domingo, 8 de diciembre de 2013

Las reformas del terror

A mí me pone muy mal todo este asunto de las reformas que se están aprobando.

¿Por qué? Porque se me hace un insulto para el pueblo de México que se estén aprobando tantas reformas, tan importantes, al mismo tiempo, a la carrera y en diciembre.

Por supuesto que ningún ciudadano común y corriente tiene la posibilidad de entender lo que está pasando y no, no es porque seamos tontos o porque no nos interese.

¿A qué hora? ¿A qué hora nos vamos a poner a investigar lo que necesitamos saber nada más de una de estas reformas? ¿A qué hora nos vamos a poner a leer y a discutir las demás?

Obviamente hay un descontento porque lo único que escuchamos son las opiniones de los políticos que, obviamente, hablan dependiendo de lo que les convenga a sus partidos, y las de uno que otro analista que, igual, representa a alguna de las camisetas que están jugando en esta contienda.

Además, estamos a nada del Día de la Virgen de Guadalupe, de la Navidad, del Fin de Año, de Los Reyes.

¿Quién tiene cabeza para pensar en el IFE, en Pemex y en todo lo demás?

Hay que resolver cómo le vamos a hacer para cumplir con nuestros compromisos. Hay que resolver las fiestas. Hay que resolver cualquier cosa menos las reformas propuestas por el gobierno.

Hasta parece hecho a propósito para que el 1 de enero despertemos y no podamos hacer nada para defendernos. Esto es muy grave.

En cualquier país civilizado estaríamos hablando nada más de una reforma y se le daría un tiempo prudente para su análisis tanto a nivel autoridad como a nivel ciudadanía.

Aquí estamos hablando de un atascadero de cosas que, sin mayor explicación, se quieren cambiar de un día para otro. Ni los mismos senadores y diputados tienen tiempo de leer tanto papel. ¡Imagínese nosotros!

¿Pero sabe qué es lo que más duele? Esta sensación de que pase lo que pase, a usted y a mí nos va a ir mal, de que nuestro presidente y de que nuestros diputados y senadores trabajan para cualquier clase de intereses menos los nuestros.

¡Cómo me atrevo a decir esto si se supone que todo lo que se está reformando es por el bien de la Patria!

Porque nadie se ha tomado la molestia de ponerlo en nuestros términos.

Nos dicen: ahora la SEP va a darle a las escuelas todo lo que necesiten, pero no nos dicen cómo ni en cuánto tiempo ni a través de qué procedimientos ni nada de nada.

Solo sabemos que por ahí andan diciendo que nuestros pobres maestros son unos holgazanes nefastos que no sirven para nada y que estamos en la lona en matemáticas y lectura.

¿Qué tiene que ver que la SEP vaya a decorar los salones donde estudian nuestros hijos con su nivel de matemáticas?

¿De qué le va a servir a nuestros chicos salir convertidos en unos genios del cálculo matemático o del análisis literario si al final van a acabar o desempleados o ganando una miseria de salario a cambio de tanta friega?

Y éste es nada más un punto de una sola de las cosas que se están cambiando. ¡Imagínese lo demás! ¡Imagínese todas las reformas juntas!

Yo creo que nuestros diferentes niveles de gobierno no se están dando cuenta de lo que están haciendo: se están peleando con nosotros, se están enemistando con el pueblo de México.

A mí ya no me preocupa, por mencionarle un caso, que vayan a aprobar la reforma energética.

De seguro lo van a hacer a las tres de la mañana, a escondidas y en un día de fiesta. Cuando todos estemos borrachos o en el futbol.

Me preocupa el inmenso caos que vamos a tener cuando todo esto se ponga en marcha, de un jalón, y cómo le van a hacer estos señores para volver a relacionarse con nosotros.

¿Qué clase de representatividad puede existir en el senado de una república donde la gente tiene que bloquear los accesos para ser tomada en cuenta?

¿Qué clase de credibilidad pueden tener unos diputados que no son capaces de mencionar al pueblo para el que están trabajando en ninguno de los discursos que utilizan para defender o atacar cada propuesta de reforma?

¿Qué clase de respaldo puede tener un presidente que no se ha dado a entender, que en lugar de hablar para su pueblo, habla para su gabinete, para el Poder Legislativo o, en el mejor de los casos, a través de redes sociales?

Esto es el principio de un divorcio que va a tener un costo muy alto y que nadie se ha detenido a observar. ¿A poco no?




Fuente: Milenio| ÁLVARO CUEVA