Seis años después, las boletas y la documentación de esos comicios siguen sin ser destruidos
El fantasma del fraude electoral de 2006 sigue, aun hoy, pasando factura.
Renta de bodegas en todo el País, sueldos de militares asignados a vigilancia día y noche los siete días de la semana, adecuación de espacios y trabajo extra para funcionarios del IFE forman parte del costo que se paga en México por la desconfianza.
La participación de la milicia en estas labores cobra especial relevancia debido a que en este sexenio, como nunca antes, se ha necesitado la presencia de soldados en las calles de todo el País encabezando la batalla contra el crimen organizado.
Así, seis años después del triunfo de Felipe Calderón en la elección presidencial, las boletas y la documentación de esos comicios siguen sin ser destruidas.
Se trata de 130 mil 483 paquetes que contienen las boletas y actas de escrutinio que se utilizaron hace seis años y que, de acuerdo con lo que establece el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, deberían haber sido destruidas en diciembre de 2006, cinco meses después de la elección presidencial de ese año.
Sin embargo, se conservan debido a los recursos interpuestos por particulares para pedir que se revise voto por voto, tal como lo exigía Andrés Manuel López Obrador luego de su derrota.
Los paquetes se mantuvieron resguardados por el Ejército en los 300 distritos del País, y, dos años después, en octubre de 2008, el material fue trasladado a bodegas estatales, donde continúan bajo vigilancia militar.
En Morelos, por ejemplo, todos los días un empleado del IFE tiene que ir a la bodega y revisar los sellos de la puerta, la cual es custodiada por soldados.
En Querétaro son siete los elementos castrenses que vigilan la paquetería electoral. Es decir, si los turnos de guardia fueran de 8 horas, sólo en ese Estado se necesitarían 21 soldados para custodiar las boletas.
En Hermosillo, la protección de los paquetes electorales ha obligado a los militares a establecer un campamento en la bodega donde los papeles permanecen resguardados.
¿Cuánto tiempo más se dedicarán recursos humanos y materiales a cuidar las boletas? Ni siquiera los funcionarios del IFE lo saben. La mayoría no tiene claro por qué tienen que guardarlas.
"Las boletas no se mueven porque hay un juicio en la Corte Interamericana. Es un material intocable", es la postura oficial de la junta local del IFE-Colima.
En contraparte, Érik Gámez, vocero de la junta local del IFE en Guanajuato, opina que será el Trife el que determine qué pasará con la papelería.
Fuente: Reforma