Mientras que en Oaxaca la movilización de los maestros de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) colocó a la organización magisterial como el más vigoroso sindicato del país –la educación pública en el estado y las implicaciones que representa no son temas del presente artículo-, el debate sobre el sindicalismo cobró vigencia y nos remite a la actual crisis por la que transita el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Las contradicciones en el otrora vanguardia del sindicalismo independiente impiden conducirlo a una nueva reconfiguración para encontrar el rumbo perdido y ampliar las perspectivas del gremio electricista.
La visión maniquea en la opinión pública al estilo de “Nosotros los buenos, ustedes los malos”, ubica al SME en dos posiciones. La primera corresponde a la campaña generada por el gobierno, y es fomentada en los medios oficialistas para justificar el acto fascista contra Luz y Fuerza del Centro (LFC) –y la Industria Eléctrica estatal en su conjunto, que abordaremos una vez concluidas estas dos partes- como la utilizada en la guerra sucia presidencial del 2006. Cientos de artículos van en ese sentido, la propaganda oficialista ha sido guía para críticas que ingenuamente y sin más fundamento se avocan a los efectos y no las verdaderas causas de la problemática –privatización del subsector eléctrico, desaparición de la industria estatal, aniquilación de los contratos colectivos y de los sindicatos, apertura indiscriminada sin proyecto ni política de Estado en energéticos, etc.-
Por lo tanto es pertinente revisar sus argumentos para esclarecer posturas que no siempre están en la propia dinámica del SME, de la cual se escapan cientos de articulistas en su afán por criticar las reacciones y no la génesis que orilló a tales acciones. Por ejemplo, la manifestación de la segunda semana de abril fue oro molido para el gobierno, los disturbios justificaron para el vulgo catalogar a los smeítas como grupo de vándalos, violentos, ex trabajadores sin oficio ni beneficio, golpeadores, pandilleros, en fin todo un rosario de agravios para las “buenas conciencias”.
Lo que se les escapó a esos articulistas es la poca capacidad para investigar a fondo los supuestos “beneficios” de las liquidaciones, las “jugosas” indemnizaciones “superiores” a las de la ley, la violación a la misma Constitución, el desprecio a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, el veto para todo ex trabajador de LFC que busca empleo en dependencias públicas y empresas privadas, el manejo a modo de las cifras de productividad, la mediocre actuación como jefe de la junta de gobierno en LFC de Felipe Calderón, su escaso compromiso con el servicio público y la función social de la dependencia para cumplir con la finalidad de la ADMINISTRACIÓN PÚBLICA, su subordinación como gerente de ventas en la misma Secretaría de Energía que cumplir con la función de secretario de ESTADO, diez años de administración panista que demuestran la ignorancia por la administración pública descentralizada y que derivo en la desastrosa situación financiera de LFC (diez años que no pudieron hacer nada y se escudaron en lo que el SME pugnaba como sindicato), el ínfimo presupuesto de LFC que a propósito servía única y exclusivamente para proyectos de mantenimiento y nada, absolutamente nada de expansión en generación eléctrica para una de las ciudades más grandes del mundo ¿cómo se explica eso? Por cierto los contratistas en el subsector eléctrico están tan fuera de la ley como el narcotráfico y ni siquiera ningún medio o articulista se ha preocupado por ello.
Todo lo anterior tiene mucho de erróneo y escapa de lo que realmente sucede con los grupos de poder electricistas que pretenden a su criterio y objetivos, reconstituirlo. Es aquí donde interviene la segunda posición, la de los analistas -que son los menos- y que estemos de acuerdo o no, tienen un sustento con mayores elementos y riqueza que se apartan de cientos de opiniones que poco aportan al auténtico debate. Claro, es parte de la segunda entrega.
Fuente: Gurú Politico
La visión maniquea en la opinión pública al estilo de “Nosotros los buenos, ustedes los malos”, ubica al SME en dos posiciones. La primera corresponde a la campaña generada por el gobierno, y es fomentada en los medios oficialistas para justificar el acto fascista contra Luz y Fuerza del Centro (LFC) –y la Industria Eléctrica estatal en su conjunto, que abordaremos una vez concluidas estas dos partes- como la utilizada en la guerra sucia presidencial del 2006. Cientos de artículos van en ese sentido, la propaganda oficialista ha sido guía para críticas que ingenuamente y sin más fundamento se avocan a los efectos y no las verdaderas causas de la problemática –privatización del subsector eléctrico, desaparición de la industria estatal, aniquilación de los contratos colectivos y de los sindicatos, apertura indiscriminada sin proyecto ni política de Estado en energéticos, etc.-
Por lo tanto es pertinente revisar sus argumentos para esclarecer posturas que no siempre están en la propia dinámica del SME, de la cual se escapan cientos de articulistas en su afán por criticar las reacciones y no la génesis que orilló a tales acciones. Por ejemplo, la manifestación de la segunda semana de abril fue oro molido para el gobierno, los disturbios justificaron para el vulgo catalogar a los smeítas como grupo de vándalos, violentos, ex trabajadores sin oficio ni beneficio, golpeadores, pandilleros, en fin todo un rosario de agravios para las “buenas conciencias”.
Lo que se les escapó a esos articulistas es la poca capacidad para investigar a fondo los supuestos “beneficios” de las liquidaciones, las “jugosas” indemnizaciones “superiores” a las de la ley, la violación a la misma Constitución, el desprecio a la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, el veto para todo ex trabajador de LFC que busca empleo en dependencias públicas y empresas privadas, el manejo a modo de las cifras de productividad, la mediocre actuación como jefe de la junta de gobierno en LFC de Felipe Calderón, su escaso compromiso con el servicio público y la función social de la dependencia para cumplir con la finalidad de la ADMINISTRACIÓN PÚBLICA, su subordinación como gerente de ventas en la misma Secretaría de Energía que cumplir con la función de secretario de ESTADO, diez años de administración panista que demuestran la ignorancia por la administración pública descentralizada y que derivo en la desastrosa situación financiera de LFC (diez años que no pudieron hacer nada y se escudaron en lo que el SME pugnaba como sindicato), el ínfimo presupuesto de LFC que a propósito servía única y exclusivamente para proyectos de mantenimiento y nada, absolutamente nada de expansión en generación eléctrica para una de las ciudades más grandes del mundo ¿cómo se explica eso? Por cierto los contratistas en el subsector eléctrico están tan fuera de la ley como el narcotráfico y ni siquiera ningún medio o articulista se ha preocupado por ello.
Todo lo anterior tiene mucho de erróneo y escapa de lo que realmente sucede con los grupos de poder electricistas que pretenden a su criterio y objetivos, reconstituirlo. Es aquí donde interviene la segunda posición, la de los analistas -que son los menos- y que estemos de acuerdo o no, tienen un sustento con mayores elementos y riqueza que se apartan de cientos de opiniones que poco aportan al auténtico debate. Claro, es parte de la segunda entrega.
Fuente: Gurú Politico