Utilizaron botes de pintura vacíos y cestos de basura para recoger el líquido que caía
Reportan fallas en el suministro eléctrico, el servicio de Internet y el aire acondicionado, entre otras
La nueva sede del Senado de la República, que se inauguró el 13 de abril pasado, con un costo de más de 2 mil 600 millones de pesos, continúa presentando averías: ayer, en partes del hemiciclo y del edificio donde se encuentran las oficinas de los senadores, el agua de la pertinaz lluvia se filtró y provocó goteras en oficinas y pasillos.
En el edificio de oficinas de los senadores, en los pisos segundo, primero, planta baja, sótano uno y sótano dos –cinco pisos–, las goteras eran evidentes. En algunos pasillos y oficinas, hubo que cambiar plafones porque el agua los manchó o presentaban ya deterioro.
Personal de limpieza, trabajadores de la empresa constructora y empleados del Senado colocaron botes vacíos de pintura y botes de basura para recoger el agua de las goteras.
También en los pasillos se veía a las trabajadoras de limpieza secando el agua de los pequeños charcos que se formaban por las goteras, y obreros de la construcción cambiando plafones y haciendo boquetes en el techo para reparar los daños.
El nuevo edificio del Senado está ubicado en Reforma 135, esquina con Insurgentes, y aunque fue inaugurado el 13 de abril pasado y se mudaron algunas oficinas, el edificio todavía estaba en construcción. A la fecha, todos los días se ven trabajadores en la torre de comisiones –edificio de 16 pisos–, en el hemiciclo –donde se ubican el salón de plenos y el salón de la Comisión Permanente– y en el sótano dos, donde se ubica la sala de prensa y las oficinas de comunicación social, entre otros.
Los estragos que provocó la lluvia fueron evidentes: en la entrada por la calle de Madrid, en lo que es la planta baja, en la recepción, había tres goteras, que se hacían más notorias porque dos botes de basura y uno vacío de pintura fueron usados para recoger el agua.
Vista del nuevo edificio del SenadoFoto María Meléndrez Parada
Para evitar “ensuciar más los pisos” los trabajadores de la empresa constructora colocaron plásticos, y utilizaron escaleras para retirar los plafones del techo por donde escurrían goteras, y mujeres de la limpieza secaban el piso.
Esas escenas se repetían por pasillos, oficinas y estacionamientos. En la oficina de la Secretaría General de Servicios Parlamentarios un bote hacía las veces de cubeta para recibir el agua de una gotera.
Trabajadores del Senado comentaban: “Están tomando fotos de los despefectos. ¡Uh!, no van a acabar. Esto es general. El agua se escurre en varios pisos. Dense una vuelta y van a ver las cubetas”.
Cabe hacer notar que los primeros días de que se inauguró la nueva sede senatorial, el primer aguacero provocó que el agua se encharcara y llegara hasta el salón de plenos, donde fue necesario cambiar parte de la alfombra.
Entre los estragos de la nueva sede se encuentran: “El aire acondicionado no se puede controlar y es muy frío; cada vez que llueve se registran goteras, la semana pasada y a principios de esta hubo un olor putrefacto; se han detectado fugas en los lavabos y sanitarios”. Ayer por la noche, a las 20:30 horas, se fue la luz, como en otras ocasiones. También la conexión a Internet y el teléfono han dejado de funcionar. Anoche sólo el edificio del Senado se quedó a oscuras y la planta de luz no arrancó. Los edificios de las calles que lo rodean estaban iluminados, incluso los comercios.
Hace unos días el senador Carlos Navarrete reconoció que el edificio “resultó muy costoso y, a más de dos meses de haberse mudado los senadores, continúan las fallas”. Se refirió a las fugas de agua, a las goteras y al mal olor, acerca del cual dijo: “Parece refrigerador de Ferrería” (el antiguo rastro).
Fuente: La Jornada
Reportan fallas en el suministro eléctrico, el servicio de Internet y el aire acondicionado, entre otras
La nueva sede del Senado de la República, que se inauguró el 13 de abril pasado, con un costo de más de 2 mil 600 millones de pesos, continúa presentando averías: ayer, en partes del hemiciclo y del edificio donde se encuentran las oficinas de los senadores, el agua de la pertinaz lluvia se filtró y provocó goteras en oficinas y pasillos.
En el edificio de oficinas de los senadores, en los pisos segundo, primero, planta baja, sótano uno y sótano dos –cinco pisos–, las goteras eran evidentes. En algunos pasillos y oficinas, hubo que cambiar plafones porque el agua los manchó o presentaban ya deterioro.
Personal de limpieza, trabajadores de la empresa constructora y empleados del Senado colocaron botes vacíos de pintura y botes de basura para recoger el agua de las goteras.
También en los pasillos se veía a las trabajadoras de limpieza secando el agua de los pequeños charcos que se formaban por las goteras, y obreros de la construcción cambiando plafones y haciendo boquetes en el techo para reparar los daños.
El nuevo edificio del Senado está ubicado en Reforma 135, esquina con Insurgentes, y aunque fue inaugurado el 13 de abril pasado y se mudaron algunas oficinas, el edificio todavía estaba en construcción. A la fecha, todos los días se ven trabajadores en la torre de comisiones –edificio de 16 pisos–, en el hemiciclo –donde se ubican el salón de plenos y el salón de la Comisión Permanente– y en el sótano dos, donde se ubica la sala de prensa y las oficinas de comunicación social, entre otros.
Los estragos que provocó la lluvia fueron evidentes: en la entrada por la calle de Madrid, en lo que es la planta baja, en la recepción, había tres goteras, que se hacían más notorias porque dos botes de basura y uno vacío de pintura fueron usados para recoger el agua.
Vista del nuevo edificio del SenadoFoto María Meléndrez Parada
Para evitar “ensuciar más los pisos” los trabajadores de la empresa constructora colocaron plásticos, y utilizaron escaleras para retirar los plafones del techo por donde escurrían goteras, y mujeres de la limpieza secaban el piso.
Esas escenas se repetían por pasillos, oficinas y estacionamientos. En la oficina de la Secretaría General de Servicios Parlamentarios un bote hacía las veces de cubeta para recibir el agua de una gotera.
Trabajadores del Senado comentaban: “Están tomando fotos de los despefectos. ¡Uh!, no van a acabar. Esto es general. El agua se escurre en varios pisos. Dense una vuelta y van a ver las cubetas”.
Cabe hacer notar que los primeros días de que se inauguró la nueva sede senatorial, el primer aguacero provocó que el agua se encharcara y llegara hasta el salón de plenos, donde fue necesario cambiar parte de la alfombra.
Entre los estragos de la nueva sede se encuentran: “El aire acondicionado no se puede controlar y es muy frío; cada vez que llueve se registran goteras, la semana pasada y a principios de esta hubo un olor putrefacto; se han detectado fugas en los lavabos y sanitarios”. Ayer por la noche, a las 20:30 horas, se fue la luz, como en otras ocasiones. También la conexión a Internet y el teléfono han dejado de funcionar. Anoche sólo el edificio del Senado se quedó a oscuras y la planta de luz no arrancó. Los edificios de las calles que lo rodean estaban iluminados, incluso los comercios.
Hace unos días el senador Carlos Navarrete reconoció que el edificio “resultó muy costoso y, a más de dos meses de haberse mudado los senadores, continúan las fallas”. Se refirió a las fugas de agua, a las goteras y al mal olor, acerca del cual dijo: “Parece refrigerador de Ferrería” (el antiguo rastro).
Fuente: La Jornada