sábado, 23 de julio de 2011

Caen empleo e ingreso. Desocupación: 60% más. FC: ¿“para vivir mejor”?

Los tercos mexicanos insisten en que para vivir mejor” (Calderón dixit) requieren vivir peor. Con eso de que “son muy exigentes” (Cordero dixit) y que se niegan a aceptar que “la recuperación en la economía mexicana ya llegó a los bolsillos de las familias” (ídem), como lo documenta la ENIGH 2010, los habitantes de este país y su “percepción” (ibídem) de plano no aceptan lo bien que el calderonato ha hecho las cosas y, por lo mismo, son plenamente felices por el desplome de su ingreso y el crecimiento del desempleo, con ganas de empeorar.

Algunos califican de “sorpresivo” el incremento en la tasa de desocupación en junio de 2011, pero lo cierto es que a lo largo del calderonato la norma ha sido el aumento en este renglón. De hecho, desde que se instaló en Los Pinos el crecimiento oficialmente documentado ha sido de 60 por ciento, de tal suerte que sorpresa, lo que se llama sorpresa, no es. Como lo señala el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey, campus estado de México, que preside José Luis de la Cruz Gallegos, “ni siquiera el crecimiento de la economía ha servido para mejorar las condiciones del mercado laboral mexicano. Altamente preocupante resulta que la población más afectada es la que cuenta con mayor nivel educativo, lo cual refleja el poco avance en la generación de empresas que demanden personal calificado, y por lo tanto la escasa búsqueda de la innovación que permita un mejor posicionamiento de México en términos de competitividad y productividad”.

Lo anterior, apunta el CIEN, condiciona de forma negativa la creación de valor agregado y, en consecuencia, del crecimiento económico, lo cual propiciará menores oportunidades de empleo. “Además, se conoce que el mercado laboral condiciona el contexto socioeconómico de la población, siendo ésta aún más vulnerable a caer en mayores niveles de pobreza y delincuencia, por lo que malos resultados en los niveles de desocupación impactan perniciosamente sobre éstas problemáticas. Lo anterior sumado a los malos resultados mostrados por la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2010, la desaceleración de la actividad industrial y el bajo desempeño del Indicador Global de la Actividad Económica constituyen uno de los más grandes retos, que en el corto y mediano plazos enfrentará el país, y que de no superarse, lo situarán en un escenario de incertidumbre sobre el futuro de su economía”.

La tasa de desocupación de junio es la más elevada desde 2000, para el mismo mes, e incluso superior a la registrada en el sexto mes de 2009. “Este hallazgo no es menor, ya que estas mayores tasas de desocupación se presentan en un escenario donde la economía aún está creciendo, por lo que ni siquiera el desempeño productivo genera un entorno favorable para la creación de empleos. Lamentablemente, lo anterior no es coyuntural, ya que la tendencia de la desocupación se encuentra al alza provocando un crecimiento de ésta cercano a los niveles más altos en la crisis. La debilidad del mercado laboral sitúa a la economía mexicana en una posición de vulnerabilidad ante efectos externos, por lo que la desaceleración de Estados Unidos penetra en el país, y las consecuencias pueden ser graves”.

A partir de 2005 la participación de la población desocupada por nivel de instrucción es más elevada para las personas con mayor grado académico (educación media superior y superior). Y los resultados de junio de 2011 lo ratifican, lo que se traduce en menor generación de valor agregado en la economía y en un impacto negativo para el país en términos productivos y de competitividad, amén de que la creciente desocupación seguirá incidiendo en los aumentos de pobreza e inseguridad, como la propia ENIGH 2010 lo documenta.
Los problemas del mercado laboral mencionados incidirán desfavorablemente sobre los ingresos y la capacidad de gasto de las familias, las cuales ya sufrieron un retroceso durante la crisis de 2009, y aún antes de ella. Una retrospectiva más minuciosa de la ENIGH 2010 permite plantear la persistencia de la inequidad de la distribución de la riqueza, con brechas muy importantes incluso entre los dos deciles más ricos. En el décimo decil se concentra 34 por ciento de los ingresos totales de los hogares, en tanto que la suma de los siete primeros deciles acumula una proporción similar con 38 por ciento de los ingresos totales; vivo reflejo de la mala distribución de la riqueza.

La proporción de ingreso monetario es progresiva. Para el primer decil (el más pobre) únicamente 57 por ciento de sus ingresos corresponde al renglón monetario, mientras que para el décimo decil (el más rico) esta proporción representa 79 por ciento. Considerando al decil más pobre de la población, cada hogar recibe mensualmente en promedio un ingreso corriente monetario de mil 338 pesos, mientras que el más rico obtiene 32 mil 471 pesos, una diferencia de 24 veces y casi lo mismo que percibe en conjunto los primeros siete deciles (33 mil 143 esos). Esta brecha no es exclusiva entre estos deciles, ya que en el décimo decil recibe más del doble de ingresos que el decil nueve.

De igual manera, el gasto ejercido por los hogares refleja brechas importantes: el gasto total de los primeros seis deciles apenas iguala el gasto del decil más rico. El gasto promedio mensual total por hogar es de 11 mil 622 pesos. Sin embargo, los tres primeros deciles erogan menos de la mitad de esta cantidad, mientras que los tres últimos la rebasan, siendo el decil de mayores ingresos el que gasta una cantidad tres veces superior. Existe una brecha importante de proporción de gasto entre el noveno y el décimo decil: éste último devenga el doble del anterior y 10 veces más que el primero.

El gasto promedio mensual por hogares en alimentos es de 2 mil 627 pesos; considerando que en promedio un hogar consta de cuatro personas, esto implica que mensualmente se destinen 657 pesos per cápita (menos de 22 pesos al día). Lo que además muestra la pobreza de las familias en los deciles más bajos, puesto que del primero al sexto decil este gasto representa en promedio solamente 477 pesos (menos de 16 pesos diarios), en tanto que el de mayor ingreso gasta casi el triple por persona: mil 282 pesos (42 pesos diarios).

Las rebanadas del pastel

En síntesis, por los resultados ofrecidos a los mexicanos, Felipe Calderón, Javier Lozano, Ernesto Cordero y Bruno Ferrari, cuando menos, tendrían que pasar de inmediato al desempleo, y entre ellos podrían contarse aquellas fábulas de que “la recuperación en la economía mexicana ya llegó a los bolsillos de las familias”, que el “empleo crece, con nombre y apellidos”, que cada día se “vive mejor” en el país, que “los mexicanos deben estar orgullosos por la economía” y que “ya basta de tener esa vocación de pensar que las cosas están mal, cuando en realidad deberíamos ver que están bien”.




Fuente: La Jornada