Abren mesa de negociación para fijar cláusulas de contrato para nuevo ingreso
Convienen Aeroméxico y ASSA aumento salarial de 4.7% y 1.5% a prestaciones
Se evitó la huelga prevista para la medianoche, después de una prórroga de dos horas
La Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) aceptó por mayoría, la madrugada de este sábado, la propuesta de revisión salarial y contractual hecha por Aeroméxico, con lo que se evita la huelga programada inicialmente para la medianoche del viernes y, minutos antes de este límite, prorrogada por dos horas.
El convenio incluye un aumento salarial de 4.7 por ciento y 1.5 por ciento directo a prestaciones, así como la apertura de una mesa de negociación para fijar las condiciones de un contrato diferente para los sobrecargos de nuevo ingreso.
En tanto, el gobierno federal, por medio del secretario del Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida, se comprometió a realizar las gestiones necesarias para eliminar la causal de conflicto colectivo de naturaleza económica, esto es, el argumento de la empresa acerca de que un aumento mayor del costo laboral representaría una crisis que pondría en riesgo la viabilidad de la aerolínea.
Al término de la negociación, previo al fin del emplazamiento a huelga, el director general de Aeroméxico, Andrés Conesa, propuso la integración de una comisión mixta de productividad y calidad del servicio, para que resuelva a más tardar el primero de julio próximo la propuesta relativa a nuevas condiciones laborales para los sobrecargos de nuevo ingreso.
Conesa dijo que para tomar acciones que mejoren la productividad y calidad de la empresa, por única ocasión creará un fondo equivalente a 1.5 por ciento del salario tabular anual de la planta de sobrecargos.
El dirigente de la ASSA, Ricardo del Valle, llegó a la sede de esta organización 45 minutos antes que venciera el emplazamiento a huelga para explicar a sus compañeros los pormenores del convenio propuesto; más tarde, ante la premura de los plazos legales se votó una prórroga de dos horas, la cual se informó vía telefónica al secretario del Trabajo, y en respuesta –con apoyo del altavoz– éste se dirigió a la asamblea para dar su palabra acerca de la vía de eliminación del referido conflicto colectivo de naturaleza económica.
Algunos de los sindicalizados que tomaron la palabra afirmaron que no se estaba ganando nada y que prevalecía la actitud mezquina de Aeroméxico, porque la revisión contractual en curso era un compromiso ganado por este sindicato desde hace tres años y lamentaron que no se haya reconocido el sacrificio de los sobrecargos que en diversas ocasiones aceptaron, con el fin de preservar su empleo, un nulo aumento salarial y de mejoras de trabajo.
Otros, en cambio, advirtieron que era necesario aceptar el convenio porque de lo contrario podrían correr el mismo riesgo de sus compañeros de Mexicana de Aviación, empresa que suspendió operaciones desde agosto de 2010, precisamente por el desborde de la crisis económica en esa aerolínea.
El dirigente Del Valle hizo énfasis en que estaba todo preparado para ir a huelga, pero que había que votar en favor o en contra de la última propuesta de la empresa y que posteriormente se armaría una comisión para definir los términos de la productividad y del contrato para los nuevos empleados.
El aumento salarial y de prestaciones entraría en vigor de inmediato, a partir de este sábado.
La linea, bandera del país
Aeroméxico es la línea insignia o bandera del país, con una flota de 55 aeronaves. Según datos de la empresa, transporta mensualmente a un millón 200 mil pasajeros dentro y fuera de la nación, equivalentes a movilizar a entre 25 mil y 45 mil personas diarias, en 300 vuelos.
Cubre 38 por ciento de los destinos nacionales y un paro hubiera afectado la conectividad con 35 ciudades, tanto internacionales como 12 domésticas. La empresa advirtió que la suspensión de operaciones dejaría pérdidas de unos 150 millones pesos diarios.
Luego de la suspensión de operaciones de Mexicana de Aviación, hace tres años, Aeroméxico tomó diversas rutas internacionales de aquella (como Londres o Buenos Aires, por mencionar un par), mientras que las nacionales fueron ocupadas por la propia Aeroméxico y otras como Volaris e Interjet.
Negociación
En las últimas horas de la negociación se frenó el avance porque –según fuentes consultadas– la empresa insistía en fijar un convenio para que la revisión salarial y contractual se realizara cada cuatro años y no uno y dos, respectivamente, como lo establece la ley.
El denominado contrato B, según ASSA, representaría una baja de 60 por ciento en los ingresos de los nuevos sobrecargos, respecto de los sueldos de los actuales.
Otro elemento que tensó las pláticas se relaciona con el plan de los directivos de mantener el conflicto como de orden económico y no como una negociación para mejorar las condiciones laborales de sus empleados, es decir, el equipo encabezado por Andrés Conesa aseveró que un aumento en el costo del contrato significa orillar a la aerolínea a su desaparición y, por tanto, poner en riesgo el empleo de 14 mil personas.
El director general de Aeroméxico había dicho que los sobrecargos de esta empresa ganan el doble que los de las aerolíneas clasificadas como de bajo costo, por lo que se insistió, hasta último momento, que una vía de solución era mantener todas las prestaciones de los integrantes de este gremio y cambiar el esquema de contratación para los de nuevo ingreso, condiciones que, afirmó, ya fueron aceptadas por pilotos y personal de tierra.
Esperemos que el gobierno apueste por la solución porque una sustitución de los sobrecargos en huelga significaría un mal precedente y una mala señal de la administración de Enrique Peña Nieto debido a que afectaría, por la vía de los hechos, el derecho constitucional de los trabajadores a la huelga, como mecanismo para mejorar sus condiciones laborales, dijo Alejandra Barrales, quien durante su gestión como secretaria general de este gremio (en el último tramo de los años noventa) encabezó tres huelgas: dos requisadas por el gobierno y una efectiva de 14 horas.
Fuente: La Jornada | Fabiola Martínez