Lo mismo de siempre: triunfal discurso oficial a principios de cada mes, desmentido, igualmente oficial, al cierre de cada mes. Cifras históricas, con nombre y apellido”, en el show mediático que cada 30 días ofrecen los tres tristes tigres de papel (Lozano, Cordero y Karam), e informe sobre la creciente desocupación por parte del Inegi, en igual periodo. Así, al concluir mayo de 2011 la tasa de desocupación abierta en el país es prácticamente igual a la reportada en igual lapso de 2009, año de la crisis, que algunos aseguran que ya fue superada.
El Inegi divulgó ayer su informe mensual sobre ocupación, en el que confirma que aquello del “presidente del empleo” nunca trascendió la intención propagandística, y revela que en el calderonato la tasa de desocupación ha registrado un incremento cercano a 50 por ciento. En el quinto mes del presente año, precisa el organismo, 5.2 por ciento de la población económicamente activa se encontraba en esa condición, porcentaje superior al que se presentó en el mismo mes de 2010, cuando se situó en 5.13 por ciento. Así, alrededor de 2.5 millones de mexicanos sobreviven en esta República del Discurso. Los datos desestacionalizados muestran que en el lapso de referencia la TD alcanzó 5.54 por ciento, nivel que superó al del mes previo (5.22 por ciento).
Al considerar solamente las 32 principales áreas urbanas del país (aquellas con más de 100 mil habitantes), la tasa de desocupación fue “menor” (6.02 por ciento), por llamarle de alguna manera, a la de mayo de 2010 (6.13 por ciento). Sin embargo, con base en cifras desestacionalizadas la TD aumentó 0.85 puntos porcentuales con relación a la de abril de 2011. Vamos mejorando, sin duda.
El Inegi proporciona un elemento que sirve para considerar la veracidad de la reciente declaración del inquilino de Los Pinos (“mi gobierno está rompiendo el círculo vicioso de egresados universitarios sin empleo”): en mayo de 2011, el 70.3 por ciento de los mexicanos desocupados contaba con el mayor nivel de instrucción, y entre los subocupados 54.9 por ciento correspondió a tal nivel. Traducido al castellano simple, alrededor de un millón 750 mil egresados de educación superior se encuentran en desocupación abierta, y un millón 900 mil en la subocupación. Eso sí, el autodenominado cuan sonriente secretario del Trabajo, Javier Lozano, asegura que sólo el inquilino de Los Pinos (es decir, el “presidente del empleo”) tiene “autoridad moral” para pedirle la renuncia, porque, dice, “a él le juré lealtad” (en realidad, un funcionario jura respetar y hacer respetar la Constitución, no besarle los pies al patrón).
Discursos van, discursos vienen, y nada. Mensualmente el bonito show mediático de Javier Lozano, Ernesto Cordero y Daniel Karam, y nada. En los hechos, como bien lo documenta el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, a cargo de José Luis de la Cruz Gallegos, “la debilidad del mercado laboral continúa acentuándose, lo cual se refleja en una tasa de desocupación con niveles similares a los de la crisis de 2009. La precariedad del empleo merma el desarrollo del mercado interno, por lo que la tendencia creciente de la desocupación será el factor que inhiba la posibilidad de alcanzar un crecimiento económico superior a 3.5 por ciento en este 2011”.
Como se previó, anota el CIEN, “la tasa de desocupación en México ha mantenido los elevados niveles a los que le condujo la crisis económica de 2009. Durante mayo, 16 estados de la república mostraron un aumento en sus tasas de desocupación respecto al mismo periodo del año pasado. Considerando las cifras correspondientes al quinto mes del presente año, la tasa de desocupación de 2011 es la segunda más elevada desde 2000, únicamente superada por la registrada en la parte más álgida de la crisis de 2009”.
