Sao Paulo/Brasilia. Una huelga general convocada contra el programa de reformas del gobierno de Michel Temer paralizó hoy en gran parte las principales ciudades de Brasil.
En Sao Paulo, el corazón económico del gigante sudamericano, cientos de trabajadores y sindicalistas bloquearon las principales arterias y dejaron prácticamente sin transporte público a la ciudad.
La metrópoli estaba por la mañana sin autobuses, metro ni tren.
Varios manifestantes prendieron fuego a neumáticos para bloquear las vías de acceso a la ciudad de 12 millones de habitantes, centro también del movimiento sindicalista brasileño.
Los trabajadores también anunciaron paralizaciones en los aeropuertos paulistas, entre ellos el de Guarulhos, el más grande de Sudamérica.
La terminal operaba aún por la mañana.
El paro también afectó a Brasilia, que se quedó sin transporte público desde la mañana. Los manifestantes bloquearon también con fuego y barricadas las calles de la capital del país.
En Río de Janeiro, grupos de huelguistas intentaron bloquear el aeropuerto Santos Dumont, el segundo de la ciudad, y se enfrentaron a golpe con otros trabajadores dentro de la terminal, según mostraron imágenes del canal Globo.
El paro se extendió por todo el país, con protestas y paralizaciones del transporte público en Salvador y Natal (noreste), Belo Horizonte (sureste), Porto Alegre (sur) y Manaos (norte), entre otras ciudades.
A la huelga general, la primera en 21 años, se unieron los principales sindicatos del país. Las protestas se dirigen sobre todo contra las reformas del sistema de pensiones y de la legislación laboral, dos de los ajustes más importantes planeados por el Ejecutivo conservador de Temer para este año.
"Vamos a hacer la mayor huelga general de la historia de Brasil", anunció el jueves el presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), Vagner Freitas, justo un día después de que la Cámara baja aprobara la reforma de trabajo, que reducirá costos laborales y mermará el poder de los sindicatos.
El Senado debe aprobar aún la reforma.
La última huelga general en Brasil tuvo lugar en 1996 durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, entonces en protesta por el alto desempleo y los bajos salarios.
Brasil está sumido desde hace tiempo en una grave crisis económica, que causó una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) por encima del tres por ciento durante dos años consecutivos.
Desde que llegó al poder en 2016, Temer impulsa un duro programa de ajustes para intentar reactivar la economía. El país sudamericano espera salir este año de la recesión con un crecimiento mínimo de 0.2 por ciento.
Fuente: La Jornada