martes, 19 de julio de 2011

Reabren acceso a mina de Chihuahua; les prometen resolver contaminación

La empresa dice haber perdido 2.4 mdd en tres días de protesta

Palmarejo, Chih. Ejidatarios y moradores de las comunidades de Agua Salada y Palmarejo, municipio de Chínipas, salieron este mediodía de las instalaciones de la minera estadunidense Coeur D’Alene, a la cual, según su director de operaciones internacionales, Leon Hardy, causaron pérdidas por 2.4 millones de dólares durante tres días de bloqueo.

La empresa aseguró que atenderá de inmediato los problemas de salud que genera entre habitantes de la zona, para lo cual se realizará un estudio independiente de impacto ambiental en la presas de jales y en la planta de beneficio, que utilizan cianuro para procesar el oro y la plata extraídos.

“Empresas o universidades serias y de prestigio realizarán un estudio a fondo sobre la contaminación”, aseguró el director de Minería del gobierno del estado, Luis Alba Solís, quien afirmó en nombre del gobernador César Duarte que se revisarán tanto cuestiones ambientales como laborales, para garantizar que pobladores y empleados no se vean perjudicados.

Los estudios de impacto ambiental se iniciarán en un mes. Además se solucionarán demandas relacionadas con homologación salarial de trabajadores locales con los llegados de fuera. De no ser así, “volveremos a tomar la mina”, advirtió Gonzalo Acuña, representante comunitario.
Al concluir el cierre de la empresa y ante autoridades estatales, los inconformes insistieron en que ya hubo “accidentes graves”, como un derrame de cianuro de uno de los tanques de beneficio, mientras la fetidez de la presas de jales y las emanaciones de ácidos impregnan el aire a toda hora.

“Mujeres, niños y trabajadores empiezan a enfermarse. Sus exámenes clínicos muestran altos niveles de plomo en la sangre, además de que proliferan casos de irritación de ojos y membranas de nariz y boca”, dijo Efraín Mendoza, quien trabaja en uno de los laboratorios de la minera, quien presenta síntomas de intoxicación.

Palmarejo era un pueblo de 280 habitantes hace cinco años, cuando se inició la construcción de la mina. Hoy se cimbra a diario con detonaciones de dinamita que levantan grandes nubes de polvo. “Ya no podemos comer ni cocinar. Todo el día tragamos tierra y soportamos el hedor”, afirma una de las mujeres de la comunidad, que pide ser reubicada.




Fuente: La Jornada