En el México pujante, vigoroso, de creciente clase media y demás flores que cotidianamente reparte por doquier la propaganda oficial, obvio es que la realidad nunca tiene cabida, y menos si mes tras mes –como es tradición– los principales indicadores sociales van de mal en peor y en no pocos casos en caída libre.
Resulta que en el primer trimestre de 2013, el año de las grandes reformas y los grandes avances (versión oficial), se incrementó el número de mexicanos que no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo, y, por lo mismo, mantenerse, así sea en el borde, por arriba de la línea de bienestar mínimo (fijada ésta por las propias instituciones gubernamentales).
Así, con todo y bonitos discursos que presumen exactamente lo contrario, a lo largo de los últimos 21 trimestres (cinco años y tres meses consecutivos) no ha dejado de crecer el número de mexicanos que por su escaso ingreso laboral y la constante pérdida de poder adquisitivo, no pueden comer siquiera lo mínimo requerido. Y con eso de que ha quedado institucionalizado el programa en nombre de la productividad, trabaje ahora, cobre después y mejore su nivel de vida cuando pueda, la tendencia es a empeorar.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) difundió ayer los resultados del Índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) correspondientes a enero-marzo de 2013, entre los cuales sobresale que en ese periodo el número de mexicanos en la situación descrita se incrementó 1.25 por ciento respecto del cierre de 2012, lo que ya no es novedad (aunque sí una espeluznante realidad social ni lejanamente registrada en el discurso oficial), toda vez que desde diciembre de 2007 tal indicador no ha dejado de crecer.
El Coneval precisa que el citado índice se elabora desde 2005, y desde entonces sólo en dos ocasiones se ha registrado un descenso en el número de mexicanos que no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo: el propio 2005, con una caída de 4.77 por ciento, y 2007, con un descenso de apenas 0.68 por ciento. El tiempo restante en el periodo señalado ha sido ascenso constante, es decir, de los 36 trimestres involucrados en el lapso de referencia, en 28 se han reportado alzas en el número de mexicanos en la condición descrita.
La propia institución encargada de evaluar la política de desarrollo social en el país explica que la serie del índice de la tendencia laboral de la pobreza muestra trimestralmente la tendencia de la proporción de personas que no puede adquirir la canasta alimentaria con el ingreso de su trabajo. El punto de partida de esta serie es el primer trimestre de 2005 pues es el periodo en el cual el Instituto Nacional de Estadística y Geografía empezó a levantar la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Este indicador tiene información disponible a nivel nacional y para cada una de las entidades federativas. No constituye una medición de pobreza, puesto que no comprende todas las fuentes de ingreso ni todas las dimensiones de la metodología multidimensional de la pobreza dada a conocer por el Coneval en diciembre de 2009.
Pues bien, un aumento más en el índice de la tendencia laboral de la pobreza deja en claro, por si alguien tuviera duda, que el ingreso laboral de los trabajadores mexicanos no sólo es raquítico, sino permanentemente a la baja en términos reales. De hecho, el Coneval detalla que desde el arranque del índice referido al cierre de abril de 2013, el precio de la canasta alimentaria (que, se supone, garantiza una línea de bienestar mínimo, siempre bajo el criterio oficial) se incrementó 66 por ciento en el sector rural y 70.5 en el urbano. Así, el precio de la citada canasta aumentó de 711.46 a mil 179 pesos en el sector urbano, y de 492.64 a 839.85 pesos en el rural, y contando.
En este contexto, el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM documenta que “con el gobierno de Enrique Peña Nieto la situación no mejora; de hecho ha empeorado para las familias mexicanas, y es realmente preocupante el incremento registrado en los precios de los alimentos, pues en sólo cuatro meses que van del primer año de su gestión (al 25 de abril del 2013), el precio ponderado de la Canasta Alimentaria Recomendable ha aumentado 10.4 por ciento, es decir, el precio ponderado de la CAR al primer día del año era de 171.86 pesos, y para el 25 de abril fue de 189.75 pesos, incrementándose en 17.89 pesos, recalcamos sólo en los primeros cuatro meses del año. Lo anterior contrasta el ‘vigoroso’ incremento al salario mínimo de 2.43 pesos para todo 2013”.
Subraya el CAM que “lo fundamental no tiene que ver con la suerte que pudiéramos tener con el hecho de quién habita Los Pinos, pues no es un asunto de colores partidistas (azules, tricolores o amarillos); el problema real consiste en que en México se imponen políticas económicas neoliberales independientemente del partido, y que en el terreno de lo laboral, para el caso de nuestra nación, ha implicado una política de Estado que busca sostener la competencia mundial de la fuerza de trabajo mexicana, ofreciéndola a muy bajos salarios. Podemos afirmar que si la política continúa con la tendencia a los supuestos incrementos al salario mínimo en México, al término de la gestión de Enrique Peña Nieto el salario mínimo no rebasará 80 pesos. ¿Paradójico, no? Todo un sexenio para que el salario ronde los 80 pesos, mientras que en sólo cuatro meses, del primer año de gobierno, el precio en los alimentos que integran la CAR ya aumentó 17.89 pesos, que es mayor a los 15 pesos que podría acumular de aumento el salario mínimo en los seis años de Peña Nieto.
Del 16 de diciembre de 1987 al 25 de abril del 2013, el precio de la citada canasta registra un incremento acumulado de 4 mil 703.79 por ciento; en el mismo periodo, el salario mínimo acumuló un aumento de 58.29 pesos. Los trabajadores que se ubican para el primer trimestre de 2013 con un ingreso que va de cero hasta un salario mínimo suman casi 10 millones, mismos que no lograron adquirir la CAR, pues les hizo falta diariamente un ingreso tres veces superior, de tal suerte que sólo tendrían posibilidades de adquirir y consumir diariamente al 25 de abril el 34.13 por ciento de la CAR, dejando a un lado otro tipo de gastos (educación, salud, transporte, vivienda, etcétera).
Las rebanadas del pastel
Y ahora con ustedes, sexto gasolinazo en seis meses.
Fuente: La Jornada | Carlos Fernández-Vega