lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Parto por cesárea?. Confusión y desánimo. RR, la morena de EPN. Protestar este 1º

No pueden equipararse ni el ánimo ni las perspectivas del partido político que hoy comienza su congreso fundacional en un inmueble deportivo de la ciudad de México, irónicamente denominado Plan Sexenal, con lo sucedido décadas atrás, cuando se creó lo que hoy es el Partido de la Revolución Democrática.

En aquella ocasión, bajo el liderazgo de Cuauhtémoc Cárdenas pero con el acompañamiento complementario de notables personajes (varios de ellos ética y políticamente superiores al propio convocante), se dio un paso fundamental para unificar a las izquierdas, con un horizonte de pleno deslinde respecto a las demás fuerzas políticas y una expectativa de competitividad creciente, tanto en el plano electoral como en la lucha social (lo que sucedió después con este partido es otra historia).

En esta ocasión, el nacimiento de Morena se produce en un contexto de gran confusión política e ideológica, de división entre las izquierdas y de perspectivas reducidas respecto al objetivo central de alcanzar el poder. Los dos días de sesiones transcurrirán, los acuerdos sabidos se tomarán, un nuevo líder habrá (¿AMLO, directamente, o preferirá abrir camino a otro, reservándose él una comisión de honor y justicia que tratará de corregir errores y desviaciones y de imponer sanciones a los equívocos?) y en los próximos comicios se depositará la cantidad suficiente de votos para que el registro condicionado se vuelva definitivo. Pero no ha de esperarse mucho más que eso.

Aparte de sus problemas y contradicciones naturales, Morena se topará con la persistencia del PRD, que es la opción de izquierda aceptada por el régimen triunfante, el de la alternancia bipartidista que hoy instala tres colores como antes lo hizo durante 12 años con el blanco y el azul. A pesar de la renuncia de algunos cuadros importantes, como se formalizó ayer en el caso de Martí Batres, el Partido de la Revolución Democrática recibirá los tanques de oxígeno político que sean suficientes para que se sostenga como la interlocución civilizada del gobierno peñanietista.

Además, el propio Peña Nieto está empeñado en inflar al máximo el rol asignado a Rosario Robles, no sólo con la intención de dividir más a la izquierda en general sino, en particular, para potenciar y utilizar los propósitos de revanchismo salvaje que la ex presidenta nacional del PRD y ex jefa de gobierno ha guardado con largueza y paciencia luego de la confrontación seca entre ella y Andrés Manuel López Obrador, con los episodios del empresario Carlos Ahumada y René Bejarano como punta de iceberg.

Robles muy probablemente será una secretaria federal de desarrollo social que tendrá en su agenda confidencial el encargo de usar los recursos públicos para tejer una red clientelar política que, en su momento, sea puesta al servicio del PRI como hoy se le conoce, o de otra formulación denominacional (acaso el Partido de la Solidaridad siempre soñado por el jefe Carlos) o de alguna engañifa multifactorial (un partido de la concertación mexicana) con la participación de la propia Robles y otros izquierdistas como Ramón Sosamontes, René Arce, Víctor Hugo Círigo y el representante de la derecha foxista, Manuel Espino. Rosario, como se ve, pretende ser la Morena de EPN.

Esa fuerte disposición de algunos para parecer activos contrasta con la pretensión de otros perredistas de no parecer pasivos. La corriente de René Bejarano en el sol azteca está empujando para que la toma de posesión de Enrique Peña Nieto no sea asumida con abulia y conformismo, y tan preclara bandera de lucha es también peleada por la facción dominante, los Chuchos. No se busca nada de fondo (ni confrontaciones ni enjundia), sino una suerte de variación testimonial: aceptada está por todos los importantes del PRD la imposición del mexiquense, y todos están más que puestos para seguir negociando con él, pero una parte de ese partido se preocupa por el qué dirán y propone que sus siglas se incorporen a las que en las calles habrán de protestar contra la mencionada imposición. Cuestión de imagen, pues.

Tan clara está esa vocación de simular combatividad a última hora y sin mayor trascendencia, que las protestas anunciadas por Morena y lo que haga el PRD podrían contar con poca participación este 1º de diciembre, pues no significarán la coronación de una larga resistencia posterior a los comicios recientes sino un mero reavivamiento de oportunidad, luego del silencio y la inmovilización tan peculiares que a algunos les provocaron dudas y a otros alejamiento y apatía. Tan desangelado se ve el escenario que el propio movimiento de los 132 ha reportado una llamativa inasistencia de delegaciones a su reunión nacional realizada en Veracruz.

Astillas

Sería importante que Josefina Vázquez Mota diera a conocer a la opinión pública si tiene acciones e intereses en Comex, la empresa mexicana de pinturas que ha sido vendida a Sherwin-Williams. Esta operación es la segunda más importante del presente año en relación con compradores extranjeros. La primera ha sido la de la cervecería Modelo a Anheuser Busch InBev, trato cerrado a cambio de 20 mil 100 millones de dólares. En el caso de Comex (más de 7 mil empleados, 750 concesionarios y 3 mil 300 puntos de venta), el arreglo se calcula en 2 mil 340 millones de dólares. En ambos casos, Modelo y Comex, y conforme a las vigentes leyes a modo, no se paga ni un centavo por la venta o traspaso de acciones.

Marcha a toda velocidad el proceso de selección de quienes se integrarán a la supersecretaría con pretensiones de vicepresidencia política que encabezará el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong. Algunos de quienes han sido entrevistados para valorar sus aptitudes de cara a Bucareli han comentado que los exámenes se hacen en Toluca y más de uno asegura que el ex gobernador del estado de México, Arturo Montiel, es uno de los sinodales.

Y, mientras Pedro Joaquín Coldwell se ha emocionado y ha dicho que el de hoy es otro PRI, ya muy cambiadito, ¡hasta mañana, con el consumismo más que satisfecho luego del espejismo del buen fin!




Fuente: La Jornada