sábado, 30 de julio de 2011

Protestan ciudadanos por el uso de recursos públicos para honrar a un líder religioso

Guadalajara. “Cavernal, avanza el fraude electoral” y “En sus iglesias decían que votaran por el PAN”, gritó una mujer recargada en una valla frente a policías estatales que impidieron el paso a quienes no fueron invitados a la celebración en el teatro Degollado en honor del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien adentro del inmueble junto al gobernador de Jalisco, Emilio González, escuchaba la obertura Las bodas de Fígaro, de Mozart.

Fuera del recinto, en pantallas gigantes instaladas por el gobierno estatal en la plaza Liberación, la multitud pudo observar el concierto de la Filarmónica de Jalisco. “Cállese, tenga respeto”, le dijo otra mujer ataviada de negro, con un crucifijo colgado al cuello, que ingresaba al recinto, pero la primera pujó y gritó más fuerte: “¿Y el Estado laico? Háganlo con su dinero no con el del pueblo”.

En la plaza Liberación se dispusieron 4 mil sillas, las pantallas, equipo de sonido, un toldo de 3 mil metros cuadrados y hasta un podio con micrófonos donde Sandoval Íñiguez ofrecería tras el concierto un mensaje a los fieles reunidos, lo cual no sucedió.

Dos grupos confrontados. Unos, con pancartas hechas “al vapor” tras una lluvia vespertina, en las que reclamaban el uso de recursos públicos para homenajear a un líder religioso, en las que se recriminaba a Sandoval por las revelaciones del cable de Wikileaks sobre sus comentarios al embajador de Estados Unidos en el Vaticano para frenar a Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de 2006.

Los otros, la inmensa mayoría congregada en la plaza, se defendía con chitones continuos, con imprecaciones a los manifestantes acerca del respeto debido al jerarca católico, algunos con ojos cerrados y labios que en voz baja parecían rezar, para no escuchar a los “hijos de las tinieblas”, como alguna vez calificó el propio cardenal a sus opositores.

En el teatro las notas de la Sexta sinfonía, de Bethoven, enmarcaban el lujoso recinto que no logró llenarse, pese a la amplia convocatoria que realizó el gobierno estatal a nivel local para el homenaje, y al que no se invitó a personajes de la vida nacional. Ausentes estuvieron el nuncio apostólico Christopher Pierre, a quien en las agendas oficiales se destacaba como uno de los principales invitados; y los alcaldes priístas de la zona metropolitana de Guadalajara, con excepción del edil de Tonalá, Antonio Mateos Nuño.
Al finalizar el concierto, González Márquez entregó un reconocimiento a Sandoval Íñiguez e hizo una apología de la importancia del cristianismo en “la construcción” no sólo del Jalisco actual, sino del país entero.

“Le reconocemos y agradecemos señor cardenal los sacrificios que ha representado su vida consagrada, su fidelidad a su vocación, su trabajo en pro de la formación de gente de bien y el sostenimiento de las comunidades católicas en Jalisco, que tanto dan en educación, en asistencia social, en salud, en atención a los pobres y marginados”, dijo.

En su turno, Sandoval Íñiguez dijo que se consideraba indigno de recibir un homenaje como el que le hacían y que a su juicio se debería hacerlo a la Iglesia católica de Guadalajara, que por más de 350 años ha formado sacerdotes que han impartido la palabra de Cristo en todo el país y en muchas partes del mundo.

Se difundió un documental de la vida de Sandoval Íñiguez, desde la infancia en su natal Yahualica, Jalisco, hasta la época actual, cuando en la víspera de su retiro ha logrado que el santuario que se construye en Tlaquepaque, tenga un avance sustancial.

Después del acto en el Degollado y de que Sandoval Íñiguez optara por no dar su mensaje en la plaza, la mayoría de quienes ingresaron al teatro se trasladaron al Instituto Cultural Cabañas, donde el gobierno estatal culminaría el homenaje con una cena para 500 personas con exclusiva invitación.




Fuente: La Jornada