México condena el trato pero se niega a aplicar las mismas medidas
Incrementa el número de retenciones y repatriaciones injustificadas
El gobierno de México expresó su molestia ante España por el “preocupante incremento en el número de casos de visitantes mexicanos rechazados, retenidos y repatriados a nuestro país, después de su llegada a los aeropuertos de Madrid y Barcelona, al alegarse que no cumplen ciertos requisitos administrativos establecidos” por las autoridades.
Al fijar su postura sobre el tema, la Cancillería sostuvo que este hecho “claramente no refleja los excelentes niveles de amistad y cooperación que existen entre México y España” y demandó al gobierno que de manera urgente ofrezca una solución viable para evitar retenciones injustificadas de ciudadanos mexicanos en sus aeropuertos.
Sin embargo, el gobierno mexicano se ha negado a aplicar a los españoles que viajan hacia este país un trato recíproco al que reciben nuestros connacionales en España y a exigir los mismos requisitos.
En contraste, países como Brasil sí han aplicado las medidas ante el trato a su población. Datos proporcionados por fuentes de la Secretaría de Relaciones Exteriores, señalan que en el último año 300 turistas mexicanos fueron retenidos y regresados al país sólo desde el aeropuerto de Barajas, en Madrid, a los que se suma un centenar de casos en la terminal aérea de El Prat, en Barcelona.
A pesar de ello, la titular de la dependencia Patricia Espinosa rechazó en su viaje a España (23 de mayo), que México imponga las mismas condiciones en su política migratoria a los españoles que desean visitar el país, en reacción a las medidas que aplican las autoridades ibéricas, como exhibir una carta invitación del familiar o amigo con el que se hospedará el viajero, boletos de avión de regreso y dinero en efectivo.
Ana Patricia Goenaga, una mexicana de 51 años, viajó a España para visitar a su hija Marcela, quien fue operada de urgencia de apendicitis.
Al llegar al aeropuerto de Madrid, como no tenía Carta Invitación y boleto de regreso, fue llevada a la Sala de Inadmitidos, donde permaneció 22 horas encerrada, sin sus medicinas ni sus pertenencias.
Además, policías fuertemente armados la trataron con brusquedad y la grabaron con cámaras de televisión.
“Me trataron como si fuera una delincuente”
Ana Patricia Goenaga y otros mexicanos cuentan sus desagradables odiseas con las autoridades españolas
MADRID.— Hace unos días, Ana Patricia Goenaga viajó a España para visitar a su hija Marcela, de 31 años y fotógrafa de profesión, a quien habían operado de urgencia de apendicitis. Nerviosa por la situación de Marcela: sola y enferma en un hospital madrileño, y sin saber cuánto tiempo iba a tener que estar en España, Ana Patricia compró un boleto sólo de ida y viajó sin Carta de Invitación.
Al llegar al aeropuerto de Madrid Barajas se encontró con una desagradable sorpresa. El policía de la aduana no la dejó entrar al país argumentando que en enero ya había estado los 90 días al año que le permite la ley —lo que no era cierto, como se podía comprobar en su pasaporte—, y que no tenía boleto de regreso.
Ana Patricia, una mujer rubia de ojos azules de 51 años, fue llevada a la sala de inadmitidos del aeropuerto, donde permaneció 22 horas encerrada, sin sus medicinas, sin su teléfono celular, sin sus objetos personales y vigilada por policías fuertemente armados que la trataron “con mucha brusquedad, dureza y dándole órdenes todo el tiempo” y grabada en todo momento por cámaras de televisión.
“Me sentí como si fuera una delincuente, como si hubiera cometido un delito”, relata en entrevista con EL UNIVERSAL, desde el hospital Fundación Jiménez Díaz, donde permanece ingresada su hija. “Me quitaron todas mis pertenencias y no me dejaron salir hasta 22 horas después”, añade.
