domingo, 10 de julio de 2011

Denuncian bases zapatistas despojos de tierra y agresiones cometidos por Orcao

Acusan a las autoridades de manipular a campesinos para que se enfrenten entre ellos

También han sido víctimas de robo de cafetales, milpas, cañaverales y ganado, señalan

San Cristóbal de las Casas, Chis. La junta de buen gobierno (JBG) del caracol zapatista de La Garrucha denunció anoche despojos de tierra y agresiones de la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao), contra las comunidades Nuevo Paraíso y Nuevo Rosario, en los municipios autónomos Francisco Villa y San Manuel, respectivamente.

Según la JBG, “los malos gobiernos de Felipe Calderón, Juan Sabines Guerrero y el presidente municipal de Ocosingo, Arturo Zúñiga, han intensificado la campaña de contrainsurgencia manipulando a los dirigentes de Orcao”, quienes a su vez “manipulan a sus bases para enfrentarnos entre campesinos, entregando tierras recuperadas”.

Los señalamientos a la Orcao como instrumento de la contrainsurgencia, hechos por la junta zapatista El camino del futuro, en la selva tzeltal, se suman a las denuncias en el mismo sentido de la JBG Arco iris de la esperanza, en el caracol de Morelia (22 y 24 de junio), referentes a agresiones y despojos en el municipio autónomo Lucio Cabañas.

En Nuevo Paraíso, un grupo de personas del ejido Guadalupe Victoria se posesionó desde el 3 de marzo de tierras recuperadas por las bases zapatistas, mientras un grupo de Las Conchitas (Ocosingo) y otro del ejido Po’jcol (Chilón) “están haciendo milpa” en predios de zapatistas. La JBG investigó a los invasores y documentó que todos son miembros de Orcao.

La JBG de La Garrucha “invitó a las directivas de esta organización para que pacíficamente desocuparan las tierras recuperadas”, pero rehusaron hacerlo. Así, durante cuatro meses “ya causaron varios problemas” en Nuevo Paraíso.

Los zapatistas enumeran robos de cafetales, milpas, cañaverales, ganado, alambre y árboles por parte de pobladores de Guadalupe Victoria. En tanto, pobladores de Po’jcol, “que en todo momento están armados”, venden a una constructora la grava extraída ilegalmente de tierras recuperadas. “Todo estos hechos ocurridos como si fuera todo en calma, pero la JBG espera respuesta de parte de las autoridades de la Orcao.”
La junta de La Garrucha responsabiliza de estas acciones a José Peñate Gómez, Osmar, Pedro López García, Marcos Hernández Morales, José Alfredo Peñate Gómez y Miguel Centeno Gutiérrez (Guadalupe Victoria), así como a Adolfo Ruiz Gutiérrez, Domingo Gutiérrez Ruiz, Bersaín, Miguel y Baldemar Gutiérrez Gómez, Jerónimo, Andrés y Eliseo Gutiérrez Pérez (Po’jcol), y Fidelino Gómez Morales, Carmelino Ruiz Guillén, Fidelino Gómez Lorenzo y Marcos Gómez Morales (Las Conchitas).

La JBG demanda que los orcaístas, “asesorados por los tres niveles de gobierno”, desocupen las tierras recuperadas después de 1994. “Son nuestras y las vamos a defender cueste lo que nos cueste”, sostiene. “Estamos hasta la madre de las provocaciones”. La JGB exige al presidente de Orcao, Antonio Juárez Cruz, “que su gente desocupe la tierra de las bases de apoyo de Nuevo Paraíso” y, a los invasores, que saquen láminas y madera “que trajeron de su tierra”, y que devuelvan la madera robada. “En caso contrario, si suceden graves problemas responsabilizamos directamente al gobierno y a la directiva de Orcao.”

Otro caso donde los gobiernos federal, estatal y municipal “asesoran a los dirigentes de Orcao” para invadir tierras recuperadas por el EZLN, es el poblado Nuevo Rosario, en el municipio autónomo San Manuel. Allí los invasores “están tumbando muchos árboles para vender leña en Ocosingo”. La JBG responsabiliza a la directiva de los cafetaleros oficialistas por rentar indebidamente la tierra recuperada al ganadero Alejandro Alcázar, de San Cristóbal de las Casas.

Esto ha provocado destrozos en milpas del municipio zapatista San Manuel, debido al corte de los alambrados para que penetre el ganado. También han sido afectadas ocho familias que no pertenecen a ninguna organización, habitantes del mismo Nuevo Rosario.



Fuente: La Jornada