La reforma energética destruye toda
la capacidad operativa, productiva, financiera, tecnológica y de suministro al
mercado nacional de hidrocarburos de Pemex, para sustituirlo por oligopolios
extranjeros, otorgándoles toda la cadena de valor económico, desde los
yacimientos hasta la industrialización, comercialización y abasto de
hidrocarburos y energía eléctrica.