De nada sirvieron los papeles que presentó argumentando que no había pasado 90 días en España, que venía a ver a su hija enferma y no a trabajar, que traía dinero suficiente para vivir y que además de la nacionalidad mexicana tiene la francesa, lo que le permite pasar el tiempo que quiera en Madrid. Los policías le emitieron una orden de expulsión y le anunciaron que al día siguiente regresaría a México en el primer avión.
Pero el caso de Ana Patricia no es el único de turistas inadmitidos en el aeropuerto de Madrid-Barajas. En las 22 horas que permaneció retenida compartió encierro con otros mexicanos, pero también con venezolanos y ucranianos. Unos viajaban haciendo escala en Madrid y otros venían de turismo a pasar unos días a España. Y todos fueron retenidos.
Sin siquiera pedir disculpas
El mexicano Jesús Galaz Duarte, de 26 años, era uno de ellos. Finalista de un certamen literario organizado por la editorial Amargord, venía al fallo y a conocer a los editores.
Tampoco traía carta invitación, pero sí boleto de regreso y dinero, además de un lugar donde quedarse.
También lo detuvieron, le quitaron todo, “hasta el cinturón”, y lo tuvieron 26 horas hasta que finalmente lo dejaron pasar.
Finalmente ambos consiguieron ingresar en España después de pasar una noche detenidos “en la que no durmieron casi nada por los nervios”. Y a la mañana siguiente sin darles ninguna explicación, y como siempre con muy malos modos, les avisaron de que podían entrar. “Y por supuesto, sin una disculpa”, recuerda Ana Patricia.
La historia del venezolano Antohy Almada no tuvo un final feliz, pues fue regresado a Caracas. Bailarín de profesión, viajaba a Alemania para casarse con su novia alemana y su vuelo hacía escala en Madrid. “La boda se iba a celebrar en 3 semanas y ya estaba todo preparado”, relata en entrevista telefónica con EL UNIVERSAL desde la isla Margarita (Venezuela), donde reside. “Así que imagínate cómo me sentí”, añade. Almada cuenta que lleva años viajando por todo el mundo, en especial por Europa, y que nunca, en ningún otro país, le habían pedido una Carta de Invitación (cuya tramitación cuesta unos 100 dólares) ni ningún otro requisito: “Sólo mi boleto de regreso”, apunta. Y subraya el hecho de que él no tenía como destino final España. “Yo iba a Alemania”, recalca, “con una oferta de trabajo, a trabajar”, asegura. “No tenía ningún interés en pasar por España ni en quedarme allá”, subraya. Ni siquiera el haber llamado a la embajada de Venezuela en Madrid le ayudó.
Los policías le dijeron que le regresaban y lo peor, que tenía que esperar cinco días. Así que pasados tres días encerrado, sin sus cosas y con la misma ropa, ya no aguantó y decidió comprarse un boleto “que me costó mil dólares” y volver. “No podía pasar ni un minuto más en ese terrible lugar”. El joven cuenta que tuvo tanto miedo mientras estuvo encerrado que “no me quité los zapatos por si los policías me metían droga”. Y se queja de que cuando llegó a Caracas su maleta estaba completamente rajada. “La habían roto por todas partes buscando droga, como si yo fuera un narcotraficante”.
Este tipo de casos vienen ocurriendo desde hace muchos años en España, sin que el gobierno haga nada, pese a las continuas protestas de los gobiernos latinoamericanos. El año pasado más de 7 mil 800 personas fueron inadmitidas en Madrid, la mayoría de ellas de nacionalidades brasileña (una niña de 10 años llegó a estar 10 horas sola, retenida), venezolana, paraguaya y hondureña, según datos de la policía. Un 4% más que el año anterior. Y de ellos unos 260 eran mexicanos, según datos de la embajada de México en Madrid. En lo que va de año ya van 120 sólo mexicanos.
Hace unos meses, el gobierno de Brasil endureció las condiciones de entrada al país de turistas españoles, para responder a los requisitos impuestos por España.
Ana Patricia dice que “mientras mi hija viva, trabaje y pague sus impuestos aquí como está haciendo, seguiré viajando a España”. Pero se muestra convencida de que “cuando ella se vaya yo nunca volveré”.
Fuente: El Universal