martes, 27 de diciembre de 2011

En 2012 seguirá el “rescate”. Insaciable, la banca pide más. Estados Unidos fracasó; Europa en turno

Afinales de 2008, el gobierno estadunidense, con George W. Bush, todavía en la Casa Blanca, abrió sus arcas de par en par para rescatar” al sistema financiero-especulativo que provocó la crisis. Miles y miles de millones de dólares pertenecientes a los contribuyentes se desviaron para atender servicialmente las urgencias y cubrir los excesos de los grandes corporativos sectoriales, pero ni de lejos se logró atemperar –ya no se diga evitar– el peor desplome económico desde la gran depresión, que arrastró a la comunidad internacional.

Tres años después, con la crisis irresuelta, y comprobado el fracaso de la citada política de “rescate” del entonces inquilino de la Casa Blanca, los gobiernos de la eurozona decidieron proceder exactamente de la misma manera en la que lo hizo el junior Bush. Cataratas de recursos públicos para “salvar” a los corporativos privados, mientras a los dueños de ese dinero, los ciudadanos, les recetaban draconianas políticas de “ajuste” con el indeleble sello fondomonetarista, aderezadas con una sobredosis de gas lacrimógeno y cualquier cantidad de bastonazos y patadas.

En ese periodo, durante el cual el río de dinero público se desbordó en beneficio de los barones, creció el hambre, la pobreza, el desempleo, la desigualdad, a la par que el bienestar y las fortunas de los banqueros “rescatados”, los de aquí al lado y los del viejo continente. El bienestar de millones de habitantes de este planeta se fue al caño, junto con la dignidad –si es que algún día la tuvieron, como José Luis Rodríguez Zapatero comprenderá– de los serviles gobiernos que optaron por “rescatar” a los causantes de la crisis y hundir aún más a quienes nada tuvieron que ver con su gestación, pero que fueron obligados a pagar la factura.

El año nuevo en puerta será el de la continuidad, pero de la crisis, y traerá más de lo mismo, es decir, más hambre, más pobreza, más desempleo, más desigualdad, y, desde luego, más bienestar y mayores fortunas para los de siempre. Más sacudidas económicas, y más “rescates” y “salvamentos” privados con recursos públicos; más “ajustes” fondomonetaristas, más gobiernos serviles, porque ninguno de ellos está dispuesto a corregir un milímetro las verdaderas causas de la crisis (la depredación practicada por la banca, por el sistema financiero-especulativo), y cada día más indignados, millones de ellos, hasta que todo esto simple y sencillamente reviente.

Y como recordar es vivir, en noviembre de 2008 el corresponsal de La Jornada en Estados Unidos, el querido David Brooks, reseñaba que el gobierno de George W. Bush anunciaba “mecanismos” de hasta 800 mil millones de dólares en nuevos préstamos y adquisiciones de deuda para buscar descongelar los mercados de crédito para los consumidores y rescatar el “libre mercado” de la peor crisis desde la gran depresión, en lo que ya es la intervención estatal en la economía más costosa de la historia de Estados Unidos. “Con esta iniciativa, el gobierno estadunidense ya ha invertido y/o comprometido más de 5 billones de dólares en 22 programas para rescatar la economía, y según algunos cálculos el total podría llegar a 7.5 billones, equivalentes a la mitad del producto interno bruto de Estados Unidos en 2007 o casi el doble del costo estadunidense de la Segunda Guerra Mundial”.

Mientras se registraba una contracción económica en el último trimestre de 2008, con pronósticos aún más pesimistas para 2009, añadía Brooks, continuaba el desplome en el gasto del consumidor como también en los precios del sector inmobiliario y más bancos al borde del abismo. “El gobierno aparentemente está dispuesto a romper con todas las reglas del libre mercado y hacer lo necesario para subsidiar la economía. La Reserva Federal y el Departamento de Tesoro presentaron dos nuevos programas para ampliar el crédito a fin de promover el gasto del consumidor y reducir las tasas de interés de las hipotecas, y con ello intentar resucitar dos pilares de la economía, el del consumidor y el sector inmobiliario”.
Paralelamente, la Casa Blanca, con Bush junior adentro, anunciaba un “acuerdo” para proteger 306 mil millones de dólares de créditos en riesgo de pérdida del gigante financiero Citigroup, además de que realizará una inyección directa de recursos por 20 mil millones adicionales. “Citigroup recibirá protección contra eventuales pérdidas inusitadas sobre un paquete de activos por cerca de 306 mil millones de dólares en créditos y seguros respaldados por bienes raíces residenciales y comerciales, que permanecerán en el balance del grupo”. El monto comprometido se destinó a “compensar las pérdidas inusitadas”, en lo que constituyó la segunda acción de rescate gubernamental al gigante financiero.

Poco más adelante llegó Barack Obama, se sentó en la Casa Blanca y terminó el trabajo del junior, mientras el desempleo crecía a paso veloz y el nivel de bienestar de la mayoría en aquel país se fue para abajo. Miles y miles de millones de dólares de los contribuyentes fueron a parar al sistema financiero-especulativo, para que la economía estadunidense se mantenga en la lona, mientras los barones del dinero siguen haciendo de las suyas. Lo mejor del caso es que el propio Obama, en su toma de posesión, anunció que “se acabó el tiempo del inmovilismo y de proteger intereses mezquinos, porque una nación no puede ser próspera cuando sólo se favorece a los ricos”.

Parece que fue ayer, porque los gobiernos europeos no se enteraron del sonado fracaso de su par estadunidense, pues dieron su visto bueno para que el Banco Central Europeo, por primera vez en su historia, otorgara créditos a largo plazo e intereses blandos por alrededor de 500 mil millones de euros (algo así como 641 mil millones de dólares). Pero los destinatarios de esa catarata de recursos públicos no son los angustiados ciudadanos, sino los grandes corporativos financieros, es decir, los causantes de la crisis. Entonces, simplemente reprodujeron el numerito de George W. Bush, de tal suerte que es predecible cuál será el resultado.

Las rebanadas del pastel

En el Distrito Federal se mantiene el cobro por tenencia de automóvil (para vehículos con precio superior a 350 mil pesos). La misma decisión para el caso de otros estados (gobernados por distintos partidos), de tal suerte que al voraz paso que llevan, en un futuro no muy lejano cobrarán por la tenencia de televisores, planchas, cafeteras, equipos de sonido, calzones, condones y lo que se les ocurra, porque al final de cuentas todos los citados, como el automóvil, no son más que bienes de consumo, los cuales ya son gravados con IVA. ¿Qué tal un impuesto por pifias, excesos y conexos de los funcionarios? De cobrarse, México siempre tendría superávit fiscal.




Fuente: La Jornada