miércoles, 7 de marzo de 2012

Buscan transformar cárceles de Hidalgo en maquiladoras

En algunas ya operan sin pagar predial, renta, electricidad ni agua

El estado gasta en mantener presos más de lo que destina a desarrollo agropecuario

Carecen de servicio médico 67% de los reclusorios
Pachuca, Hgo.. Entre la sordidez, el hacinamiento y la corrupción que caracterizan a los 18 penales del estado (12 centros de readaptación social, cinco cárceles distritales y un centro de internamiento de adolescentes), en algunos prosperan empresas fabricantes de lencería, artículos deportivos, piñatas, imágenes religiosas, pantalones de mezclilla, pan y tortilla.

Buscamos traer a las cárceles del estado empresas de solvencia moral y económica, que contribuyan a la readaptación laboral de los internos, que no sean empresarios fantasmas que se pasen de lanza, afirmó Fernando Enciso Carreón, director general de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Seguridad Pública (DGPRS) estatal, durante un recorrido por la penitenciaría de Pachuca.

Firmas como Vicky Form, Strack, Káiser Sport Alemán, San Judas Tadeo, Hersi y Tejidos Tepeyac aprovechan la mano de obra barata de los 3 mil 223 internos, así como las ventajas de no pagar renta de naves, electricidad, impuesto predial ni agua, para incrementar su producción y ganancias. “A cambio –dijo Enciso Carreón–, estas empresas nos ayudan a la readaptación social de los internos.”

Sin embargo, de acuerdo con el diagnóstico 2011 de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo (CDHEH) sobre la situación de los centros de reclusión en la entidad, 11 carecen de infraestructura y personal técnico, y no reúnen condiciones que propicien la reinserción social de los excarcelados.

El informe de la CDHEH indica que en 67 por ciento de las cárceles de la entidad, entre ellas las de Huichapan, Tulancingo, Zimapán, Atotonilco El Grande, Tizayuca, Mixquihuala y Molango, no hay servicios médicos por razones presupuestales.

Según un estudio de Juan Elmer Hidalgo Manzano, del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), sólo alimentar a los 3 mil 223 reclusos de los penales hidalguenses cuesta al erario 158.8 millones de pesos anuales, suma que supera el presupuesto 2012 etiquetado para desarrollo agropecuario y los gastos del despacho del gobernador Francisco Olvera Ruiz.

Las anomalías en las cárceles del estado son las mismas que se observan en los demás centros de reclusión del país, dijo Enciso Carreón. Añadió que se ha descubierto que los visitantes de los reos contrabandean drogas o teléfonos celulares en la vagina o el ano, y los internos han diseñado ingeniosos camuflajes para ocultar los aparatos.

En cuanto a la situación de 28 internos con enfermedades mentales en las prisiones de Pachuca, Tula, Ixmiquilpan, Molango y la Huasteca, la CDHEH señaló en su diagnóstico que viven en condiciones difíciles. El organismo mencionó además que en los penales de Actopan, Apan, Jacala, Mixquiahuala, Atotonilco El Grande, Metztitlán, Zacualtipán y Zimapán, mujeres y hombres comparten los mismos espacios, y que el hacinamiento es grave constante en los Ceresos de Actopan, Apan, Atotonilco El Grande, Ixmiquilpan, Jacala, Mixquiahuala, Tenango, Tula y Tizayuca.

Enciso Carreón rechazó que existan deficiencias en el sistema penitenciario del estado. No hemos dejado descubierta la alimentación ni hemos tenido problemas como otros centros carcelarios del norte del país. Los internos disponen de agua. Somos respetuosos con las visitas y, cuando falla un médico, tenemos a la mano a la Secretaría de Salud estatal, que nos resuelve todo.

Felipe Fuentes Sánchez, jefe de Seguridad y Custodia del Cereso de Pachuca, se quejó de las observaciones de la CDHEH: Critican que las mujeres compartan espacios laborales con los hombres, pero ¿qué le vamos a hacer?

En este mundo florecen compañías que dan empleo a decenas de internos. El negocio –reconoció Enciso Carreón– es que no pagan electricidad, renta ni agua. De las cárceles sobrepobladas de Pachuca y Tulancingo salen al mercado diariamente unos 30 bultos de la marca Vicky Form, con 72 piezas de lencería cada uno.

En ambos Ceresos, en contraste con la publicidad que proyecta imágenes de mujeres sensuales y libres, unos 100 presos de ambos sexos laboran ocho horas diarias, de lunes a viernes, en la elaboración de prendas íntimas femeninas, obteniendo un sueldo de 60 pesos diarios por jornada y el pago de horas extras cuando la producción lo exige, explicó David Reyes, encargado de la fábrica, que cuenta con comedor propio.

En el penal de Pachuca funcionan además una tortillería y una panadería propiedad de un excarcelado de las Islas Marías, y la empresa Strack, que emplea 80 operarios en la producción de artículos deportivos como balones de futbol, fajas reductoras, porterías, espinilleras y ejercitadores de pedales.

De acuerdo con la CDHEH, en el Cereso de la Huasteca hidalguense operó hasta hace algunos meses y con el mismo esquema la firma Káiser Sport Alemán, fabricante de balones de futbol soccer.

En el penal de Molango, el consorcio San Judas Tadeo produce en serie figuras de este personaje religioso, y la compañía Hersi maquila diariamente 500 pantalones de mezclilla, mientras en la cárcel de Tulancigo funciona la fábrica de tejidos Tepeyac.




Fuente: La Jornada