A pesar de las repetidas negativas de integrantes del gabinete de Andrés Manuel López Obrador en semanas recientes, México se convirtió hoy de facto en “Tercer País Seguro” para el gobierno estadunidense de Donald Trump: las autoridades del vecino país devolverán a este lado de la frontera a extranjeros no mexicanos para que esperen aquí el periodo que tarden en terminar su solicitud de asilo.
Lejos de condenar la medida –el gobierno de México no tiene por qué aceptar extranjeros no mexicanos–, la Cancillería anunció una serie de medidas para alinearse con la nueva política estadunidense.
Informó que se autorizará el ingreso “de ciertas personas extranjeras provenientes de Estados Unidos”, les otorgará una visa humanitaria y un permiso para trabajar, y “procurará que la implementación de las medidas que tome cada gobierno se coordine a nivel técnico-operativo con la finalidad de desarrollar mecanismos que permitan la participación de las personas migrantes con citatorio en su audiencia ante un juez migratorio estadounidense”.
En un boletín emitido esta mañana, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) trató de justificar la medida, y en una maroma, afirmó que “las acciones que tomen los gobiernos de México y Estados Unidos no constituyen un esquema de Tercer País Seguro, en el que se obligaría a las personas migrantes en tránsito a solicitar asilo en México”.
“Están dirigidas a facilitar el seguimiento de las solicitudes de asilo en Estados Unidos, sin que eso implique obstáculo alguno para que cualquier persona extranjera pueda solicitar refugio en México”, abundó la Cancillería.
Y no solo esto: aseveró que, por “derecho soberano de admitir o rechazar el ingreso de extranjeros a su territorio”, acotará las medidas dictadas desde Washington.
La dependencia encabezada por Marcelo Ebrard Casaubón aseguró que Washington tomó al gobierno mexicano por sorpresa, pues le comunicó “a las ocho de la mañana” que “el Departamento de Seguridad Interna tiene la intención de implementar una sección de su ley migratoria que le permitiría devolver a extranjeros, no mexicanos, a nuestro país para que aguarden aquí el desarrollo de su proceso migratorio en Estados Unidos”.
Sin embargo, Proceso reveló hace meses que el equipo de Ebrard y el gobierno de Trump estaban en negociaciones para que México se convierta en filtro migratorio para Estados Unidos y acepte el trato de Tercer País Seguro. El Washington Post indicó que, desde el lado estadunidense, el plan fue llamado “Quédate en México”.
El equipo de Ebrard aseveró que desconocía el nombre del plan y que el gobierno mexicano no aceptaría que México se vuelva un Tercer País Seguro para Trump. Todavía ayer, Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos en la Secretaría de Gobernación (Segob), asestó que “de ninguna manera” esto ocurriría.
Al salir de la presentación de la llamada “nueva política nacional de migración”, Apro preguntó a Ebrard en qué estatus estaban las negociaciones del plan conocido como “Quédate en México”. El funcionario permaneció silencioso durante largos segundos.
Kirstjen Nielsen, la titular del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) estadunidense, aseveró que se trata de “medidas históricas para llevar la crisis de la migración ilegal bajo control”.
“Hemos notificado al gobierno mexicano sobre las acciones que pretendemos tomar, en respuesta, México emitió una determinación independiente en la que se comprometió a implementar las medidas esenciales en su lado de la frontera; esperamos que los migrantes afectados reciban visas humanitarias para permanecer en territorio mexicano, así como la posibilidad de aplicar para un trabajo y otras protecciones mientras esperan su proceso legal en Estados Unidos”.
Fuente: Proceso