El mercado de trabajo mexicano no ha recuperado lo perdido en la recesión. Por el contrario, acumula mayores rezagos respecto a las necesidades de generación de empleo que tiene la nación, para así poder dar cabida a sus requerimientos demográficos. “La reactivación económica ha sido insuficiente para mejorar las condiciones del mercado laboral, situación que explica por qué los mexicanos no perciben los beneficios del crecimiento alcanzado. La incapacidad que tiene el aparato productivo para generar suficientes plazas laborales es preocupante, ya que si bien de ello se deriva la persistencia de la desocupación, también se tiene mayor inequidad en la distribución de la riqueza”.
El aumento del producto interno bruto reportado entre 2010 y comienzos de 2011 (5.5 por ciento, según las cifras oficiales) “acabó por concentrarse en los segmentos de la población con mayores ingresos. La elevada desocupación se asocia a mayor pobreza y, por ende, a una menor capacidad de consumo. Así, dada la tendencia alcista de esta variable, se estima que en el resto del año persista la precariedad del mercado laboral, la inequidad en la distribución de la riqueza y de las condiciones que desfavorecen el bienestar de la población. Al iniciarse la desaceleración de algunos sectores productivos, particularmente exportadores de manufacturas, se tendrá una incidencia negativa sobre el mercado interno, lo que en conjunto propiciará un crecimiento económico menor al estimado oficialmente”.
La gráfica que acompaña esta entrega, elaborada por el CIEN con base en la información del Inegi, deja en claro aquello de la “presidencia del empleo” y la “autoridad moral” del inquilino de Los Pinos y de sus funcionarios besucones.
Las rebanadas del pastel
A propuesta del inquilino de Los Pinos, el Legislativo aprobó el IETU en 2007, y el impuesto entró en vigor el primer día de 2008. En ambas fechas, la autoridad hacendaria juró y perjuró que el contribuyente sólo pagaría el impuesto que resultara mayor entre este gravamen y el ISR. Va para el cuarto año de ejercicio y la Secretaría de Hacienda se niega rotundamente a desaparecer alguno de los dos, ergo, aplica los dos y cobra dos veces por el mismo ingreso. Clavado el puñal fiscal, a ver quién es el guapo que lo retira de la escena del crimen, mientras los barones gozan de cualquier cantidad de beneficios tributarios.
Fuente: La Jornada
El Inegi divulgó ayer su informe mensual sobre ocupación, en el que confirma que aquello del “presidente del empleo” nunca trascendió la intención propagandística, y revela que en el calderonato la tasa de desocupación ha registrado un incremento cercano a 50 por ciento. En el quinto mes del presente año, precisa el organismo, 5.2 por ciento de la población económicamente activa se encontraba en esa condición, porcentaje superior al que se presentó en el mismo mes de 2010, cuando se situó en 5.13 por ciento. Así, alrededor de 2.5 millones de mexicanos sobreviven en esta República del Discurso. Los datos desestacionalizados muestran que en el lapso de referencia la TD alcanzó 5.54 por ciento, nivel que superó al del mes previo (5.22 por ciento).
Al considerar solamente las 32 principales áreas urbanas del país (aquellas con más de 100 mil habitantes), la tasa de desocupación fue “menor” (6.02 por ciento), por llamarle de alguna manera, a la de mayo de 2010 (6.13 por ciento). Sin embargo, con base en cifras desestacionalizadas la TD aumentó 0.85 puntos porcentuales con relación a la de abril de 2011. Vamos mejorando, sin duda.
El Inegi proporciona un elemento que sirve para considerar la veracidad de la reciente declaración del inquilino de Los Pinos (“mi gobierno está rompiendo el círculo vicioso de egresados universitarios sin empleo”): en mayo de 2011, el 70.3 por ciento de los mexicanos desocupados contaba con el mayor nivel de instrucción, y entre los subocupados 54.9 por ciento correspondió a tal nivel. Traducido al castellano simple, alrededor de un millón 750 mil egresados de educación superior se encuentran en desocupación abierta, y un millón 900 mil en la subocupación. Eso sí, el autodenominado cuan sonriente secretario del Trabajo, Javier Lozano, asegura que sólo el inquilino de Los Pinos (es decir, el “presidente del empleo”) tiene “autoridad moral” para pedirle la renuncia, porque, dice, “a él le juré lealtad” (en realidad, un funcionario jura respetar y hacer respetar la Constitución, no besarle los pies al patrón).
