Con la reforma laboral que hoy será aprobada en San Lázaro se fortalece la conversión de México en depósito de mano de obra barata para beneficio de los grandes grupos empresariales, nativos y trasnacionales, y el encadenamiento de nuestro país, en calidad de subordinado pleno, a los proyectos de reordenamiento económico diseñados en Washington. Retirando candados históricos de protección mínima a los trabajadores y consolidando el control mafioso de los caciques sindicales sobre la colectividad trabajadora, se inicia la segunda fase de reformas neoliberales iniciadas en el primer salinismo a través del Tratado de Libre Comercio: de lo neoliberal a lo neolaboral, como primer paso de la pripanista estrategia de rediseño nacional que tratará de alcanzar los rubros energético y fiscal.
El calderonismo mantuvo a raya la irritación popular causada primero por el fraude electoral y luego por un gobierno mediocre, frívolo y corrupto, utilizando las fuerzas armadas (policías federales, soldados y marinos) que, a propósito de la guerra contra el narcotráfico (reacomodo gerencial de altura; disputas en las élites por rutas, mercados y ganancias), instauraron el terror institucional como método de control social. Ahora, el peñanietismo pretende concentrar a los mexicanos en la ruda batalla por la conservación del empleo, para que no alcancen a protestar ni organizarse. El debilitamiento del esquema laboral revolucionario irá más allá de las primeras medidas adoptadas ahora. Además, las siguientes reformas estructurales (petróleo, IVA) generarán tales turbulencias que los ciudadanos preferirán defenderse individualmente, cuidando lo propio con la esperanza de que sean otros los agraviados.
Frente a la muy cantada regresión laboral impulsada por el PAN y el PRI, más sus aliados menores, no hubo organización social ni liderazgo que pudiera presentar más que una resistencia testimonial. Andrés Manuel López Obrador y Morena están más concentrados en la organización de un nuevo partido político, a tal grado que no hubo una explicación puntual y oportuna de los motivos por los cuales el ex candidato presidencial y su movimiento no otorgaron un apoyo razonablemente aceptable a las protestas y acciones contra la mencionada reforma laboral. El miércoles, AMLO estuvo en el informe de Iztapalapa, con Clara Brugada, a la que algunos suponen ya como predestinada integrante de la dirección partidista de Morena. En ese acto, el tabasqueño desempolvó el concepto (que anduvo de vacaciones tácticas) de la mafia del poder que, a como se ven las cosas, tiene muchas cosas por reformar, para seguir beneficiándose, sin que haya una oposición eficaz.
Astillas
Al más puro estilo de aquella pareja cómico-política que en el sexenio pasado hacía aparecer a un vocero ante los medios de comunicación para explicar lo que el presidente quiso decir, ahora el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, ha considerado necesario intentar una adecuación de las sonoras palabras que en la ONU había pronunciado el actual ocupante de Los Pinos, llamando a que esa organización mundial haga una valoración profunda de los alcances y límites del actual enfoque prohibicionista en materia de drogas. Calderón no quiso decir que esté contra ese enfoque prohibicionista sino que está a favor de que se discuta y analice. Solemne e inconmovible, Poiré aseguró que en la administración felipista no habrá cambio de timón (pues no, en realidad lo que se les ha acabado es el viaje).
El que no tuvo dudas ni requirió de intérpretes políticos fue Yuri Fedotov, director de la oficina de la ONU para asuntos de drogas y delitos. Respecto a la exigencia hecha por los representantes de Colombia, Guatemala y México para que esa organización encabece la búsqueda de alternativas contra el narcotráfico, el funcionario dijo que esa tarea no le corresponde a Naciones Unidas. Recordó que el año pasado se había ratificado el ánimo prohibicionista, y que no le parecía realista pensar en la realización el año entrante de una convención sobre el tema. Esos afanes, puntualizó, se llevan tiempo.
Seis años después, Javier Lozano Alarcón llega a su destino natural. Experto en telecomunicaciones, parecía encaminado en 2006 a encargarse de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de la naciente administración calderonista, pero en un lance que las especulaciones atribuyeron a una suerte de veto de Televisa, acabó en la Secretaría del Trabajo, donde desarrolló una de las gestiones más agresivas contra asalariados y sindicatos, siempre al servicio de los empresarios pero, sobre todo, de las envenenadas instrucciones de su jefe instalado en Los Pinos. Ahora, Lozano Alarcón ha sido instalado en la presidencia de la Comisión de Comunicaciones y Transportes del Senado, donde tendrá oportunidad de maniobrar en favor de su antigua impugnadora, Televisa, y de las empresas e intereses que convengan a la alianza pripanista en curso. Fuera de esa comisión ha quedado (al menos hasta ayer) el panista chihuahuense Javier Corral, quien ha denunciado con insistencia los múltiples manejos irregulares con que las cámaras legislativas benefician o intentan beneficiar a las televisoras, en especial a la todopoderosa Televisa.
El nombramiento del investigador emérito de la UNAM, Francisco Bolívar Zapata, como encargado de ciencia, tecnología e innovación en el equipo de transición de Peña Nieto fortalece las aspiraciones y el crecimiento del grupo político que en esa universidad encabeza José Narro. Es de suponerse que el anuncio hecho ayer significará el arribo de FBZ a la titularidad del Conacyt. Se verá, sin embargo, si hay alguna otra posición para ese grupo, ganador neto junto con el priísmo, que mantiene la vista puesta en la SEP.
Y, mientras la DEA reclama su parte de gloria en la aprehensión de uno de los jefes de los Zetas, en San Luis Potosí, aduciendo que esa agencia también colaboró, no en acciones directas, pues jura que no las realiza, pero sí ayudando a armar los rompecabezas, ¡feliz fin de semana!
Fuentte: La Jornada