La pregunta está en el aire, dice El Huffington Post, la versión española de uno de los diarios con mayor número de visitas en el mundo. El próximo domingo 1 de julio, unos 80 millones de mexicanos saldrán a votar y decidirán si el Partido Revolucionario Institucional (PRI) regresará a la presidencia con el candidato Enrique Peña Nieto. Las últimas encuestas -hechas públicas el miércoles- indican en un promedio una preferencia hacia el priista por una brecha de más de 10 puntos del contendiente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Andrés Manuel López Obrador, agrega el periódico digital.
“El escritor Mario Vargas Llosa describía en 1990 a México como la dictadura perfecta porque era gobernado por el PRI, un partido inamovible del poder de ese país desde 1929. El 2 julio de 2000, la prensa nacional e internacional declaraban su fin. Vicente Fox había ganado las elecciones de ese año con el Partido Acción Nacional (PAN) y había comenzado un periodo de alternancia política”, recuerda.
“Cuando el PAN, con Vicente Fox, ganó las elecciones, mucha gente dio por desaparecido al PRI, evidentemente no había desaparecido. Su maquinaria y su poder como partido estructurado siguieron vigentes”, explicó Carlos Malamud, investigador del Real Instituto Elcano para América Latina, a El Huffington Post.
“En los últimos 12 años, el PRI ha trabajado en la rehabilitación de su estructura, principalmente entre grupos de jóvenes para dejar atrás su imagen de un partido ‘dinosaurio’, y ha recuperado el poder en algunos estados del país, que son de importancia estratégica en estas elecciones”, agrega el diario. “El partido definió su transformación como: El nuevo PRI. Para Malamud, el verdadero reto del candidato priista -si llega a la presidencia- será administrar la convivencia de viejas con nuevas estructuras.
La posibilidad del regreso del PRI en estas elecciones ha sido resultado también de las acciones de los otros partidos, asegura el politólogo del Colegio de México, Sergio Aguayo. “Tanto el PAN como el PRD en términos generales reprodujeron los mismos vicios del PRI, se corrompieron, se obsesionaron con ocupar los cargos y se olvidaron de la ciudadanía”, comenta al El Huffington Post.
Los investigadores coinciden en que la ventaja del PRI está hecha también de los errores del resto de los partidos. El PAN eligió a una candidata débil -Josefina Vázquez Mota- que tendría que explicar las acciones del presidente Felipe Calderón sobre el narcotráfico y la violencia.
El PRD seleccionó a Andrés Manuel López Obrador, quien perdió las elecciones en 2006 y nunca reconoció el resultado oficial. En un apartado que llama “El fantasma del fraude”, El Huffington Post recuerda que López Obrador denunció un fraude en 2006, pero las autoridades electorales no le dieron la razón. Durante su campaña ha señalado delitos electorales, principalmente de los simpatizantes del PRI.
Los investigadores aseguran que aunque las trampas para ganar votos en las elecciones son actividades que han identificado al PRI desde hace mucho tiempo, en los últimos años se ha vuelto una actividad recurrente entre todas las fuerzas políticas. “Aguayo ha señalado que el Instituto Federal Electoral no ha cumplido con su tarea de vigilar y castigar las actividades que puedan llevar a un fraude, cuando inclusoalgunos casos de compra de votos han sido ya denunciados públicamente.
‘El uso abundante de recursos no está siendo controlado por las autoridades electorales, los árbitros no han sido capaces de frenar esa orgía de dinero que se avienta para comprar las conciencias de los más pobres’”. La política en México, agrega el diario digital, es un trabajo muy codiciado y para acceder a un puesto público la única vía de acceso son los partidos políticos. Manejan importantes cantidades de dinero que el Gobierno les entrega para que hagan campaña y además garantizan sueldos muy generosos. “Mientras en España, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tiene un sueldo mensual de 6,500 euros, un diputado federal mexicano obtiene hasta 15,000 euros en un mes”.
Fuente: Sin Embargo