mucho menos para formar profesionales, fue uno de los más injustificables actos populistas del gobierno de López Obrador: hoy han pasado diez años de su creación, se han matriculado 11 mil jóvenes en ella, se ha gastado un millón de pesos en cada uno y sólo han egresado, con título profesional, 47 estudiantes.

El promedio de la mayoría de los alumnos es de 2.5. Es vergonzoso: lo que se planteó como una alternativa luego de la huelga en la UNAM se ha convertido en una suerte de refugio becado para sectores del partido del sol azteca.

Dar a conocer la situación de la UACM es un acto imprescindible para limpiarla y hacer de esa institución un centro educativo real, algo que hoy no es. Limpiarla implica sacar de ella a muchos de los cuadros del lopezobradorismo que allí se refugiaron. Pero también, y ahí vuelve a estar del desafío para Ebrard, de la forma en que se actué ante esa Universidad dependerá en mucho lo que suceda con el hombre que Marcelo impulsa para que sea su sucesor en el DF, el secretario de Educación, Mario Delgado.

El espacio real que tiene Delgado en la operación de la Educación del DF está acotado, porque buena parte de la educación en el ámbito local depende de la SEP, pero sobre la UACM tiene plena responsabilidad Delgado. Es un espacio en el que deberá actuar y sustentar parte de sus opciones futuras.

En todo esto, en la lucha ni siquiera tan sorda que se está librando en el perredismo, hay un factor que no se ha contemplado. Se piensa en los sectores de centroizquierda que, si se le deja la candidatura presidencial a López Obrador, éste aceptará no disputar otros espacios, como el Gobierno de la Ciudad, el Congreso o el partido.

No conocen o no quieren conocer al hombre que ha encabezado esa fuerza política en los últimos años: López Obrador los considera traidores por no haber seguido su ruta; si puede, los va a dejar sin nada. Va a disputar, como lo está haciendo, el partido, incluso con la desfachatez de colocar en su dirección nacional al propio René Bejarano (¿alguien tiene alguna duda ahora de para quién robaba Bejarano?); va a buscar poner a los suyos en todos los puestos de elección popular posibles, como lo está haciendo en el Estado de México, incluso desplazando a la dirección local del partido; en la Cámara de Diputados va a colocar a Agustín Guerrero en lugar de Alejandro Encinas; y en la Ciudad de México tratará de bloquear a como dé lugar a Mario Delgado o a cualquier candidato que tenga el sello de Ebrard.

Tendrían que comprender lo que se ha visto desde fuera del PRD desde hace mucho tiempo: López Obrador sólo negocia cuando está él mismo en control de la situación y, en términos estrictos, no negocia, concede.

No contempla espacios de tolerancia para quienes no sean de los suyos. Asume la lealtad como fidelidad y sumisión. En política, y más dentro de su partido, López Obrador no toma prisioneros. Se deshace de ellos. Y ahí está el SME para demostrarlo.

http://www.eldiariodesonora.com.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=14639:lopez-obrador-no-toma-prisioneros&catid=86:columnas
Jorge Fernández Menéndez