viernes, 8 de julio de 2011

El peor sexenio de la era neoliberal

Sin duda alguna este sexenio pasará a la historia como el peor de la era neoliberal, con lo que se corrobora la tesis de que tal modelo es absolutamente inviable, en tanto que mientras más transcurre el tiempo más problemas genera en vez de aportar soluciones. Su desgaste es proporcional a los daños sociales, económicos y políticos que propicia, como lo patentiza la realidad que se vive en México luego de casi cinco años de “gobierno” de Felipe Calderón Hinojosa. Al finalizar dejará una herencia de corrupción, crímenes y horror social que será imposible enfrentar siguiendo la misma estrategia tecnocrática, orientada a favorecer sólo a la oligarquía.

Para donde quiera que uno voltee, lo que se mira es una superficie purulenta y una hediondez insufrible, producto de una absoluta incapacidad para gobernar, ya sea porque no se tienen las cualidades indispensables o porque no hay de otra por el imperativo de cuidar los intereses de la mafia en el poder. Si los anteriores desgobiernos neoliberales habían dejado una estela de dolor y miseria, el actual dejará un enorme hoyo negro del que será imposible salir si el PRI quisiera tomar la estafeta sin respetar la voluntad popular, como lo hizo la mafia de cuello blanco en el 2006.

Que esas son sus intenciones, al menos las del grupo mafioso que lidera Carlos Salinas de Gortari, se advierte por las declaraciones de Francisco Rojas Gutiérrez, coordinador de los diputados priístas. Dijo que mientras las acusaciones de corrupción contra la dirigente magisterial, Elba Esther Gordillo, que hizo su otrora incondicional, Miguel Ángel Yunes, no se traduzcan en denuncias concretas, “son puras especulaciones”. Que eso se los diga a los derecho-habientes del ISSSTE, quienes sufren las consecuencias de una corrupción extraordinaria, que prácticamente lo desmanteló. Seguramente, según Rojas, son especulaciones que la señora Gordillo sea dueña del partido político que de la nada contó con la capacidad suficiente para volverse un factor decisivo en los procesos electorales a partir del 2000.

Literalmente no hay un sector productivo que no haya sufrido las consecuencias de la corrupción imperante en este sexenio, lo que no quiere decir que no la haya habido en el pasado, siendo que esa es la principal divisa de los desgobiernos neoliberales. En contrapartida, los beneficios a unos cuantos oligarcas han sido fabulosos, si no que se lo pregunten a la familia Larrea, a los Coppel, a los Azcárraga. Se les han dado extremas facilidades para enriquecerse a costa de la pobreza de los trabajadores. Cómo olvidar los sufrimientos de las viudas de Pasta de Conchos; de los electricistas desempleados que perdieron su fuente de trabajo, Luz y Fuerza del Centro; de los empleados de Mexicana de Aviación, quienes hace un año fueron víctimas de una jugarreta inmoral de Gastón Azcárraga.

¿Acaso es mera especulación que el propietario de la cadena de hoteles Grupo Posadas hizo maniobras ilegales antes de declarar la quiebra de Mexicana de Aviación?
¿No fue favorecido con dineros públicos como si se le premiara por sus corruptelas? Y ahora pretende vender dicha cadena con el propósito de huir del país, según denuncia de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores, para dejar atrás pasivos que casi ascienden a 10 mil millones de pesos. Lo más lamentable es que podría salirse con la suya, pues cuenta con la protección de Calderón, de acuerdo con las evidencias, pues ya hace un año que afectó a la nación y a miles de trabajadores al propiciar la quiebra de la principal línea aérea del país, y jamás ha sido llamado a cuentas.

No es, pues, un hecho fortuito que haya personajes en el medio político nacional de la talla de Elba Esther Gordillo y Miguel Ángel Yunes. Lo asombroso sería que no los hubiera en un país que lleva a cuestas, desde hace tres décadas, la pesada loza de un sistema de explotación del trabajo y de la riqueza nacional, que sin duda ha sido muy exitoso. Por eso México es actualmente el país con menores tasas de crecimiento de toda América Latina, según estimaciones recientes del Fondo Monetario Internacional. Lo más dramático es que no se han satisfecho, los oligarcas y la burocracia dorada a su servicio, de tanto que han saqueado a la nación. Quieren más, por eso están urgidos de que el Congreso apruebe las famosas reformas estructurales.

Si queda algo de patriotismo en los miembros del Congreso de la Unión, están ante la última oportunidad de evitar una catástrofe apocalíptica. Es vital que no aprueben una reforma laboral que legalizaría la esclavitud de los asalariados, con el pretexto de que sólo así se podrían crear más empleos. Eso es absolutamente falso, como también lo es una reforma energética orientada a favorecer a las empresas extranjeras, y una reforma política hecha a la medida de un Ejecutivo totalmente al servicio de la oligarquía. O aprobar una ley de seguridad nacional que legitimaría la represión y abriría de par en par las puertas del fascismo al estilo sudamericano de los años setenta y ochenta del siglo pasado. Aún es tiempo de rectificar y evitar daños irreparables a más de cien millones de mexicanos.



Fuente: Revista Emet