La retahíla de verdades a medias que la secretaria del Trabajo, Rosalinda Vélez, fue a contarles a los miembros de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados muestra lo segura que está de que al final de cuentas saldrá adelante por la vía expres la reforma laboral propuesta por Felipe Calderón y apoyada por Enrique Peña Nieto.
Prácticamente eludió dar respuestas directas a los legisladores, sólo fue a tomarles el pelo. Quedó sin explicación de la secretaria el punto más vulnerable de la iniciativa: mediante una ley secundaria se pretende anular conceptos fundamentales del artículo 123 constitucional.
Un cambio de tal magnitud –según los expertos– debería transitar por la vía que la propia Constitución señala para modificarla: una mayoría legislativa calificada y la aprobación de los congresos estatales. En otras palabras, la reforma es inconstitucional.
Fuente: La Jornada