Con la apertura del sector petrolero hay una lista de promesas de la llegada de miles de millones de dólares que no cabrán en un edificio.
En lo que aquello entrega la bonanza advertida, la cerveza ya atrajo mil 750 millones de dólares de tres distintas empresas para igual número de plantas.
La primera: Constellation Brands, de Rob Sands, dueña de todas las marcas de Grupo Modelo en Estados Unidos, le meterá la friolera de mil 100 millones de dólares a una fábrica en Coahuila.
Quiere atacar la caída en el consumo de marcas estadounidenses como Budweiser y aprovechar el boom de la demanda del exótico sabor de las cervezas mexicanas. Particularmente, la Corona.
Luego, la también vendedora de Corona, la gigante AB Inbev, de Carlos Brito, dueña de esa marca fuera de Estados Unidos y también de Budweiser en todo el mundo, revivirá el pueblo perdido de Hunucmá, Yucatán, con una inversión de unos 150 millones de dólares. Ese monto, avisan por ahí, podría triplicarse.
Quiere exportar a toda Europa y a donde se pueda y podría hacerlo desde el puerto de Progreso.
Finalmente, Heineken, la empresa de Jean-François van Boxmeer que por estas tierras comanda Marc Busain, invertirá en Chihuahua unos 500 millones de dólares para producir sus marcas, entre las que se incluyen Tecate, Indio y Sol.
Todas estas inversiones aumentarán aproximadamente 25 millones de hectolitros la producción nacional en tres años. Ese incremento alcanza para servir 22 caguamas a cada mexicano.
Incluso a quienes no están en edad legal de beber alcohol. ¡Salud!
El negocio de los chapulines mexicanos podría acabar con el hambre mundial
No es el de los que se sientan en una curul. El negocio que refiero es el de la cría de chapulines, como mini cerdos, o mini pollos.
Hay una empresa llamada Aspire, de Gabe Mott, que ya tiene una granja en Oaxaca.
Apuesta a que los mexicanos pronto pedirán chapulines orgánicos o certificados en las cantinas. ¿Por qué? Porque notarán que nadie tiene idea de la procedencia de animalitos que generalmente mueren asfixiados en una bolsa o tostados en un comal.
Él los mata “humanamente”, dice, congelándolos. Se duermen y ya no despiertan.
Además, Mott supone que los países que más sufren de hambre encontrarán en este insecto una vía de acceso a la proteína. De ahí el negocio.
Fuente: El Financiero