Jalisco y el país es un paraíso para las relaciones laborales, según los recuentos habituales que hacen las autoridades laborales del Estado y de México. Según su mirada, no existe tensión ni antagonismo entre los trabajadores y los patrones; lo que existe es un clima de concordia y paz entre los “factores de la producción”.
Esa versión de la falsa paz laboral fue defendida por el titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social de Jalisco, Héctor Pizano, en un informe ante empresarios del Consejo Mexicano de Comercio Exterior de Occidente (COMCE) el pasado 7 de enero. “En cuanto a la situación y el rezago de juicios en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, la prioridad de este Tribunal es la resolución de los conflictos obrero-patronales, por ello se optó por la conciliación, teniendo como resultado que de los 13 mil 566 juicios resueltos 73% fueran vía conciliatoria, contra 27% de forma jurisdiccional, en el mismo sentido se disminuyó la presentación de demandas laborales, promoviendo la paz laboral entre los jaliscienses, y solo estalló una huelga que fue solucionada de manera conciliatoria”.
Pero no hay esa paz laboral ni en Jalisco ni en México que dice el secretario del Trabajo, como lo demostraron los diversos movimientos de trabajadores ocurridos a los largo de 2015, desde los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín en Baja California; las intensas movilizaciones del magisterio contra la reforma y evaluación educativa en distintos estados; y la movilización de trabajadores de la maquila de Ciudad Juárez, entre otros grandes movimientos obreros que ocurrieron en el país el año pasado. A estas movilizaciones se suman conflictos no resueltos como el del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
En Jalisco, existe también una conflictividad laboral a gran escala, sólo que no la reconoce el secretario del Trabajo, porque parece que su trabajo es minimizarla. En 2015 ocurrió quizá la más grande movilización magisterial en Jalisco con la protesta de miles de docentes en contra de las autoridades educativas y en contra del oficialista Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE); el año pasado permaneció abierto el conflicto por el reconocimiento al sindicato independiente de Honda; la inconformidad por despidos irregulares de miles de trabajadores de gobiernos municipales (debido al cambio de gobiernos municipales); y conflictos latentes y soterrados pero permanentes en industrias como las de la electrónica, donde desde hace años se trabaja en pequeños colectivos para la formación y organización sindical independiente, además de resistir cotidianamente no sólo la explotación y el control sindical antidemocrático, sino aguantar día a día el acoso laboral y sexual que padecen la mayoría de las mujeres que trabajan en la industria electrónica asentada en la Zona Metropolitana de Guadalajara.
No estallan huelgas porque los trabajadores no quieran, sino porque sus instrumentos de organización y lucha están secuestrados por falsos dirigentes que representan no los intereses de los obreros sino de los patrones, y el gobierno cobija y alienta este sindicalismo charro. De modo que es falsa la pretendida paz laboral que presumen las autoridades. Existe un antagonismo laboral entre trabajadores, patrones y gobierno, y eso es algo más parecido a un conflicto que a una paz.
Fuente: El Informador| Rubén Martí