El cardenal Juan Sandoval Íñiguez habló sin tapujos sobre su labor pastoral de 17 años al frente de la Diócesis de Guadalajara, de sus “enemigos” que desde el poder tratan de crearle una imagen negativa, de su amistad con el gobernador Emilio González Márquez y de su “experiencia bonita” en el Vaticano cuando fue ungido el Papa Benedicto XVI.
GUADALAJARA. (Proceso Jalisco).- Aceptada ya su renuncia por el Papa Benedicto XVI, el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, accedió finalmente a hablar con este semanario, luego de más de un lustro de negativas reiteradas, lapso en el que sí concedió innumerables entrevistas a reporteros de otros medios, aun los de tiraje reducido.
Tras varias semanas de ausencia, el domingo 5 Sandoval reapareció en un acto público para ordenar como sacerdotes a 33 de los 39 diáconos que terminaron su curso de la semana previa. Se le vio cansado y caminaba con dificultad a causa de una afección intestinal que se complicó en los últimos dos meses por un problema de circulación.
El purpurado tiene 78 años, 17 años de los cuales ha estado al frente de la arquidiócesis y ha impuesto sus manos a más de 600 presbíteros. Convaleciente aún, Sandoval recibió a este semanario en su residencia de Tlaquepaque la tarde del miércoles 8.
Más encanecido, recio pero afable, habló todo, excepto del cuestionamiento que hicieron varios sacerdotes en una carta publicada en noviembre pasado en la que le criticaban su renuencia al diálogo, su autoritarismo, su falta de sencillez y humildad, y le pidieron que dejara sus polémicas declaraciones “que provocan enemistades aun dentro de la Iglesia” y que se alejara “ya del mundanal ruido” (Proceso 1777).
“De eso no quiero hablar para nada. No me la mientes (la carta) siquiera”, dice al reportero. También se negó a hablar de su relevo en la arquidiócesis, ni de sus aciertos y desaciertos; “eso, que lo juzguen otros y la historia”.
De lo que sí platicó fue de sus enemigos que, dice, desde el poder le crearon una imagen negativa, “porque ellos, desde el poder, pagan a la prensa”; aunque admite que le tiene sin cuidado lo que de él se diga en los medios; también de los muy pobres del país y del (empresario Carlos Slim, el) más rico del más rico del mundo en un país empobrecido.
Durante la entrevista, Sandoval Íñiguez dijo que nunca se sintió tentado por el poder terrenal y si bien guardó mesura sobre la política y los políticos, llamó la atención sobre la violencia, producto de la corrupción gubernamental, y advirtió sobre la posibilidad de una rebelión de los pobres.
–¿Las razones profundas de la dramática violencia que vivimos? Yo no he visto una posición fuerte de la Conferencia Episcopal –se le pregunta.
–Ahora que hubo reunión de obispos sacaron un documento en que instan al pueblo a apoyar al presidente en esta lucha (contra el narcotráfico). Me parece muy bien, pero por otro lado hay que quitar la corrupción del gobierno que es un mal ejemplo… Si no se corrige la corrupción en el gobierno y en las instituciones, en las empresas, habrá mal ejemplo; habrá más pobreza y la pobreza es mala consejera de la juventud.
–¿La alternancia de partidos en el poder no ha funcionado?
–Sólo quiero señalar las graves deficiencias del país: la pobrería. Hay 50 millones o más de pobres. Cualquier gobierno que venga tiene que ver por esos pobres y tiene que corregir eso; tiene que promover una mejor educación, favorecer la familia, ayudarla y luego en la escuela infundirles por lo menos la moral natural…
“El que crece en un ambiente donde se roba, se mata, se miente, cree que así es la cosa. No lleva en la conciencia una voz que le recrimine ante el mal”.
–En 17 años al frente de la diócesis, ¿qué metas se cumplieron y cuáles no?
–No quiero hacer yo el balance de mi vida porque sería mejor que lo hagan otros. No sería objetivo. Yo estoy haciendo lo que creo que debo hacer; que sea la historia la que me juzgue.
–¿Las fallas, los errores que hubo?
