jueves, 15 de noviembre de 2012

Calderón: uno más de los presidentes del montón

Con fanfarrias peñistas y cuentas alegres, gozoso de sus iniciativas “preferentes”, Calderón se hace el gracioso pidiendo que le canten Las golondrinas para emprender la huida. Su mal gobierno fue un desastre que permitió a los empresarios llevarse las ganancias. Y que sus incondicionales se batieran de corrupción. Deja 50 millones de pobres; 20 millones en el desempleo; de ellos, 14 millones en el comercio informal, la piratería china y las actividades callejeras (sin contar a los que roban, no a los Slim, sino a los pobres que andan por las calles o les asaltan sus hogares). Incumplió con la mayoría de las obligaciones del máximo poder que representa el presidencial y deja al país en la peor inseguridad, pues su fallida estrategia de guerra activó más la rebelión de las delincuencias, que dejó miles de homicidios.

Calderón fue un presidente más del montón. No gobernó en beneficio del pueblo como manda la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sólo favoreció a los ricos con vítores a la globalización del libre mercado y sus oleadas de capitalismo salvaje que explota a los trabajadores, encarece productos, baja salarios y reduce atenciones sociales de toda especie. El foxismo inició el relajamiento político y la corrupción panista, Calderón los llevó al extremo. Sus amigos en los cargos fungieron como cómplices. Intentó hacer candidato presidencial a un gachupín naturalizado mexicano, al que ahora hacen homenajes post mórtem, privado de la vida sospechosamente, como uno de sus cinco secretarios de Gobernación, ambos casos guardados en secreto.

Reñía con senadores y diputados, incluso de su propio partido, por lo cual hubo una tensión estéril en el primer período legislativo. Maniobró para imponer candidato a la sucesión presidencial, pero la mayoría de los consejeros panistas prefirieron a Josefina y ésta fue sometida por los calderonistas. Mientras combatía ferozmente a López Obrador, inició componendas para ayudar a Peña como candidato del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia, y con el Instituto Federal Electoral, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Televisa y Tv Azteca lo coronó. Éste ahora le paga los favores, dejando que promulgue una reforma-contrarreforma laboral que hace más poderosos a los patrones en perjuicio de los trabajadores.

Un presidente del montón, junto a los Pedro Vélez, Melchor Múzquiz, José Justo Corro; otro Echeverría, como el nefasto Luis, llamado Francisco Javier; Valentín Canalizo o Manuel María Lombardini… Larga lista a la que se suma Calderón. Y como en nuestro país el juicio político es un adorno constitucional (salvo Benito Juárez que procesó a Santa Anna), Calderón se va con toda la impunidad que le ha prometido Peña. Pero debe ser sentado en el banquillo de los acusados para que responda de sus actos y omisiones. Sólo en la Corte de La Haya se presentó una denuncia para que dé cuenta y razón de los miles de homicidios, y los costos de su “guerra” que tiene al país al borde del golpismo si se le ocurre a un coronel o general aprovecharse de la ocasión… Se va Calderón dejando una nación en crisis general, que si Peña no soluciona, tendrá un desenlace mucho muy grave.




Fuente: Contralínea