Por todos en el Movimiento de Resistencia y más…, es sabido que Alejandro Muñoz decidió jugar un rol complejo y delicado al interior del SME desde antes del ilegal decreto de extinción de LyFC.
A.V.E
28 de enero de 2011
Radio Turbina
Alta Tensión
Sabía que jugaba con fuego, que su conducta no era del todo correcta de cara a la base sindical y que es una moneda en el aire. Con el paso de los meses también ha quedado evidenciada su estrecha relación con Javier Lozano Alarcón, Secretario del Trabajo y Previsión Social del gobierno espurio.
Junto con otros advenedizos oportunistas, Muñoz y Lozano le apostaron a la masiva, unánime y total renuncia voluntaria –que no liquidación- de los trabajador@s del SME en tan solo 48 horas para luego dar paso a sus artilugios. Su enjuague se frustró al mantenerse firmes, sin acudir por dicho cobro y su respectivo premio más de dieciséis mil trabajador@s que optaron por resistir, antes que caer en su jugarreta.
Ante tales actitudes, sus declaraciones y el cúmulo de evidencias que atentan contra la estabilidad, permanencia y continuidad del SME; desde hace meses es un sentir generalizado entre la base de los trabajador@s, que Muñoz Reséndiz no tiene nada qué hacer dentro de nuestra organización sindical y menos pretender ostentar alguna representatividad.
Es inocultable el contubernio Lozano-Muñoz Reséndiz-Milenio donde el otrora Tesorero del SME aparece ante las cámaras de este noticiero: peinadito, maquillado, bien portado y con exagerada iluminación; haciendo declaraciones que atentan contra la integridad de una de las organizaciones de obreros pioneras del sindicalismo en México.
Es una propuesta recurrente y una repetida petición en reuniones, encuentros y asambleas, que a Alejandro Muñoz Reséndiz se le aplique la disciplina estatutaria, que su caso se someta a una Asamblea Judicial del SME, acto seguido: publíquese y notifíquese para su atención procedente.
O sea, ¡boletínese! para que todos los actores sociales tengan conocimiento que ha sido expulsado y no seguir cayendo, una y otra vez, en el juego perverso de sus desplantes y los de sus cómplices. De lo contrario, o sea, ¡no hacerlo!, sino ¡tolerarlo!, además de pecado de omisión, es atentar contra nuestro glorioso Sindicato Mexicano de Electricistas.