miércoles, 27 de julio de 2011

Los sindicatos mandan; la reforma laboral, atorada

El sindicato sin causa o sea, el Mexicano de Electricistas (SME), va a demandar con todo el peso de la ley a la mujer que chocó contra un poste del Zócalo y lo derribó sobre el campamento que ilegalmente mantienen estos extrabajadores de Luz y Fuerza del Centro.

Con todo el apoyo de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal, que de inmediato destinó personal para acordonar el campamento, estos sujetos que viven en el Zócalo inventaron toda una historia para sostener su acusación contra la mujer que sufrió el accidente.

Los supuestos testigos del SME vieron cómo la mujer que destruyó dos catres y tres de sus sillas “venía a toda velocidad porque una patrulla la perseguía después de atropellar a un policía porque venía en estado de ebriedad”.

El Ministerio Público determinó que la mujer, de 27 años, no venía en estado de ebriedad y chocó contra un poste, como ocurre diario tantas veces, por accidente. La diferencia es que debajo del poste había un campamento ilegal de vividores del sistema.

Este episodio pinta muy bien la enorme permisividad que hay con los grupos violentos en este país que imponen sus condiciones por la vía de la fuerza.

La Plaza de la Constitución es un asco de lugar, donde se combinan las pancartas de sus causas políticas con anuncios de chicharrones preparados o películas pirata.

Tanta desfachatez, tanto descaro del SME es posible por todo el apoyo que tienen del PRD y el gobierno que encabeza en la ciudad. La desvergüenza alcanza a sus candidatos, como el señor Encinas, que prometió en la pasada campaña electoral del Estado de México crearles una empresa para que tuvieran qué hacer.

Pero así como el SME tiene el poder de poseer el Zócalo contra toda ley o sentido común, así muchas otras agrupaciones sindicales tienen la fuerza de controlar las acciones políticas. Y los que son más discretos son muchas veces más efectivos.

Los diputados priístas recularon de aprobar la reforma laboral que ellos mismos habían propuesto porque se atravesaban las elecciones del Estado de México y no querían que ninguna reforma, por necesaria que fuera, despeinara el copete de los intereses políticos de quien hoy los mueve.

Pudieron, con total impunidad y sin costo electoral, suspender la aprobación de esta ley sin que un solo elector les reclamara el hecho. Por lo tanto, pueden mantener la parálisis legislativa a la par que acusan al gobierno de falta de voluntad política.

Apenas ayer, el Secretario de la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados dijo que se han pospuesto algunos de los foros regionales de análisis de la reforma laboral entre otras cosas porque a su coordinador, Francisco Rojas, le han salido otros compromisos como atender el Consejo Político Nacional de su partido, el PRI.

No le corre ninguna prisa a los sindicatos por meter mano en un esquema legal que tan bien les ha funcionado durante tanto tiempo. Por ello, pueden sindicatos y sus confederaciones vivir tranquilos sin este cambio.

Porque así como el SME puede tener secuestrado el Zócalo y llevar a la hoguera a una mujer que tuvo un desafortunado accidente, así el poder sindical de México puede impedir un cambio legislativo mientras no quede a su entera satisfacción.

Y lo pueden hacer porque nadie se atreve a ponerles un alto.

La primera piedra

Mexicana de Aviación está en coma y prometieron continuar con su eutanasia el 9 de agosto, cuando finaliza la prórroga otorgada para encontrar una cura que cuesta 250 millones de dólares.

La muerte de Mexicana tendrá que esperar porque el Poder Judicial está a punto de inyectar oxígeno extra para extender el estado catatónico hasta que se defina si existen o no los millones necesarios para levantar del suelo aunque sea el nombre en menos de una decena de aviones.

El argumento del Juez XI de Distrito en Materia Civil del Distrito Federal estaría en el artículo séptimo de la Ley de Concursos Mercantiles que priva el sentido común de la búsqueda de una salida sobre los plazos fatales.

Ojalá Mexicana encuentre su oportunidad en esta enésima prórroga que estaría por concretarse.




Fuente: El Economista