Discursos van, discursos vienen, y nada. Mensualmente el bonito show mediático de Javier Lozano, Ernesto Cordero y Daniel Karam, y nada. En los hechos, como bien lo documenta el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, a cargo de José Luis de la Cruz Gallegos, “la debilidad del mercado laboral continúa acentuándose, lo cual se refleja en una tasa de desocupación con niveles similares a los de la crisis de 2009. La precariedad del empleo merma el desarrollo del mercado interno, por lo que la tendencia creciente de la desocupación será el factor que inhiba la posibilidad de alcanzar un crecimiento económico superior a 3.5 por ciento en este 2011”.
Como se previó, anota el CIEN, “la tasa de desocupación en México ha mantenido los elevados niveles a los que le condujo la crisis económica de 2009. Durante mayo, 16 estados de la república mostraron un aumento en sus tasas de desocupación respecto al mismo periodo del año pasado. Considerando las cifras correspondientes al quinto mes del presente año, la tasa de desocupación de 2011 es la segunda más elevada desde 2000, únicamente superada por la registrada en la parte más álgida de la crisis de 2009”.
El mercado de trabajo mexicano no ha recuperado lo perdido en la recesión. Por el contrario, acumula mayores rezagos respecto a las necesidades de generación de empleo que tiene la nación, para así poder dar cabida a sus requerimientos demográficos. “La reactivación económica ha sido insuficiente para mejorar las condiciones del mercado laboral, situación que explica por qué los mexicanos no perciben los beneficios del crecimiento alcanzado. La incapacidad que tiene el aparato productivo para generar suficientes plazas laborales es preocupante, ya que si bien de ello se deriva la persistencia de la desocupación, también se tiene mayor inequidad en la distribución de la riqueza”.
El aumento del producto interno bruto reportado entre 2010 y comienzos de 2011 (5.5 por ciento, según las cifras oficiales) “acabó por concentrarse en los segmentos de la población con mayores ingresos. La elevada desocupación se asocia a mayor pobreza y, por ende, a una menor capacidad de consumo. Así, dada la tendencia alcista de esta variable, se estima que en el resto del año persista la precariedad del mercado laboral, la inequidad en la distribución de la riqueza y de las condiciones que desfavorecen el bienestar de la población. Al iniciarse la desaceleración de algunos sectores productivos, particularmente exportadores de manufacturas, se tendrá una incidencia negativa sobre el mercado interno, lo que en conjunto propiciará un crecimiento económico menor al estimado oficialmente”.
La gráfica que acompaña esta entrega, elaborada por el CIEN con base en la información del Inegi, deja en claro aquello de la “presidencia del empleo” y la “autoridad moral” del inquilino de Los Pinos y de sus funcionarios besucones.
Las rebanadas del pastel
A propuesta del inquilino de Los Pinos, el Legislativo aprobó el IETU en 2007, y el impuesto entró en vigor el primer día de 2008. En ambas fechas, la autoridad hacendaria juró y perjuró que el contribuyente sólo pagaría el impuesto que resultara mayor entre este gravamen y el ISR. Va para el cuarto año de ejercicio y la Secretaría de Hacienda se niega rotundamente a desaparecer alguno de los dos, ergo, aplica los dos y cobra dos veces por el mismo ingreso. Clavado el puñal fiscal, a ver quién es el guapo que lo retira de la escena del crimen, mientras los barones gozan de cualquier cantidad de beneficios tributarios.
Fuente: La Jornada