–Ya lo dije el otro día que pude tener deficiencias, que no soy perfecto, que hubo deficiencias tanto en lo muy personal como en el actuar pero nunca hubo mala voluntad, nunca hubo deseos de hacerle mal a nadie. Hay cosas que no se han concluido pero ahí van. Ahí tienes el caso Posadas…
“También está el asunto del Santuario de los Mártires. Costó muchísimo encuadrar esa obra, muy justificada, porque tenemos mártires. Si no los tuviéramos, estaríamos inventando a ver a quién se lo dedicamos y no estamos inventando santos. Son nuestros mártires, son una realidad del pueblo de México…
–Eso es en lo material. Pero en lo espiritual y pastoral, ¿qué no se concretó?
–Como trabajamos en equipo, en lo que estamos ahorita es en la misión continental. Falta seguir el compromiso con la Iglesia; el compromiso de los obispos latinoamericanos con el Papa. En la diócesis todo lo demás va caminando; está el Seminario…
–Pero algunos sacerdotes comentan que ha faltado de su parte más compromiso con la pastoral social.
–Creo que ellos lo ven desde su punto de vista. Pregunta en todo el país cuál es la cáritas más organizada: es la de Guadalajara. Eso es trabajo social; también el Banco Diocesano de Alimentos; luego la fundación Garibi Rivera. Esas son obras de pastoral social. (Además) con lo que sobró del Congreso Eucarístico se hizo un fondo en el banco. Están en muchas parroquias los comedores para pobres.
Y hay otras muchas acciones de pastoral social. La Villa de los Niños donde se educa a 2000 menores pobres. Esos que dicen que no hubo pastoral social, son los que creen que la pastoral social es la de Chiapas. Yo le digo a uno de ellos: Tú estás por la pastoral social, ¿ya hiciste un colegio para pobres?, ¿tienes un asilo para niños huérfanos? Son más bien doctrinarios, un poco de la línea de la (Teología de la) Liberación que no se ha aprobado”.
–Hablando de pobres, ¿que significa que con 50 o 60 millones de pobres, y muchos en la miseria, tengamos al hombre más rico del mundo?
–El significado es el capitalismo que se ha puesto en práctica desde Miguel de la Madrid. El capitalismo es favorecer, favorecer y favorecer al que tiene, a la empresa. Es un liberalismo capitalista.
–¿Qué puede pasar?
–¡Pueden votar por cualquiera, Por lo pronto, la violencia es signo de desajuste social!
Los enemigos, presentes
Cuando se le pregunta sobre sus enemigos, en particular los que se opusieron al esclarecimiento del asesinato de su antecesor, Juan Jesús Posadas, el 24 de mayo de 1993, persisten en su contra, el entrevistado responde:
“Ellos están por ahí. Pero yo nunca les hago caso; ni los nombro siquiera. Como ellos pagan la prensa, pues procuraron hacerme una imagen lo más negativa posible. Todo a raíz de que exigí el esclarecimiento del asesinato del cardenal Posadas. Toda la persecución vino de ahí (del poder)”.
–En varias ocasiones usted habló de momentos difíciles, como cuando lo acusaron de estar coludido con el narco y de lavar dinero.
–Era parte de esa campaña de difamación. En 1999 intentaron envenenarme; en 2003 vino la acusación “bárbara y hasta ridícula” (de lavado de dinero), pero no encontraron nada.
–Se dice aun que usted tiene propiedades a nombre de otras personas.
–No tengo nada, ni a mi nombre ni a nombre de otra persona.
–Tengo entendido que su salario de arzobispo de Guadalajara es modesto, ¿cuánto gana?
–Nueve mil pesos y de ahí tomo poco para la gasolina. Cierto, voy a las parroquias y me dan; cierto, no me quejo. Pero yo no tengo ninguna propiedad, ni a nombre propio ni a comandita con algún otro. Vayan al catastro y vean.
–Se dice que su amistad con Emilio González Márquez le ha hecho mucho daño; el él le recriminan que se haya cobijado en usted sobre todo desde la mentada de madre, en abril de 2009.
–Mira, ese error cualquiera lo comete. Además, no es un monje él y además, no es el único gobernador que ha mentado madres, ¿o sí?
–En contra de su gente, creo que sí…
–¡Ah, bueno! Se agarran de eso desde allá; son los enemigos que no cejan. Que el gobernador mentó madres, no es el primer gobernador que mienta madres. Yo he conocido muchos gobernadores que mientan madres, y en público, y se echan a la gente encima. A mí no me bajan ni me suben.
–¿Y a la Iglesia?
