Aumentan la fuerza del capital sobre la mano de obra y reducen los salarios, advierte
Incrementa el desempleo y la disparidad económica la política monetaria del BdeM, basada en objetivos de inflación
Ese mecanismo no protegió a Europa ni a EU del colapso, afirma
Washington, 21 de septiembre. Una política de control de precios basada en el establecimiento de objetivos de inflación, como la que prevalece en México, contribuye a la desigualdad y provoca aumento del desempleo, sostuvo Joseph Stiglitz, premio Nobel de economía. “Esas políticas forman parte del pasado”, dijo al participar en un seminario organizado por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Otro de los factores de desigualdad en los países en desarrollo, aseguró Stiglitz, son los tratados de libre comercio. “Son muchos los vínculos entre la globalización y el aumento de la desigualdad. Uno de los más evidentes son los acuerdos comerciales”, en los que se privilegia la liberalización del flujo de mercancías y se impide el libre tránsito de trabajadores, añadió.
“Esos acuerdos –México tiene uno en esos términos con Estados Unidos y Canadá– aumentan la capacidad de negociación del capital sobre la mano de obra, reducen los salarios e incrementan la desigualdad”, aseguró Stiglitz, ex vicepresidente del Banco Mundial y asesor económico de la Casa Blanca durante la presidencia de William Clinton.
Las decisiones que toman los gobiernos en política monetaria (relacionada con la estabilización de los precios), fiscal (ingresos y gastos públicos) y en materia comercial tienen efectos directos en la desigualdad que prevalece en las sociedades, planteó Stiglitz en un foro realizado en el marco de la reunión anual del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que se realiza esta semana.
“Si pensamos que la desigualdad afecta el crecimiento, debemos estar seguros de que las políticas aplicadas sean sensibles al efecto que tienen en la desigualdad”, planteó Stiglitz. En particular se refirió a la forma en que las decisiones que toman los gobiernos en materia de política monetaria, fiscal y comercial se relacionan con la desigualdad.
Tocó el tema de las políticas monetarias que adoptan los bancos centrales para controlar la inflación. En México, desde finales de los años 90 del siglo pasado el banco central tiene una política monetaria basada en “objetivos de inflación”. Cada año fija una meta de crecimiento de los precios (actualmente de 3 por ciento anual, con un intervalo de variación de un punto porcentual), y orienta sus acciones para lograr esa meta.
La fijación de metas de inflación, tal como se ha formulado recientemente, “exacerba” los problemas de volatilidad financiera. “Una de las lecciones de esta crisis es que la fijación de objetivos de inflación no logró lo que se esperaba. Mucha gente pensó que fijar metas de inflación era suficiente para alcanzar estabilidad económica, pero es evidente que ese mecanismo no protegió a Europa ni a Estados Unidos del enorme colapso por el que pasaron”.
Stiglitz sostuvo que orientar la política monetaria a lograr metas de inflación “es algo del pasado, debemos olvidarnos de eso. No es que debamos olvidarnos de la inflación, que es motivo de preocupación cuando se sale de control. Pero no es de lo único de lo que uno debe preocuparse. Debo hacer hincapié en que fijar metas de inflación puede contribuir a la desigualdad.
“El vínculo está claro: cuando la inflación se relaciona, por ejemplo, con alza en precios de energéticos o bienes agrícolas importados, la única manera de amortiguarla es creando gran cantidad de desempleo entre los trabajadores del país. Es como ir de Guatemala a guatepeor, porque ya los trabajadores sufren por el alza en el precio de alimentos y se les añade el desempleo”.
Stiglitz planteó que, además de las decisiones que se toman internamente, como las relacionadas con la política monetaria, existen otros factores de desigualdad. Uno de los más evidentes, dijo, son los acuerdos comerciales.
“Los acuerdos comerciales han sido injustos y mal redactados”, apuntó. Citó por ejemplo los subsidios al algodón a los agricultores estadunidenses, que sacan del mercado a los productores africanos, quienes no pueden competir con un precio subsidiado. (Algo parecido, aunque no lo mencionó, es el subsidio a los productores de maíz en Estados Unidos, con los que deben competir los agricultores mexicanos).
Otro ejemplo de la forma en que, sostuvo, los acuerdos de liberalización comercial contribuyen a la desigualdad es que haya asimetrías, de que se hayan liberalizado los mercados de capitales, pero no los mercados laborales.
“Eso quiere decir que el capital puede fluir libremente por todo el mundo mucho más que la mano de obra. Eso aumenta la capacidad de negociación del capital con relación a la mano de obra, reduce los salarios con relación a su nivel normal y aumenta la desigualdad. Asimismo, es una manera de obligar a los países a reducir sus impuestos sobre el capital e indirectamente eso creó desigualdad en el bienestar de las personas”, detalló.
Fuente: La Jornada