La marcha ciudadana en apoyo a autodefensas.
Foto: Ezequiel Flores.
Los manifestantes reprocharon la indolencia gubernamental frente a las acciones de las bandas criminales que operan impunemente.
Cerca de las 12:30 horas inició la manifestación de hartazgo ciudadano en esta importante zona comercial y turística en la cual participaron más de dos mil personas -mujeres, niños y hombres- provenientes de ocho comunidades del municipio de Chilpancingo.
Portanto pancartas y lanzando consignas, el contingente partió del poblado de Mohoneras rumbo a El Ocotito, caminando un promedio de 500 metros entre ambos puntos que se localizan sobre la carretera federal México-Acapulco y a media hora de la capital guerrerense.
Los pobladores iban resguardados por integrantes del grupo de autodefensa de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), que desde el jueves irrumpieron en el valle de El Ocotito donde la sociedad vive aterrada y el sector productivo colapsado por la ola de asesinatos, secuestros y extorsiones.
“Esta es la muestra de la emancipación de los pueblos del valle de El Ocotito”, gritaban los pobladores y coreaban: ” no más miedo”.
Al respecto, el dirigente de la UPOEG, Bruno Plácido Valerio, quien participó en la marcha, advirtió que los campesinos del grupo de autodefensa, proveniente en su mayoría de la región de la Costa Chica, se va a replegar a sus comunidades hasta que las autoridades gubernamentales detengan a las cabecillas de las bandas delincuenciales que operan en Chilpancingo.
Desde la semana pasada, dirigentes del sector productivo en la capital acusaron al alcalde priista de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos, de estar ligado a la delincuencia organizada.
Incluso pidieron al gobierno federal que interviniera en Chilpancingo para evitar un desbordamiento social.
No obstante, las autoridades minimizaron el clamor de los empresarios capitalinos y asumieron una actitud indolente frente a la denuncias de los ciudadanos que ya no soportan las extorsiones, secuestros y asesinatos.
Fuente: Proceso| EZEQUIEL FLORES CONTRERAS