lunes, 22 de abril de 2013

Dos bodas. México de castas. Circo y Molotov. Aguanta, Rosario


Fue una boda recatada, sin excesos ni ostentación, a pesar de la nube de elementos de seguridad, las viandas celebratorias, las camionetas blindadas, los visitantes poderosos y la atención nacional concentrada en ese Tekik de Regil cercano a Mérida. Podría decirse, en realidad, que fue una boda doblegada, humillada, agraviada, pues esa pareja de vecinos de la localidad fue obligada a cambiar de hora y lugar la ceremonia y el festejo correspondientes a su matrimonio sin renombre, de segunda, según pareciera a los organizadores de la sociedad de castas, para dar paso y no molestar a los contrayentes de lujo, Emiliano Salinas y Ludwika Paleta.

Así lo relató la reportera Cecilia Ricárdez en una publicación local: “Como parte de este trabajo de ‘acondicionamiento’, le pidieron al señor Julio Torres, dueño de un pequeño circo, que suspendiera sus funciones programadas para viernes, sábado y domingo, porque no querían que el ruido y su presencia entorpecieran las actividades de los invitados. Para este fin le pagaron 1,500 pesos por los tres días, monto que le pareció injusto, porque llega a ganar hasta 2,500 pesos por función, pero quienes le solicitaron el retiro no le dejaron opción.

Con este mismo tenor pidieron el cambio de sede de una boda de Tekik de Regil, la cual tendría lugar en la cancha ubicada frente a la hacienda. La celebración será en la telesecundaria de la localidad. A pesar de que el director advirtió que no era un sitio para festejos, ayer dijo que recibió órdenes de dar el permiso e incluso ya se llevaron decenas de cartones de cerveza a la escuela ( http://bit.ly/14HHz8x ).

También fue cancelado un concierto de Molotov en Mérida, sin mayor explicación y provocando que de inmediato corriera la versión de que se debía a la boda del hijo de Salinas, a media hora del sitio donde se realizaría el concierto de la banda, que en Facebook sólo mencionó: ¡GENTE DE MÉRIDA! De las cosas que más nos caga es que se cancele un toquín y más cuando no está en nuestras manos. Pero, a pesar de que hubo insistencia en la comunicación por Internet para que el grupo musical precisara el motivo que había provocado la cancelación, todo quedó en un conveniente silencio que hizo que algunos seguidores de la banda les dedicaran algunos pasajes de sus propias canciones críticas del poder o la referencia en cuatro palabras, carente de corrección política, a una conducta poco bravía.

Dos bodas distintas y un solo poder verdadero, el de Carlos Salinas de Gortari, quien fue acompañado en la ceremonia de su heredero político por Enrique Peña Nieto (así fue señalado por El Universal, aunque no hubo confirmación oficial inmediata del asunto), Arturo Montiel, Manlio Fabio Beltrones, Jorge Emilio González, Alfredo del Mazo y varios secretarios de estado y gobernadores, entre estos el de Chiapas, Manuel Velasco Coello, el güero que también sostiene relación amorosa con una partícipe del espectáculo televisable, Anahí.

Los nombres de los asistentes no pudieron ser confirmados porque se tendió una suerte de túnel con mantas y toldos para que pasaran los vehículos de los invitados sin que pudieran ser vistos, además de que se organizó una estrategia peculiar para evitar que se conociera con anticipación el lugar de la ceremonia y la fiesta, con fuerzas federales y estatales coordinadas en un blindaje que mantuvo alejados a los habitantes del lugar y a los medios de comunicación. Todo enmarcado en algunas de las propiedades del solícito salinista agradecido Roberto Hernández, aquel dueño de Banamex que vendió esa firma acogiéndose a una posibilidad de simulación legal que le causó al interés nacional un quebranto de alrededor de 3 mil 500 millones de dólares.


La conjunción de factores de poder político, económico, farandulero y mediático en las inmediaciones de Mérida da fuerza a las especulaciones que colocan al hijo de Carlos Salinas como un proyecto familiar político que se inició con la presentación en San Miguel de Allende, en 2010, de un peculiar discurso de superación personal que, fundado en enseñanzas polémicas de un grupo extranjero dedicado a adoctrinar élites, sirvió para aceitar una presentación en público acompañada de una organización en busca de la paz (léase o reléase el Astillero del 23 de abril de 2012, titulado El joven gurú Salinas http://bit.ly/11BkFbc ).

Ahora, en el esquema de asociación de imagen de un político con una actriz o cantante de fama por televisión (al estilo de Peña Nieto con Angélica Rivera, de Velasco Coello con Anahí o incluso del panista César Nava con Patylú), Emiliano Salinas Occeli se instala en una plataforma de promoción personal que podría ser impulsada por el propio Peña Nieto en retribución a lo hecho por Salinas de Gortari en su favor.

Entre los asistentes a La Toma de Tekik de Regil, según algunas versiones periodísticas, también habría estado Rosario Robles Berlanga, recién fortalecida por el especial apoyo que públicamente le brindó Peña Nieto en relación con el escándalo desatado en Veracruz. Aun cuando lo usual es que los subordinados se sacrifiquen por el jefe, en este caso ha sido al revés. Aunque hay una razón de fondo que ha sido asumida por el propio mexiquense con su llamado a que la ex jefa del gobierno capitalino aguantara las críticas y siguiera adelante: el diseño de la operación electoral con recursos públicos asistenciales ha sido autorizado por el propio ocupante de Los Pinos y Robles no es más que una operadora aplicada, a la cual no se le puede culpar del todo por los errores procesales.

Sin embargo, la postura presuntamente exculpatoria de Peña respecto a su secretaria de acción electoral no puede quedar en las consideraciones subjetivas de que se está frente a críticas. Lo que hay son hechos firmes, presuntamente constitutivos de delitos que ya han sido denunciados ante autoridades que ciertamente dependen de la voluntad política del propio Peña pero que no pueden ocultar la dimensión de lo grabado en Veracruz. Aunque, en este México de castas... ¡Hasta mañana!




Fuente: La Jornada | Julio Hernández López