Muy lejos quedó aquella máxima (fallida) de Jesús Reyes Heroles (el original), de que en su partido político primero es el programa de gobierno y después el hombre, o lo que es lo mismo, en primera instancia la propuesta político-programática del PRI para la sucesión gubernamental (1976-1982), y posteriormente la selección del candidato presidencial que la llevaría a la práctica; éste dependía de aquélla, y no había vuelta de tuerca. Desde luego que tal postura no trascendió la declaración, y el siempre pragmático tricolor se la pasó por el arco del triunfo, de tal suerte que en aquel entonces por primera vez en la historia política del país un secretario de Hacienda llegó a Los Pinos.
Y tal práctica se mantiene intocada en el nuevo Partido Revolucionario Institucional, para quien sus principios, como les llaman, constituyen simple plastilina moldeable al gusto del cliente en turno (Enrique Peña Nieto en el caso más reciente); es decir, primero el hombre, y lo demás es lo de menos, como lo ha dejado en claro su dirigente nacional, César Camacho: cambiará el PRI, pero sólo para aplicar IVA a alimentos y medicinas y, de paso, modificar los documentos básicos de ese partido para aceptar mayor inversión privada en Petróleos Mexicanos, para avanzar, según dijo, en las reformas energéticas y hacendaria, contenidas en el Pacto por México, toda vez que la empresa... perdón el partido político tricolor debe tener ideología, pero ésta no debe rayar en el dogmatismo, que es cosa de religiones, no de partidos. Entonces, los más de mil 200 delegados que asistirán a la asamblea nacional van a discutir para hacer una precisión de hasta dónde sí y hasta dónde no se puede abrir Pemex al capital privado, sin que se ponga en riesgo la rectoría del Estado... En el PRI tenemos una ideología robusta y queremos afinarla para ponerla al día (La Jornada, Andrea Becerril).
Sin embargo, todo indica que César Camacho no captó bien el mensaje de Los Pinos, porque desde Davos, Suiza, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, no dejó duda alguna sobre el alcance: la reforma energética se realizará en 2013, y será necesario cambiar el marco legal mexicano (no sólo los principios priístas), pues las pretendidas modificaciones ya no pueden ser rechazadas por un punto de vista exclusivamente ideológico... No va a ser fácil hacerla pero las condiciones están ahí y la oportunidad está ahí (como si la privatización petrolera no fuera un asunto ideológico). El nuevo PRI, pues, dispuesto a que su plastilina sirva para lo que se ofrezca, como siempre.
Así, en materia fiscal, la empresa tricolor está decidida a que el costo de las ineficiencias gubernamentales y de los excesos del gran capital lo siga pagando la mayoría, a la que masacrará con el IVA en todo y para todos, por mucho que en sus principios rotundamente se oponga a mayores gravámenes para los sectores más desprotegidos de la población y se pronuncie a favor de generar propuestas que permitan que la política hacendaria contribuya a la justicia social y a la distribución equitativa de la riqueza nacional. Y en materia energética se pasará por el arco del triunfo el compromiso fundacional de evitar a toda costa la pérdida del dominio directo, inalienable e imprescriptible de la nación sobre los hidrocarburos y los demás recursos naturales del subsuelo.
En fin, será cuestión de algunas semanas para ver el circo y maroma del tricolor para adaptarse a los tiempos, y constatar cómo se pone de pechito a las exigencias de Los Pinos para hacer compatibles algunos de sus principios con la práctica del nuevo gobierno, en el entendido de que la ideología es una cuestión religiosa y no de los partidos políticos. Mientras ello sucede, van algunos principios que el tricolor se verá obligado a moldear al gusto de Enrique Peña Nieto y amigos que le acompañan:
Se compromete el partido con ideología de plastilina: en temas cruciales para el país como el de la crisis alimentaria, el energético y el laboral, la reforma hacendaria, la de competitividad, los procesos electorales, la educación, la salud, la laicidad del Estado y la libertad de culto, el federalismo, la seguridad pública, la protección del medio ambiente y los efectos del cambio climático, entre otros, estamos empeñados en un proceso de defensa de principios, siempre con propuestas constructivas, que permitan a nuestro país contemplar un futuro más promisorio en estos temas vitales para la vida de las siguientes generaciones de mexicanos.
La energía es un factor de creciente importancia para el desarrollo de todos los países del mundo. En nuestro país, en particular el petróleo, ha sido palanca fundamental del desarrollo nacional. Por eso, el PRI se pronuncia por mantener la rectoría del Estado en la materia y por el principio de una industria petrolera nacional integrada de conformidad con lo establecido en los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y por garantizar que el patrimonio y explotación de nuestros recursos energéticos sea en beneficio de todos los mexicanos.
Por si fuera poco, “el objetivo de garantizar la seguridad energética del país y ofrecer productos y servicios suficientes, oportunos, de calidad y competitivos para todos los mexicanos, esto implica que es necesario mantener la propiedad, la dirección, el control y el usufructo del Estado en Pemex y Comisión Federal de Electricidad (también cita a Luz y Fuerza del Centro, pero ya la extinguieron), y transformarlas en empresas paraestatales modernas, para lo cual es indispensable fortalecerlas, innovarlas y actualizar sus marcos legales para que prosiga su aporte al desarrollo del país”.
Algo más: de manera complementaria, rechazamos cualquier procedimiento que pretenda de manera subrepticia ceder la planeación y operación de las actividades propias de Pemex, el control de su mercado y el usufructo de la renta petrolera, es decir, precisamente lo que pretende el gobierno de Enrique Peña Nieto y que los priístas están dispuestos a aplaudir. Como se ve, congruencia, ante todo.
Las rebanadas del pastel
Listo. Enrique Peña Nieto lanzó la convocatoria para realizar el Teletón gubernamental. Invitó a propios y extraños a que aporten recursos a la llamada Cruzada Nacional contra el Hambre, porque ésta, según dijo, debe ir más allá de ser sólo una política pública. Lamentablemente olvidó mencionar el pequeño detalle de que la Constitución obliga al gobierno federal a garantizar lo que ahora traslada a terceros.
Fuente: La Jornada | Carlos Fernández-Vega