–Tampoco. No me bajan ni me suben. El bien de la Iglesia no está en la fama pública. El bien de la Iglesia está en hacerles a los hombres el bien, el bien de las almas.
–¿Ustedes creen que el bien de la Iglesia está en sus periódicos?
–Lo que ustedes han dicho en los periódicos me tiene sin cuidado. A los gobernantes sí los hacen temblar porque ellos…
–Tienen mucha cola…
–… Porque aspiran a un puesto y es por votos, Los gobernantes están supeditados a los medios. A mí me nombró el Papa y el Papa me va a retirar de aquí cuando él quiera, no cuando ustedes digan.
–Precisamente a raíz del acercamiento del gobernador a la Iglesia.
–Pero dime, cuál acercamiento. Que me quiso dar, y se me echaron todos encima y se regresó el dinero (el adelanto de 30 de los 90 millones prometidos por Emilio). Y todavía hablan de la macrolimosna como si la hubiera dado. No, señor. Como todos se echaron encima, la devolvimos con todo e intereses.
–Dicen que el que gobierna en Jalisco es realmente el cardenal.
–Bueno. Eso lo dicen ustedes.
–Lo dice la gente, el pueblo.
–En qué sentido. ¿Me ven diario con el gobernador? ¿Visito la Casa Jalisco a cada rato?
–Más bien ellos vienen.
–Sí, pero vienen todos, sobre todo cuando andan en campaña; yo los recibo aquí a todos, de cualquier partido.
–Y también viene gente importante de otras áreas o poderes…
–También de las empresas vienen aquí a platicar.
–Ser cardenal es una gran responsabilidad, sobre todo porque tienen que elegir al Papa. ¿No les llega, no los tienta la vanidad, el poder.
–Pero, dime, ¿cuál poder?
–El poder temporal.
–Noo. Todos los días en la mañana estás celebrando la misa y estás poniendo delante el misterio de Cristo, su humildad. Hace uno examen de conciencia en la noche y luego no faltan las enfermedades que le avisen a uno que va de paso y cosas de esas. Bueno, a mí, no siento que me haya tocado la vanidad. No siento vanidad ni he cambiado de personalidad.
–¿No se ha sentido tentado por el poder humano, simplemente?
–No, no, no. No he querido poner ni alcaldes siquiera, ni un… Nada, nada, nadie.
–¿Y para ayudar a otros?
–Para ayudar, eso sí; nada más.
–Usted participó en la elección de Benedicto XVI, ¿alguna anécdota de la elección?
–La experiencia fue de haberme tocado muy cerca del Papa ahí en Santa Martha, donde nos hospedamos (dentro de Ciudad del Vaticano). Los cuartos fueron por rifa. A mí me tocó el 607 y a él el 608. Ahí nos saludábamos, al entrar y al salir. Y el día que lo eligieron, un martes en la tarde y en la noche ya estaban ahí en el pasillo los guardias suizos cuidando al Papa. Dije ¡ah!, nunca había dormido tan cuidado como ahora, pero estaban cuidando al Papa.
“Además me tocó platicar con él recién elegido. La mañana posterior a la elección iba a ser la primera misa del Papa concelebrada con los cardenales, todavía adentro de la (Capilla) Sextina. Después de la misa estaba el Papa con su secretario alemán. Le digo: ‘¿Me puedo sentar junto a usted?’. Y me dice: ‘Véngase’. Fue media hora de platicar con él. Esa fue una experiencia del cónclave muy bonita.
–¿Se pusieron de acuerdo o nunca se ponen de acuerdo sobre a quién elegir? Creo que está prohibido.
–Bueno, mira, para ser sincero, entre la muerte del papa y la apertura del cónclave, suelen correr dos semanas. En esas dos semanas tuvimos reunión todos los días por la mañana todos los cardenales, aún los no electores que pasan de los ochenta. El mismo Joseph Ratzinger presidió esa reunión porque era el decano del Colegio Cardenalicio, él era la autoridad.
–¿De qué hablaban concretamente en esas reuniones?
–Ya te dije, de la situación de la Iglesia, de los problemas del mundo y ya.
–¿Y así van haciendo el perfil del papa a elegir?
–Claro. El diálogo sobre los problemas tan difíciles; el comunismo ya se había acabado, pero el capitalismo seguía, y todas esas cosas. Y los teólogos centroeuropeos y él sabe darles respuesta. Cosas de esas. l
Fuente: Proceso